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Antón Castro

Ya está en la calle el tercer número de la revista "Actum", que coordina ese cinéfilo incorregible que es Roberto Sánchez. Hay de todo: repaso crítico a la programación de "En la Frontera", una mirada a Huesca-Imagen, los viajes de Isabel Yeste, los textos de música de Luis Lles, un puñado inmenso de colaboradores de todo tipo: jóvenes, entusiastas, modernos. Sorprende -como decía hace poco Pedro Pablo Azpeitia- la gran cantidad de talentos que pululan en Zaragoza. La revista, que me llega con una nota breve nota: "Y sigue ... Actum", ha tenido el gusto de recuperar a Desirée Orús para la crítica de artes, y potencia la reseña de libros con Javier Lahoz, Fernando Rivarés (con sección fija desde el primer número) o la locutora Lorena Ruano, que conduce con Mónica Farré, el programa "Hoy por hoy" en FM de Radio Zaragoza. Lorena y Mónica, Mónica y Lorena, hacen un tándem perfecto: cálido, entusiasta y muy activo. En "Actum" hay muchas más cosas: gastronomía, arquitectura, crítica de discos, paseos por el territorio, críticas y reportajes de cine, diseño, internet. Y ahí sigue, ya en su tercer número, en esta ocasión menos guadianesco.

Ayer también se presentó la revista semanal "Qriterio aragonés", de la que nada puedo decir todavía, pero la apadrinaron dos jóvenes veteranos: Gonzalo Borrás y Eloy Fernández Clemente. La dirige Enrique Mainé y cuenta con muchos apoyos. Quieren que sea, dicen, un bálsamo de libertad. También ayer Prames hizo una fiesta grande en el Auditorio: es un proyecto cada vez más cuajado, con revistas, sello discográfico, editorial, empresa de señalización. Felicitamos desde aquí a todo su equipo y mandamos un abrazo solidario y cariñoso a Modesto Pascau, que ha perdido a una hermana. Y deseamos larga vida al proyecto que nos ha regalado algunos libros de cabecera como "José" y "Guía turística de Aragón" de Severino Pallaruelo; "Tras las huellas de Briet" de José Luis Acín, "El silbido del cierzo" de varios autores, o esa cada vez más estupenda colección musical LCD Prames, por poner algunos ejemplos que nos vienen de súbito a la cabeza.

No sé si se puede decir que el cortometraje -en vídeo y cine- está viviendo una edad de oro. Quizá afirmar eso puede parecer una paradoja y una desmesura, pero algo grande está ocurriendo. "Inventario. I Muestra del Audiovisual aragonés", como lo fue antes "Travesía", indica que hay mucha gente que trabaja, que imagina historias, que analiza la potencia de la imagen. Ayer vi cosas preciosas de Luis Zamora, un oscense que reside en Londres, como "The Family", un estupendo corto de animación con mensaje social; "Luz y perro. Visiones alrededor de Buñuel" de Nacho Blasco, un trabajo que fusiona el mundo de Buñuel con el de Pedro Avellaned, que es el protagonista de la obra; vi fragmentos de "La niña y el unicornio" de Javier Estella y José Manuel Fandos, realizador también de "Marcianos y rinocerontes", inspirado en la obra de Óscar Sanmartín Vargas. Y también vi "Lección de anatomía" y "Una buena obra" de Ángel Gonzalvo, un veterano joven y sin prisa que espera un fogonazo de inspiración para enfrentarse a un largo. Y por ver también vi fragmentos de la obra "Bonanza" de Eduardo Laborda, pintor y cinéfilo que lleva algún tiempo pintando cuadros mitológicos de gran formato. Paco Algaba hace "haikus" cinematográficos y reinvidica el cine como instrumento de poesía, el fulgor de la imagen en sí misma, con su código íntimo al margen de la vinculación a una historia o a un argumento específico. Por cierto, Paco Algaba también escribe en "Actum".

La lista de nombres podría ser casi infinita. Eso sí, quien me ayuda a ver todo este material, además de Vicky Calavia, es Alberto Gámez, un fotógrafo y realizador de televisión nacido en Barcelona pero afincado en Aragón que me da continuas lecciones de casi todo. Hemos hecho juntos más de una cincuentena de programas para RTVA, y me enseña a diario algo nuevo. Maneja la informática como pocos y no le hace ascos a nada: ni a un monográfico sobre Gargallo, Dalí, Pórtico, el audiovisual aragonés, un reportaje extenso sobre el exilio, o trabajos sobre "Los reporteros de guerra". Con él en control, estoy tranquilo: es como un ángel tutelar rodeado siempre de mujeres bonitas: Patricia, Elisa, Natalia, Inmaculada, María José, aunque su gran corazón se lo arrebató una pedagoga musical de Las Cinco Villas, Sandra Almárcegui. Qué bello es el amor, que se afirma en una mujer y se expande luego, con serenidad, en mil direcciones. El joven escritor Daniel Gascón ha definido así a Alberto Gámez: "Es tan buena persona como grande".

También anoche salí a pasear a mi perra. Había una medialuna perfecta que se colaba entre los pinos. Mi hijo Jorge, que acaba de recomenzar una novela del oeste de la que ya llevaba 50 páginas escritas, regresó de Madrid: camino del Museo del Prado se desató una terrible tormenta que empapó a todos los colegiales de once y doce años de Garrapinillos. Hubo que suspender la visita, y los muchachos se conformaron con el Museo Arqueológico Nacional, que no es lo mismo. Jorge, con su amigo Aitor, ha escrito una especie de diario por horas anotando todo lo que les había ocurrido y porque han dejado de ir al Prado. Se me ha colado aquí esta digresión sobre Jorge porque en el perfecto silencio nocturno me acordé de la lluvia sobre Madrid y de los cuadros de Goya y Velázquez que quería ver y no vio. Como casi siempre llevaba un libro entre las manos: "Agua viva" (Siruela, 2004) de la escritora brasileña, nacida en Ucrania, Clarice Lispector, que se suicidó a los 57 años. Ya es casualidad, si alguien recuerda que ayer andaba con otra suicida entre las manos: Unica Zürn. Este es un libro intenso, complejo, un viaje a la conciencia y al desgarro, y a par un libro de elevado amor a la vida. Ni es novela, ni diario, ni conjunto de cartas, parece una catarsis constante, un relato híbrido de pasión, lucidez y poesía, donde el lector sosegado puede encontrar auténticos tesoros. Selecciono algunas frases y transcribo:

-"El coraje de vivir; dejo oculto lo que necesita estar oculto y necesita propagarse en secreto".
-"Ahora tengo miedo. Porque voy a decirte una cosa. Espera que se me pase el miedo".
-"Te escribo en desorden, ya lo sé. Pero es como vivo. Yo sólo trabajo con encuentros y pérdidas".

Y como hoy también he escuchado un disco de música de cámara de Teresa Catalán, catedrática de composición y compositora, "Música de cámara" (piano, flauta y voz; incluye textos suyos en vasco, dos poemas de César Vallejo y otro de Aussias March), me ha cautivado esta cita de la página trece:

-"Veo que nunca te he dicho cómo escucho música: apoyo levemente la mano en el fonógrafo y la mano vibra y transmite ondas a todo el cuerpo: así oigo la electricidad de la vibración, sustrato último en el dominio de la realidad, y el mundo tiembla en mis manos·. Me fascina eso de "Y el mundo tiembla en mis manos" (Si alguien tiene curiosidad: Clarice Lispector, posiblemente la mejor escritora brasileña del siglo XX, nació en 1920 y se suicidó en 1977. Su obra está muy difundida en España).

P. D. Si alguien siguiese alguna vez este blog le pido disculpas por haberme alargado tanto. Me he prometido a mí mismo escribir una novela, pero como no me atrevo escribo aquí. Miguel Mena me dice casi siempre: "Así nunca llegarás a nada..."

4 comentarios

rebeca -

clarice no se suicidó. murió de cáncer generalizado...

marcelo mandinga -

quisiera, de ser posible, saber de qué modo se suicidó clarice lispector. muchas gracias. m.

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

Puedes añadir una descripción haciendo click en "Añadir bitácora".

Gracias :)

José Luis Melero -

Nunca, ni en mis peores momentos, pude imaginar que sufriría un ataque de nervios como el que padecido al leer el blog dichoso. Me lo habían asegurado: "que Antón tiene ahora un diario en la red" me decían, pero yo no daba crédito, decía que no podía ser... Pero sí, es verdad, y claro, uno está en casa sin meterse con nadie, y de pronto te lo encuentras hablando de Clarice Lispector. Naturalmente te da el shock y te quedas ya medio "amirachalado" para siempre. Antón, por favor, un poquico de caridad.