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Antón Castro

HOY, EN LA FNAC, CON DAVID MONTEAGUDO

HOY, EN LA FNAC, CON DAVID MONTEAGUDO

Esta tarde presento, a las 19.00, la novela de David Monteagudo (Viveiro, Lugo, 1964), ‘Fin’, que ha publicado Acantilado y que ha sido uno de los acontecimientos de público lector y de crítica de 2009. David y yo no nos conocemos. Nos veremos por primera vez esta tarde hacia las seis y media en la FNAC. La presentación será a las siete. Luego presentará su primera novela Miguel Ángel Ortiz Albero acompañado de varios amigos, críticos y editores.

 

Rescato para mi blog esta entrevista que se publicó en ‘El Progreso’: es una conversación de David Monteagudo y del también escritor Jaureguizar, muy conocido y respetado en Galicia. La entrevista es del pasado mes de noviembre.

 

27/11/2009 - Jaureguizar / El Progreso (Lugo/Santiago)

El padre de David Monteagudo era oficinista en Chavín hasta que un día decidió ser artista y dejó su trabajo. Su hijo decidió a los 40 años que iba a ser escritor. El nuevo comienzo confirma su intuición porque su novela 'Fin' (Acantilado) ha agotado dos ediciones en un mes. El autor, nacido en Viveiro e hijo de una maestra de Paradela, vivió durante cinco años en aldeas gallegas y asturianas cercanas a Galicia hasta que perdió su "paraíso" y la familia se trasladó a Cataluña.[El libro ahora ya va por la octava edición]

PREGUNTA: En su biografía pone que es usted gallego. ¿Qué le queda de eso?

RESPUESTA: Mis primeros recuerdos son de una aldea de Castropol llamada Brañatuílle, en el límite con Galicia. Allí viví en un ambiente totalmente gallego, pero en mi casa solamente se hablaba castellano porque éramos hijos de la maestra. El primer libro que escribí, 'Brañaganda', que saldrá también en El Acantilado, es una novela basada en mi infancia y lo sitúo en ese paraíso perdido. Trata de un 'lobishome' que acecha a una aldea. Es un lugar muy pobre, pero me dejó marcado. El castellano que hablábamos era muy culto tanto por mi madre como por mi padre, que había dejado su trabajo y estaba con nosotros.

P: ¿Por qué dejó su padre el trabajo?

R: Bueno, él hizo una apuesta clara cuando tenía cuarenta años. Era un artista polifacético porque era pintor y escultor, también cantaba muy bien, lo hacía en orquestas de Viveiro, como la 'Variedades'. Mi padre es un referente para mí. Él seleccionó mis lecturas con un buen gusto exquisito.

P: Hay algo que no entiendo. Viene usted de un ambiente culto y trabaja de maquinista en una fábrica de cartón ondulado.

R: Mis hermanos y mi familia tampoco lo entienden porque ellos tienen estudios. Empecé Filología Hispánica, pero con 20 años empecé a trabajar y lo dejé porque me aburría en las clases. Soy un falso currante porque vivo en un piso de cuarenta metros cuadrados en el que tengo más de 1.000 volúmenes, pero ni un televisor.

P: También me sorprende que, siendo lector desde niño, decidiese ser escritor con 40 años.

R: Empecé a escribir a los tres días de haber cumplido los cuarenta. Siempre había tenido la intuición de que sería escritor, pero siempre hice cosas muy vivenciales, como ser 'casteller', que son los que participan en pirámides humanas. Toda esa corriente subterránea afloró a los 40 años, al poco de morir mi padre.

P: ¿No se atrevió a empezar hasta que desapareció la figura de su padre?

R: Pues no, mi padre era una sombra. Mis hermanos y yo siempre tuvimos encima el fantasma de lo que le había pasado a mi padre como artista.

P: ¿Temía no estar a su altura?

R: Puede haber algo de eso...

P: Usted habla en el contestador de su teléfono en catalán y le he oído dirigirse a su hijo en ese idioma. Sigamos con los desconciertos, ¿por qué escribe en castellano?

R: No me hizo falta hacer una elección. Yo uso el catalán socialmente, pero mi cultura es castellana. Es la lengua que domino. En catalán soy un escritor casi analfabeto. Los diez libros que he escrito en estos ocho años están en castellano.

P: De esos diez libros, solamente 'Fin' está publicado. Trata de un grupo de excursionistas amenazados por un mal externo. ¿Tiene que ver con el 'lobishome' de 'Brañaganda'?

R: Sí, hay también una amenaza exterior, pero no es una novela de género, sino que muestra las neuras de cada personaje y como cada uno interpreta esa amenaza. Habla de parejas en conflicto, es un retrato de mi generación, la última a la que se inculpó el pecado y la culpa.

P: ¿Su intención era hacer un retrato de la clase media de edad mediana?
R:
No, no, hubo una intención meditada. Se trataba de someter a una serie de personajes a una situación límite y ver cómo reaccionan.

P: Tiene usted otros siete libros en el disco duro del ordenador. ¿Por qué 'Fin' tuvo mejor suerte?

R: Fue algo rocambolesco porque los editores y los agentes literarios valoraban el libro, pero no se atrevían con un desconocido que, encima, no escribía sobre templarios o nazis. Decidí dedicarme solamente a escribir y que mi mujer se ocupase de buscarme editor.

P: El fantasma de su padre le visitaría tras tanto intento infructuoso.

R: Mis hermanos y yo tenemos siempre miedo al fracaso, lo que nos paraliza para intentar hacer cosas, pero yo salí tenaz como mi madre. Conseguí que un periodista me leyese 'Brañaganda' y él lo movió, aunque el editor prefirió 'Fin'.

P: Usted también lee a otros como jurado de poesía 'castellera'.

R: La 'colla castellera' a la que pertenezco organiza certámenes de poesía 'castellera', que van referidos a los 'castells', y yo ayudo.

Presentación de la novela Fin de David Monteagudo. Esta tarde, en la FNAC, a las 19.00 horas.

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