PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS. POR MARIANO GARCÍA

https://letraslibres.com/literatura/anton-castro-y-las-periferias-del-deseo/27/07/2025/?fbclid=IwY2xjawL4radleHRuA2FlbQIxMQABHuBk2rauve3Hisr0e5gfCrwyElG0v3KcW-uXNGwXFfhLhDVnH_aH6SeRM9nz_aem_zmn_LKbVEibbmLMhhNxaEw
Antón Castro es un escritor y periodista con una sensibilidad singular que se pone de manifiesto en su nuevo libro de relatos, Periferias del deseo. Tal vez su peculiaridad provenga del mestizaje: un gallego que floreció en Aragón, donde se ha convertido, desde el suplemento Artes y Letras que dirige en Heraldo de Aragón, en la levadura cultural de múltiples proyectos. Del interesante mestizaje da cuenta la película recién estrenada Cariñena, vino del mar, dirigida por Javier Calvo. La fértil carrera literaria del autor –que recoge este miércoles 30 el Premio de las Letras Aragoneses, compartido con el ensayista José Luis Melero– se culmina ahora con este volumen de cuentos.
Spinoza asegura que el deseo es la esencia del ser humano, y el deseo es el motor de este libro. Periferias del deseo está compuesto por 64 cuentos divididos en cinco epígrafes: “Extravíos”, “A mi alrededor”, “Garrapinillos, “Antología de instantes, “Cómo me gustan las mujeres” y “Pasión a la intemperie”. El cuento es un género sutil y difícil, o aciertas en su brevedad o lo malogras. Antón Castro maneja con destreza la teoría de Piglia: en el cuento hay una historia aparente y otra oculta, que al final estalla. Semeja la emoción del jugador de póker que tiene un trío y pide una carta que poco a poco va descubriendo. La carta oculta puede trasformar la jugada. Castro cultiva este arte con maestría, por ejemplo, en “Un instante en la Alhambra”, donde el final del cuento es insólito. Y lo vuelve a hacer en uno de los mejores, “Cuento ruso”, en el que es difícil no enamorarse de la guía rusa Yelena. Los desenlaces sorprendentes o inusitados voltean la historia alumbrando una realidad desconocida, como sucede en el final turbulento de “Una aventura peligrosa”.
Los tres relatos mencionados pertenecen a los primeros apartados. En los siguientes, Castro juega a la brevedad. Utiliza la pluma como un pincel impresionista, que recuerda la pincelada de Berthe Morisot o Manet, un toque de color intimista ilumina un lienzo. Un ejemplo: la protagonista de un cuento observa la foto de sus padres y recuerda como el padre carpintero toma la mano de su esposa, la deja sobre su corazón y la acaricia hasta que la mano se queda dormida como una cardelina. En el apartado final, “Pasión a la intemperie”, surgen mujeres misteriosas, como “Rosa, Rosi, Rosalía”, la prostituta Ekaterina o la carnal Clara de “Una alquería en las afueras”. Finaliza el volumen con un guiño generacional: una mujer recuerda, cuarenta años después, al joven adolescente con el que bailaba durante el verano. Sonaba la canción Anduriña, el muchacho le besaba el pelo y se embriagaba con el perfume. La magia de los cuentos está construida con una prosa jugosa, colmada de sensibilidad de poeta, que salpica la narración (el mar parecía una animal airado/ le pareció sensual, dolía mirarla/ irreal, como el arrabal de un sueño…).
El conjunto de estos relatos, unos artificios cuidadosamente diseñados, desvela la esencia del autor: sus recuerdos de Arteixo y A Coruña, su pasión por la fotografía (ah, el fotógrafo de Lastanosa), el trasfondo de Teruel (Urrea de Gaén, La Iglesuela del Cid, Ejulve…). En resumen, Periferias del deseo es un canto a la vida, un gozoso repaso de circunstancias en forma de cuento en que aparece el embrujo de la niñez, los arrebatadores amores de la adolescencia, los viajes, los desengaños, el arte, la fotografía, la sensualidad polifacética de la mujer y el erotismo desatado.
XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo Ino Alcubierre
«Luces y sombras»
27, 28 y 29 de junio de 2025
Organiza: Asociación Cultural La Lonjeta de Uncastillo
Las Jornadas rinden homenaje a Luis Buñuel en el 125 aniversario de su nacimiento, y a Buster Keaton en su 130 aniversario.
Austria es el país invitado, presentándose la obra de Louise Kolm-Fleck, una de las primeras directoras de largometrajes de la historia del cine.
El artista zaragozano José Luis Cano es el autor del cartel de este año.
Exposición de la artista Karishma Chugani, que dirigirá también un taller de títeres de sombras el sábado
Presentación del libro La era de los pioneros. 50 obras clave del cine mudo, del barcelonés Guillermo Triguero
Las Bocinas de Piedra de este año y el Premio Ramón Perdiguer a la Pasión por el Cine serán comunicados la semana próxima.
Luces y sombras es el lema que inspira el programa de la vigésimo tercera edición de la única muestra dedicada al cine silente en Aragón, única en España con proyecciones con música en directo y acceso libre y una de las pocas existentes en el mundo. Las Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo son también uno de los festivales de cine más longevos de Aragón, miembro fundador de la Arafilmfest, la red de Festivales y Muestras de Cine de Aragón.
Además de la referencia al teatro y los títeres de sombras como antecedentes del cine, el programa preparado desde la Asociación Cultural La Lonjeta de Uncastillo, organizadora del festival y activa desde 1990, nos trae grandes películas como Sombras (1923), singular muestra del cine expresionista alemán a la que pondrá música el pianista Josetxo Fernández de Ortega (San Sebastián), o Luces de la ciudad (1931), título emblemático de un Charles Chaplin que se resistía a la imposición del sonoro, y a la que pondrán banda sonora los zaragozanos Noelia Gracia (violín) y Jesús Ortiz (piano). La veremos tras Cena en el cine del sábado noche, donde tendremos también un espacio de recuerdo y solidaridad con el pueblo palestino proyectando el cortometraje Océanos de injusticia (2017), un proyecto de Farah Nabulsi bajo la dirección de Bruno de Champris.
También veremos obras del cine primitivo como Una excursión incoherente (1909), donde el turolense Segundo de Chomón hace un creativo uso de las sombras proyectadas y que veremos con el acompañamiento del zaragozano Ignacio Alfayé y su acordeón diatónico. Lejana pero al tiempo muy moderna es también Rapsodia satánica (1917), versión italiana del mito de Fausto con protagonista femenina, la diva Lyda Borelli y música del pianista navarro Javier Pérez de Azpeitia (Bera).
El humor abrirá y cerrará las XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo. La muestra rinde homenaje al gran cineasta Buster Keaton en el 130 aniversario de su nacimiento abriendo su programa en Uncastillo con la proyección de ¡Buenas noches, enfermera! (Roscoe Arbuckle, 1918), cortometraje que se proyectará en la sesión especial dedicada a residentes y cuidadores de la Residencia Virgen de San Cristóbal de Uncastillo, y cerrándolo con un cortometraje Las tres edades (1923), primer largometraje dirigido y protagonizado por Keaton. El violinista Jaime Lapeña (Zaragoza) y la explicadora Iris Pérez animarán la primera sesión y el pianista Borja López, valenciano residente en Fago, pondrá la banda sonora en la clausura.
Las Jornadas rendirán también homenaje al cineasta calandino Luis Buñuel en el 125 aniversario de su nacimiento, proyectando Un perro andaluz (1929), en versión restaurada en el 90 aniversario y con banda sonora compuesta por el mejicano Alejandro Ramírez Rojas, y el cortometraje de animación Buñuel y la linterna mágica (2011), dirigido por Javier Espada, con animación de María Velázquez y dibujos del veterano artista zaragozano José Luis Cano, autor a su vez del cartel de este año, con imagen inspirada precisamente en Las tres edades. Ambos, director y dibujante, compartirán tertulia el viernes sobre «El humor en Buñuel» con Antonio García-Rayo (Daimiel, Ciudad Real, 1949), periodista, editor y coleccionista especializado en cine.
Cartel de las XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo. Autor: José Luis Cano
Las Jornadas de Cine Mudo son una muestra de cine mudo con música en directo, no hay competición pero sí galardonados con las Bocinas de Piedra, y el Premio Ramón Perdiguer a la Pasión por el Cine, cuyos destinatarios serán revelados la próxima semana.
Otra propuesta destacada del programa de este año será la participación de la artista internacional Karishma Chugani Nangani (Casablanca, Marruecos), con una doble exposición bajo el título Cortège (montada en la Lonja Medieval y en los bajos del ayuntamiento) y la realización de un taller de títeres de sombras el sábado por la mañana, en el que contará con la colaboración del grupo aragonés Teatro Bobó, David Martínez e Iris Pérez (plazas limitadas, información para participar en la web y redes del festival: cinemudo.org; @cinemudouncastillo y @JornadasDeCineMudoDeUncastillo). Los participantes trabajarán con la técnica del papel recortado (paper cutting), creando «cadáveres exquisitos» y títeres de sombra gigantes.
La exposición Cortège permanecerá abierta en Uncastillo desde el viernes 27 de junio al sábado 5 de julio. Parte del trabajo de Karishma Chugani se inspira en la pionera del cine de animación Lotte Reiniger, de la que se proyectará una de sus obras maestras, Las aventuras del príncipe Achmed (1926), con música del zaragozano Jaime López (piano) y del actor Oswaldo Felipe (PAI - La Linterna Mágica), como explicador.
Austria es el país invitado de las Jornadas, presentándose la obra de la austriaca Louise Kolm-Fleck, una de las primeras directoras de largometrajes de la historia del cine. De su obra conservada se proyectará Muchacha en la cruz (1929), junto con dos breves cortometrajes, piezas a las que pondrán música en directo los también austriacos Inou Ki Endo (DJ, sintetizadores) y Etikkakurkku (guitarra y sintetizadores).
El estudioso y profesor de cine Guillermo Triguero (Barcelona) presentará la mañana del domingo su libro La era de los pioneros. 50 obras clave del cine mudo (UOC, 2025), editado en abril. Triguero fue en 2023 Premio Ramón Perdiguer por su labor de difusión del cine mudo.
En las presentaciones de las películas contaremos con destacados colaboradores como Amparo Martínez Herranz, Francisco Boisset, Stella Ibáñez, Guillermo Triguero y Fernando Sanz Ferreruela.
Además de estas actividades en Uncastillo, las XXIII Jornadas de Cine Mudo contemplan también proyecciones de en otros municipios, en lo que se denominan la «Jornadas vagabundas» (llamadas así en referencia al vagabundo Chaplin, con cuyas obras se iniciaron hace tres años):
Majones (Berdún): Las tres edades (B. Keaton, 1923) con música en directo de Borja López (piano), realizada el 7 de junio en Casa O Lugar, con la colaboración de Casa Chuglar de Berdún y de la Asociación de Vecinos y Amigos de Majones.
Fago: Las tres edades (B. Keaton, 1923) con música en directo de Borja López (piano) y Fernando Roncalés (guitarras), el 15 de agosto, en el patio de las antiguas escuelas, con la colaboración del Ayuntamiento de Fago.
Además de las entidades ya citadas, las XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo han contado con la colaboración del Goethe Institut, Fondo Cultural de Austria, Filmarchiv Austria, Cineteca de Bologna, Tolocha Producciones, LBFI Buñuel, PAI - La Linterna Mágica, Casa Chuglar, Asociación Cultural O Forno, Asociación de Vecinos y Amigos de Majones, Ayuntamiento de Fago y el fotógrafo Cisnito. Este año, la Asociación Cultural La Lonjeta, que reúne a cerca de 300 socios y socias, prevé también contar para el patrocinio de las Jornadas con el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Zaragoza, la Comarca de las Cinco Villas y el Ayuntamiento de Uncastillo, además del apoyo de empresas locales y aragonesas como Fundación Uncastillo, Taller Olnasa de Cantería, Panadería Pemán, Conservera del Prepirineo y Grandes Vinos (Cariñena).
DOCUMENTOS en carpeta compartida en la nube:
Enlace a documentos:
https://drive.google.com/drive/folders/1SoQL04sDSkvc0m3fgpAyaBcuct7sZTmm?usp=drive_link
Nota de prensa-1
Avance del programa (completo excepto Premio y Bocinas) en pdf
Resumen del programa (flyer)
Cartel XXIII Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo (autor: José Luis Cano) en distintos tamaños
Carteles de las Jornadas vagabundas, sesión para los mayores, exposición y taller
Logotipos de las Jornadas y de la Asociación Cultural La Lonjeta de Uncastillo, organizadora
Carpeta con fotos de la edición de 2024
Enlace a noticia del Fondo Cultural de Austria: https://www.bmeia.gv.at/es/foro-cultural-de-austria-en-madrid/eventos/evento/austria-es-pais-invitado-en-las-xxiii-jornadas-de-cine-mudo-de-uncastillo
*programa oficial dado por el propio festival.
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa pasaron de una amistad infinita a una enemistad que les llevó a la indiferencia, al silencio y no sabemos si al odio. Vargas Llosa, que había tenido una infancia difícil y numerosos desencuentros con su arisco padre, le propinó un puñetazo a su amigo del alma en una sala de cine en febrero de 1976 en México, que se cayó al suelo. Le quedó un moretón ostentoso y el recuerdo -o la acusación-, concentrado en una frase: “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”. ¿Qué le hizo el autor de ‘Crónica de una muerte anunciada’ a la prima hermana y esposa del narrador peruano?
A eso intenta contestar el libro ‘Los genios’ del escritor peruano Jaime Bayly Podríamos decir que es la novela de una amistad traicionada, de un equívoco, de una tentativa de seducción, de una aparente deslealtad e incluso de una invención que se deja correr, aumenta de peso y medida, y se transforma en una leyenda un poco incómoda, que incluye la supuesta atracción de Mario Vargas Llosa por los burdeles y las prostitutas.
El tema es viejo y ha generado mucha tinta (Xavi Ayén no eludió el asunto en su libro sobre el ‘Boom’) y mucho morbo. Ninguno de los dos dijo nada de ello; una vez Mario dijo solo: “Mujeres”. En esta novela, que el novelista y presentador Jaime Bayly (Lima, 1965) ha definido como “la más ambiciosa, arriesgada y peligrosa de las mías”, se cuenta la amistad entre los dos, que se inicia en Caracas en 1967 y concluye con ese final abrupto de febrero de 1976 en México. Esa amistad tiene muchas conexiones entrañables: Mario y Gabo se veían, se escribían, se leían, se admiraban. E incluso, algunos años después, cuando Mario Vargas Llosa se instaló en Barcelona, en el barrio de Sarriá, lo hizo muy cerca de García Márquez. Y este supo siempre, de forma directa, que Vargas Llosa, en un viaje de Barcelona a Lima, conoció a Susana Diez Sonseca y se enamoró de ella. La pasión fue creciendo de tal modo que el autor de ‘Conversación en la catedral’ -novela que le gustaba mucho a su nuevo amor– abandonó a su familia, a su prima Patricia Llosa y a sus tres hijos.
Eso se cuenta en la novela, de diálogos inventados o imaginados, que pudieron ser probables, según el autor. La admiración o la complicidad de ambos cristaliza en la publicación de un libro esencial: ‘Gabriel García Márquez. Historia de un deicidio’, de Mario Vargas Llosa, en el que intenta contar cómo Gabo asume la forma omnipresente de narrar como si fuera Dios.
Antes de llegar a ese momento, la novela, de estructura abierta, de ‘flash backs’ constantes, cuenta muchas cosas. Por ejemplo: “Separado de su esposa, padre de tres hijos, generoso con las cosas del dinero, Vargas Llosa le dice a [Carmen] Balcells: ‘La mitad del dinero que nos pagarán será para Patricia y los niños. Te ruego que le envíes ese dinero a Lima tan pronto como puedas’. ‘La mitad, no -dijo Balcells-. El sesenta por cinco para Patricia’. ‘Lo que tú digas -dijo Mario’”. En ese momento, Vargas Llosa estaba enamorado ya de Susana Diez. Y algo más adelante, queda clara la generosidad de los dos genios: “Vargas Llosa y García Márquez eran genios para urdir ficciones persuasivas, para tramar historias hipnóticas, pero, en las cosas odiosas del dinero, eran totalmente desprendidos, desapegados, ajenos por completo a la codicia, el afán de acumular, de comprar, de ostentar, y por eso Mario, cuando se divorció de Julia Urquidi, su tía política, le dejó los derechos a perpetuidad de ‘La ciudad y los perros’, y García Márquez le cedió los derechos de ‘Relato de un náufrago’ al sobreviviente colombiano que le contó aquella historia”.
La relación de Mario y Susana iba viento en popa. Ella, que quería ser diseñadora, era buena lectora y muy inteligente, y pensaba: “Mario me ama, pero más ama su vocación de escritor, eso es lo primero para él”. Un detalle los llevará a la ruptura: durante el rodaje de ‘Pantaleón y las visitadoras’, sorprenderá a su amante en una situación comprometida con la actriz Katy Jurado, a la que Vargas Llosa le habría dicho: “Tienes una selva negra entre las piernas, Katy (…) Tus vellos púbicos parecen la barba de un comunista cubano. Pero si quieres, Katycita, yo mismo te los depilo”. “La estaba depilando. Pero Susana pensó que estaba haciéndole un cunnilingus”, le dirá el propio escritor a Carmen Balcells. “Vargas Llosa es el primero de la clase, pero Gabo es el genio”, afirmaba Carmen. Y esto se comenta cuando se firma una carta de apoyo a Heberto Padilla, en la que faltaba la rúbrica del colombiano, que nunca quiso manifestar opiniones contrarias a Fidel Castro.
Jaime Bayly se desplaza en el tiempo y en los recuerdos. En este contexto tan complejo, se desliza una frase de García Márquez que quizá tenga que ver también con el famoso puñetazo: “Te vas a reunir con mi abogado, que es el mejor de Barcelona -le dijo Gabriel a Patricia-. Y le vas a decir que quieres divorciarte de Mario”.
*Texto que publiqué en Heraldo de Aragón.
Eso no sucedería jamás. El hecho culminante fue cuando García Márquez tenía que trasladar a Patricia Llosa al aeropuerto tras una fiesta en Bocaccio. García Márquez dijo: ‘Carajo, primita, creo que me he perdido’. Patricia Llosa soltó una carcajada triunfal y dijo, sin vacilar, volando como un águila: ‘Mejor. No sé si quiero viajar. Por acá cerca hay un hotel’”. Jaime Bayly se imagina lo que pasó, que no es nuevo del todo. En cualquier caso, tras oír de su marido que él no le había sido infiel con ninguna puta y que lo de Susana había sido una calentura, Patricia le dijo a Mario Vargas Llosa: “Ya no eres mi único hombre”. Y le confiesa que se acostó con Gabriel García Márquez y que “es un amante exquisito”. El escritor replica: “¡Le romperé la cara a ese hijo de puta!”.
Lo haría, dice Bayly. “La sangre llegó al río, y ese río, antes de aguas limpias, transparentes, ahora turbio de rencores y malentendidos, fue a morir al mar de los celos, las pasiones contrariadas, las amistades rotas, traicionadas”.
*Foto de la Fundación Gabriel García Márquez.
Rosa Balaguer: “Busco la belleza pero, por encima de lo estético, necesito que mis cuadros tengan alma”
"Mi pintura es muy personal a la vez es muy fácil verse reflejado en ella porque el amor, el miedo o la búsqueda de tranquilidad son algo universal”
Rosa Balaguer (Zaragoza, 1975) ha hecho siempre muchas cosas: es periodista, pintora, atleta de larga distancia, especialmente de maratón. Está a punto de partir para correr en Boston. Tras u muestra itinerante por la UNED, presenta en Zaragoza, en la galería Olga Julián (calle Rufas), una de sus exposiciones más ambiciosas.
¿Qué ha sido primero, la pasión por la pintura o el periodismo?
La pasión por el arte como una forma de comunicación del ser humano siempre estuvo ahí. De hecho la literatura, la pintura y la arquitectura me gustaban tanto, que me planteé estudiar Arquitectura, pero siempre me sentí mucho más “de letras”, las matemáticas no eran mi fuerte y sí que me gustaba mucho escribir, así que acabé estudiando Periodismo, que era lo que más me acercaba a mi necesidad de comunicar y expresarme. Acabé la carrera en 1997, y siempre andaba garabateando, pero realmente no cogí un pincel, primero de una forma completamente autodidacta, hasta 2001.
Bueno. Casi un cuarto de siglo. ¿Cómo se va decantando la pintura en sus inclinaciones? ¿Tiene maestros, referentes iniciales, experiencias concretas?
Paco Lafarga fue mi maestro. Aunque empecé a pintar de manera autodidacta, pronto me di cuenta de que necesitaba aprender técnica, el manejo de materiales. Empecé en el Estudio Cañada, un lugar perfecto para aprender dibujo y anatomía, pero duré poco tiempo allí porque las enseñanzas me resultaban demasiado academicistas y yo quería dar rienda suelta a lo que llevaba dentro. Encontré el estudio de Paco un poco por casualidad pero enseguida se convirtió en mi maestro.
¿Por qué? Él es un pintor minucioso y perfeccionista.
Su forma de entender la pintura y su pasión por el oficio, desprovista de florituras me enganchó a los pinceles. Algunos de sus referentes, como Antonio López, eran también los míos, y me ayudó a comprenderlos desde otro punto de vista mucho más humano, menos idealizado. Poco a poco la pintura fue ocupando cada vez un hueco mayor en mi vida, no sólo pintando, sino visitando exposiciones sin parar, aprendiendo a mirar el trabajo de otros y estudiando a aquellos a los que admiro, como Sorolla y también López, por supuesto. Desde entonces, no he dejado de formarme y aún a día de hoy procuro asistir por lo menos a un taller o ‘workshop’ al año para seguir en contacto con otros pintores, algo que me enriquece mucho.
Veo que lo hace a menudo…
Hace tres años tuve la oportunidad de estar en un curso de una semana en Barcelona con Antonio López y Paco Lafarga; imagínate, juntos mi maestro y mi pintor referente y admiradísimo desde la adolescencia. La emoción que me produjo compartir conversaciones artísticas con López es indrescriptible; la primera noche de curso, lloré a moco tendido en el hotel recordando sus consejos de esa tarde.
¿Qué fue primero: la pasión por la natación o la atracción del azul?
Primero fue la natación, sin lugar a dudas, pero no fue por pasión sino por necesidad. Con 9 años empecé a jugar al tenis, pero me dolía la espalda y me dijeron que tenia una ligera escoliosis y que tenía que sustituir el tenis por la natación para corregir esa pequeña desviación de la columna. Así que casi sin quererlo, empecé a nadar. Primero dos días a la semana, luego entré en el equipo del Stadium Venecia y pasé a nadar cinco (seis si competía el fin de semana). Supongo que en algún momento hubo pasión; me gustaba y me divertía, pero yo recuerdo ese deporte con dureza, y en los últimos años acabé un poco harta.
Harta, harta…
Ja, ja, ja. Al final son muchas horas mirando a una raya continua, dando vueltas como un hámster en el mismo recinto sin poder casi hablar con nadie, aunque yo hablaba mucho en los descansos y me castigaban por ello a nadar a mariposa. Nadé tanto en este estilo que cuando competíamos en relevos de estilos, yo era siempre la elegida para hacer el de mariposa porque era ya una especialista, jajaja.
¿Qué lugar u obsesión ocupa en usted el agua, otro asunto que le interesa mucho?
El agua no me obsesiona, pero me hace sentirme totalmente libre y al final es un vehículo que me ayuda a expresarme y a canalizar todos mis estados de ánimo. Hace poco, alguien que observaba mi trabajo pictórico me dijo: “Tú dejaste el periodismo, pero el periodismo no te dejó a ti porque tus cuadros comunican muchas cosas”. Y en esa búsqueda de la comunicación con los demás el agua me ayuda mucho porque, como siempre digo, no entiendo el agua como un elemento, sino como un sentimiento porque a todos nos hace sentir algo. Casi todo el mundo, hasta el que no sepa nadar, va a sentir cosas en el agua -calma, relajación, esfuerzo, miedo…- así que es fácil identificarse de una manera u otra frente a un cuadro en el que hay alguien flotando.
Si se observan sus cuadros con calma, se percibe una voluntad de exploradora. ¿Qué cree que hay en el agua, en los nadadores, qué encuentra? A veces parece que hasta haya sirenas.
Soy de natural curiosa, así que me gusta cuando los protagonistas de mis cuadros también lo son. Me gusta pintar figuras pequeñas en medio de una inmensidad de agua, casi engullidos por el escenario. Escalar así la figura humana aporta sensación de lucha, de plantar cara a las cosas que no podemos controlar. Me gusta pensar que mis nadadores son personas valientes que hacen frente a sus propios temores. Porque para mi el valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo enfrenta. Y el plasmar así todo aquello que me atenaza me ayuda a seguir avanzando.
No sé si la marcaron artistas como Patinir, Turner… ¿Cómo define ese arrebato tan personal, que cada vez incorpora más cosas, por ejemplo el verde?
Me gustan ambos (más Turner, por aquello de lo perturbador de sus paisajes), pero no me identifico con ninguno de ellos. Me hipnotiza Antonio López, me enganchan Francis Bacon y Lucien Freud por lo psicológico de sus personajes, y me obsesiona Sorolla, no tanto por el tema del mar sino por su pincelada y su tratamiento del color. También hay muchísimos pintores contemporáneos a los que admiro y sigo por Instagram -que es para mí una infinita enciclopedia de arte- y de los que inevitablemente acabo siendo influida. Ahora estoy incorporando otros colores a las aguas porque he llegado a un punto en el que me ahogo entre tanto azul. Necesito expresarme con otros matices y estoy utilizando incluso colores flúor, a veces aplicando directamente espray bajo la pintura. También me gusta añadir arenas y empastes que dan mucha expresividad a la obra.
He visto su exposición itinerante de la UNED en Calatayud. Quizá la más personal y completa de las suyas: había de todo. Era familiar y autobiográfica, estaba la natación, estaba el atletismo… ¿Cómo se ligan las dos, la de UNED y esta, ‘Un mar de dudas’, que presenta en la galería Olga Julián?
La UNED era un espacio enorme, así que aproveché para llevar obras mías más personales que normalmente no enseño. La gente piensa que sólo pinto aguas, pero también me encanta pintar ambientes mucho más intimistas, escenas cotidianas. El retrato siempre me ha atraído mucho como género, así que quise llevar algunos de ellos, y al final, sin darme cuenta acabé haciendo un compendio familiar, porque cuando pinto retratos, casi siempre mis seres cercanos acaban siendo los modelos por aquello de que son los que tengo más a mano. También había algunos cuadros de corredores porque el correr ocupa una parte importante en mi vida y al final me resulta inevitable que mis dos obsesiones confluyan. Pero la sala principal de Calatayud, como no podía ser de otra manera, era acuática. Pinté de propio para ese espacio un tríptico enorme que plasma una historia personal que hacía tiempo tenía ganas de contar. Me lo pasé pipa pintándolo y creo que eso se nota en el resultado, así que he querido rescatar esa obra que tanto gustó en Calatayud para la expo en la galería, ya que además en Zaragoza no la había expuesto todavía. También hay alguna otra obra que estuvo en ese espacio y que ahora he rescatado para ‘Un mar de dudas’, pero la mayoría de las obras que he llevado a la galería son nuevas y pintadas ‘ad hoc’ para esta muestra.
¿Por qué ha elegido este título, tan poético y a la vez una frase hecha: ’Un mar de dudas’?
Porque a pesar de que puedo ofrecer una apariencia fuerte, por aquello de correr maratones, me considero una persona frágil, a veces demasiado sensible y que le da muchas vueltas a las cosas. Me gusta además jugar con las frases hechas y con las contrariedades que tenemos muchas personas, peleando por ser valientes frente a nuestras flaquezas.
¿Cómo ha sido la relación con Olga Julián? ¿Qué le aporta ella?
Conocí a Olga hace 6 o 7 años, ella al frente del área cultural y artística de la Fundación CAI y yo todavía en mi empresa de comunicación. Al poco tiempo coincidimos ‘pictóricamente’ en varios eventos y después ella me propuso hacer una expo en la biblioteca Mariano de Pano. Ahí empezó a tejerse una relación amistosa/profesional cada vez más sólida. Con ella me siento súper cómoda y me da mucha confianza, algo que es muy difícil de encontrar en este mundo. Olga tiene un increíble amor al arte y un gran respeto hacia el trabajo de los artistas. Muchos galeristas apuestan sólo por los jóvenes, o por los artistas fallecidos, o exclusivamente por los de fuera de Aragón porque piensan que el talento ha emigrado. Olga ha hecho un apuesta por el arte aragonés sin condiciones y se ha entregado a su proyecto en cuerpo y alma. Admiro de ella que, a pesar de la paulatina desaparición de las salas de exposiciones en nuestra ciudad, ha tenido la valentía de abrir un nuevo espacio físico que dinamiza la vida cultura no sólo con muestras temporales sino con cursos, charlas y mentorización de proyectos.
¿Qué le ofrecen el atletismo y la pintura? ¿Se interfieren de algún modo, la estimulan?
El atletismo y la pintura me dan vida. Necesito ambos y cuando alguno me falta temporalmente, no me aguanto a mi misma. A ratos pinto en mi cabeza mientras corro, y corro también en mi pintura, pues mucho de mis cuadros hablan, por ejemplo, de las sensaciones que me han producido algunas maratones. A la pintura llegué por necesidad, al atletismo por casualidad, pero ambos se conjugan y me ayudan a entenderme como persona. Soy intensa, digamos que apasionada, y me gusta proyectar mi pasión en ambas disciplinas. A pesar de que puedan parecer casi opuestas, ambas me aportan equilibrio. Del atletismo y de la pintura he aprendido a trabajar la paciencia, el quererse a uno mismo y el no llevar la autoexigencia a puntos que nos hagan sufrir demasiado. Tiendo a ser perfeccionista y tanto el deporte como la pintura me ayudan a apreciar que para que algo salga bien lo importante es disfrutar el camino. Si el proceso ha sido gozoso, el resultado final será bueno.
Sus cuadros son minuciosos, sensuales, auténticas cartas de color. ¿Qué busca? Tras tantos años dando vueltas y más vueltas, pintando y soñando y sintiendo, ¿cómo entiende el arte?
Entiendo el arte como una manera de comunicarme con el mundo, de dar titulares de lo que pasa por mi cabeza. Intento buscar la belleza con mi pintura, pero por encima de lo estético, necesito que mis cuadros tengan alma, que cuenten cosas. A veces, también cosas feas. Muchas veces son la visualización de un anhelo, un sentimiento de calma o el deseo de vivir aislada en mi mundo, con la ingravidez y el amortiguamiento sonoro que aporta el agua. Otras veces son la lucha contra una misma en circunstancias adversas. Muchos se sorprenden cuando explico que algunos de mis cuadros de agua hablan de correr en asfalto, de agonizar en el calor. ¿Cómo algo puede explicar a su casi opuesto? Quizás los años braceando en la piscina, sin posibilidad de hablar mientras nadaba dejaron en mí la necesidad de contar lo que me pasa sin palabras. Al final, mi obra es muy personal porque proyecta mis sentimientos, pero a la vez, creo que es muy fácil verse reflejado en ella porque el amor, el miedo o la búsqueda de tranquilidad son algo universal.
PD. La exposición ‘Un mar de dudas’ incluye, como suele ser habitual, a un artista joven. Aquí se trata de la escultora, aragonesa, Carmen C., que destaca por realizar esculturas en mortero con látex y pintadas con acrílicos y pinturas especiales para exterior. En la exposición se pueden ver 4 cabezas tituladas ‘memoria de pez’, 3 tótems de diferentes alturas y una nadadora que parece salirse de los cuadros de Rosa. La dos exposiciones estarán abiertas hasta el 10 de mayo. El horario es: jueves y viernes de 17:30 a 20:30 y sábados de 11:30 a 13:30 y de 17:30 a 20 :30 h. (Resto de horarios con citas previa).
Foto de Guillermo Mestre de Heraldo.
Felisa Ferraz: “Mi Pirineo es belleza y compromiso”
La profesora e investigadora es la directora del Festival Pirineo Literario que se celebrará en Benasque del 8 al 10 de septiembre
¿Por qué el Festival Pirineo Literario, qué buscan y qué quieren contar?
-El Festival es un escaparate del proyecto Pirineo Literario y se inaugura el día 8 de septiembre con Luz Gabás y el músico José María Ciria. Nuestro objetivo es crear una cartografía lectora que recoge a todo tipo de agentes (libreros, bibliotecarios, gestores, autores, lectores) vinculados a la lectura para tejer una red de prácticas lectoras en las que el Pirineo es paisaje, territorio literario y motivo cultural. A través del Festival damos a conocer el proyecto y visibilizamos nuestro trabajo, que tiene vocación de unir toda la cordillera, de mar a mar, a través de la literatura; nuestra intención es que sea una propuesta que se consolide como una fiesta de la literatura.
Ese es el tema de un trabajo suyo publicado en Prames. ¿Cuál sería su campo base o área de influencia?
-Nace en el valle de Benasque, desde el impulso de la Asociación Guayente y con el apoyo del ayuntamiento y de la comarca de Ribagorza; ojalá en próximas citas podamos extenderlo a otras sedes en otros valles y comarcas. Tiene por sede el Palacio de los Condes de la Ribagorza y se prolongará desde el 8 al 10 de septiembre; se cerrará con la proyección de la película ‘La luz de septiembre’ de Lola García. Colaboran el Ayuntamiento de Benasque y la Diputación de Huesca.
¿Qué tiene de esencial y literario el Pirineo?
-El Pirineo tiene una gran historia literaria, desde la tradición oral -plagada de mitos y leyendas- pasando por la obra de los pirineístas clásicos de la Ilustración y el Romanticismo, hasta llegar a nuestra época en la que sigue siendo escenario de relatos que abordan tramas costumbristas, mágicas, históricas, policíacas... Uno de nuestros empeños es mostrar un Pirineo contemporáneo que sigue vivo, aportando una cultura propia que no solo mira al pasado sino al presente y al futuro de las vidas de los que allí habitan.
¿Cuáles serían algunos libros decisivos?
desde el mito de Pirene y el cantar de Roldán hasta la novela de Irene Solá, ‘Canto yo y la montaña baila’ hay un sinfín de obras magníficas en las que el Pirineo tiene un papel protagonista. Me gusta el Hemingway que va a pescar a Irati en ‘Fiesta’, Marta Iturralde poniendo voz a las mujeres pirineístas en ‘Mujeres y montañas’ o Sender evocando su infancia en ‘Crónica del alba’. Me resulta difícil elegir un libro decisivo porque creo que tenemos la suerte de tener muchas voces singulares que han recorrido este Pirineo literario, algunas ya clásicas como Severino Pallaruelo o Julio Llamazares y otras que pueden sorprender al lector como Carmen de Burgos, Juan Ramón Jiménez o Josep Plá.
¿Quién es, para usted, el personaje pirenaico por excelencia, ya sea hombre o mujer?
Es alguien que tiene muy arraigados unos valores ancestrales que son un código de comportamiento, una forma de vida, es alguien que debe hacer frente a la adversidad en forma de catástrofe natural, soledad, necesidad de superar las dificultades materiales de la vida, en un entorno de magnífica belleza pero también hostil. Un personaje pirenaico es el último habitante de un pueblo, la mujer que emigra a servir en la ciudad, el neorrural que busca encontrarse a sí mismo volviendo a sus raíces…
¿Qué le da a usted el Pirineo? Ha escrito mucho sobre ello.
El Pirineo es mi raíz y mi vocación. A través del paisaje me he entendido a mi misma y me he encontrado con gentes estupenda con la que recorrer el camino. Mi Pirineo es belleza y compromiso.
A la luz del programa, esencialmente femenino este año, ¿es el Pirineo un escenario de mujeres y contado por mujeres?
-La mujer tradicional en el Pirineo era la guardiana del relato de la Casa y sus habitantes, la que transmitía las leyendas y las historias familiares, la que cuidaba de todo y de todos, pero no tenía una voz pública. Los últimos veinte años han visto cómo las voces femeninas en el Pirineo se multiplican: desde las más populares como Luz Gabás o Rosario Raro; las jóvenes como Irene Solá o Sandra Araguás; las clásicas como Carmen Castán o María Pilar Benítez; las montañeras como Marta Iturralde o Nuria García Quera… Y esto es solo el principio.
*La foto es de Oliver Duch, fotógrafo de Heraldo.
Carlos Alcaraz, Carlitos, es un improvisador nato, alguien que desordena no solo el juego sino los pronósticos. Novak Djokovic, con sus 36 años que parecen 26 o alguno menos, está en un estado de forma imperial, corre como un velocista, quiere llegar a todo y tiene la resistencia de un maratoniano. Y no son palabras al viento: ayer lo demostró. Corrió y corrió y corrió, quiso llegar a todas las bolas, y durante muchos minutos de las casi cinco horas del partido lo hizo, y dio una lección de sus cualidades: la del tenista perfecto que no tiene defectos (quizá algunos de mal genio), que es rocoso, que posee una concentración impresionante y que golpea con la fuerza de un martillo pilón. Su trayectoria en este torneo de Wimbledon había sido intachable: cedió algún set pero ganó de manera majestuosa y demostró su su autoridad y su sentido de la dosificación.
En la hierba de la pista central, se encontró con Carlos Alcaraz, que había tenido rivales más duros, hecha la salvedad de Sinner. Carlos es soberbio, único y osado, y es una factoría de fantasía e improvisación. El español había jugado partidos casi perfectos y llegó a la final en un excepcional estado de forma y de confianza. Tenía un secreto que iba más allá de las palabras: de verdad, con toda la vehemencia interior, con la fuerza de la determinación del héroe, quería ganar. Y eso, a la postre sería decisivo: no estaba de paso, no quería conformarse con una elogiosa derrota. No. Quería ganar, y tenía las claves visibles, con sus ramificaciones ocultas: talento, ambición, confianza, paciencia y una madurez inefable.
Eso sí, en el primer set Novak Djokovic lo arrasó literalmente. No le dejó desarrollar su juego, y algo peor: le hizo sentirse vulnerable, como si todo se hubiese desplomado al vacío: su estrategia, sus golpes y su autoestima. Aunque hubo juegos de incierto resultado, que se decantaron hacia Djokovic, la primera prueba fue un paseo. El serbio realizó una demostración de recursos y de personalidad: encadenó primorosos saques con sus golpes de ‘drive’ y el revés cruzado, a dos manos, con las voleas, con el ‘passings’, y no solo eso: pareció anticiparse incluso al pensamiento de Carlitos.
Alcaraz, a sus veinte años, es portentoso y es capaz de ser tan impetuoso como el maestro de la intensidad, que es Djokovic. Sabía que el segundo set era clave y lo jugó con todo lo que tiene: sed de gloria, buenos saques, esas dejadas que rompen el ritmo del rival y ya son como de una nueva escuela, trallazos que van y van con el vértigo y la sutileza del látigo y la potencia de un misil, resistencia, velocidad y descaro. Descaro: algo que Alcaraz posee como ningún jugador del circuito. Venció en el ‘tie-break’ y se llevó el tercer set de calle. El jugador serbio -de 23 títulos de Grand Slam, siete de ellos en Wimbledon, uno menos que Roger Federer, el poeta exquisito del tenis, el bailarín más sofisticado– se jugaba mucho: su orgullo, volver a ser número uno del mundo y su octavo título en Londres. Y se jugaba algo que lleva a gala: quiere seguir reinando sin sombra y alcanzar y superar los 24 ‘grandes’ de Margaret Court.
Su carácter y su competitividad no le permiten ser complaciente o frágil con los que vienen tras él. Por eso reapareció en la cuarta manga con su mejor tenis, con sus cualidades, con sus bolas cruzadas, con sus ‘primeros’ increíbles y eficaces, con sus restos admirables -es el mejor de la tierra, y Alcaraz empieza a rivalizar en ese atributo también– y con esa transformación de la que es el maestro total: pasa de la defensa al ataque en pocos segundos. Ganó con claridad y precisó: “Aquí estoy. El monarca sigue vivo”.
Carlos Alcaraz no perdió la compostura. Y volvió a rearmarse de ingenio e imaginación, (hace del tenis a veces un divertimento), de sorpresa, de picardía, de insolencia y de belleza, sin ceder ni en la velocidad ni en su respuesta inverosímil. Llega a todo. Y en los instantes de peligro extremo no pierde la calma y sigue ahí arriesgándose, con chispa.
Carlos Alcaraz, Carlitos, posee la muñeca de Santana, la fantasía de Orantes, la fuerza física y mental de Nadal, y sabe ser él mismo sin arrugarse. Es tan libre y valiente que siempre encuentra una senda para el triunfo y la gesta. Cree en sí mismo hasta la desmesura. Ayer, contra casi todas las previsiones, se coronó rey del mundo y de Wimbledon. O como dice el compañero de HERALDO Miguel Ángel Coloma quiso ser “Carlitos, I de Inglaterra”. Quiso serlo y lo fue. Y lo es. Nos regaló, nos regalaron, un partido para alimentar el tesoro de la memoria como sucede con la victoria de Nadal sobre Federer en 2008.