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Antón Castro

ENRIQUE VILA-MATAS

ENRIQUE VILA-MATAS

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) vuelve de la enfermedad con una novela, ‘Montevideo’ (Seix Barral), que en el fondo parece un viaje circular con todas sus obsesiones. La novela se presentaba el martes en el museo Pablo Serrano.

¿Tiene un diccionario de citas, lo elabora día a día?

No, no. He sacado muchas en mis libros, pero creo que jamás habían salido tan naturales. ¿Por qué? Porque forman parte de una conexión con la realidad. Si yo había estado en esta plaza de San Pedro Nolasco, y me acuerdo. Es una asociación de ideas de lo que he leído con lo que pienso en aquel momento. Y luego creo que es también eso que digo últimamente: la voz de mis novelas es la voz de un ensayista. De hecho, y en ‘Montevideo’ sucede, el autor de mis libros quiere ser ensayista y vuelve a narrar otra vez.

A provechando una pregunta que se hace en su libro, se la devuelvo. ¿Qué tienta a escribir a un narrador contemporáneo como usted? Un narrador que, por una parte, quiere contarlo todo y a la vez prefiere contenerse.

Viendo ‘El mal de Montano’ o ‘Doctor Pasavento’, dos de mis novelas, incluso lo que hice antes en ‘Bartleby y compañía’, se narra desde el punto de vista de quien piensa en directo. Uno pensamiento y ficción. Quien me conoce sabe que en París no fui delincuente. En la primera página digo esto para marcar la diferencia que hay entre los dos narradores.

Viendo sus libros, ¿podríamos decir que su escritura es como un palimpsesto, escribe usted porque han escrito antes que usted?

Alguien ha definido esta novela como un palimpsesto y estoy totalmente de acuerdo. No había caído en la cuenta. Es evidente que escribo sobre uno, sobre la escritura de los demás, sobre lo que he leído y asimilado, y encima en este libro voy más allá: paso a la habitación de al lado, que en este caso es Cortázar.

El libro empieza en París y acaba en París. En cierta manera, como dice en una de sus novelas, ‘París no se acaba nunca’ para Vila-Matas.

-No ha sido deliberado pero a medida que avanzaba me daba cuenta de que estaba siempre en París, que no es una ‘boutade’, sino que el mundo cultural de París, el mundo del aprendizaje humano (estuve allí dos años viviendo), fue una experiencia importante y me doy cuenta ahora más que nunca. Por eso está escrito desde París y la formación cultural es esta. Me muevo en el humor, en la ambigüedad y en la paradoja. Salvo un personaje, al que solo quiero darle luz, todos los demás personajes tienen luz y sombra.

¿Para usted, vivir la literatura, no es como hacer viajes que otros han hecho antes?

Sí. Con Tabucchi, del que fui muy amigo, me pasó algo precioso: daba conferencias a los balleneros de Porto Pim y les decía que él era un personaje del escritor Enrique Vila-Matas, que era yo. Los balleneros, imagínese, cómo lo miraban. Yo le copié la descripción literal del bar y un día Tabucchi me dijo: “¿Por qué me persigues?”.

Lo cuenta en el libro.

Soy un enamorado de sus libros ‘Dama de Porto Pim’ y de ‘Pequeños equívocos sin importancia’; a veces en las pequeñas piezas logras grandes cosas, profundidad y variedad. Estaba emocionado con la adaptación de ‘Sostiene Pereira’, y fue Marcello Mastroianni, el protagonista, a verlo a su pueblo. Y no tenían vino. Mastroianni fue a buscarlo a la fonda del pueblo, lo vieron entrar y se quedaron todos perplejos. Era un gran escritor.

Siendo la suya una voz de ensayista, da la sensación de que para usted la novela es un género de libertad total.

Sí, la realidad, en plan confesional, es que me encanta narrar. Ja ja ja. Todo el final del libro era una gran fiesta para mí. Cada vez tenía más cosas para contar. Lo que pasa es que el pensamiento me importa mucho, pero no soy tan experto como otros. Me doy cuenta de que la narración me gusta cada vez más.

Me ha encantado ese verso de Jorge Luis Borges: “Montevideo, ciudad que se oye como un verso”.

¿No lo he puesto en el libro, verdad?

Sí, sí, lo ha puesto.

Es cierto. Lo puse ya cuando estaba metido en el libro. Es fantástico.

Otra cuestión. ¿Cuál es la importancia del azar? Tengo la sensación de que usted es como un especulador del lenguaje, de los hechos, de personajes, de ambientes y atmósferas, pero no sabe muy bien a donde va. Y la realidad le va dando regalos...

¿Eso cree? Es posible, sí. Lo que ocurre es que no hay una sucesión lineal en la historia, y de repente pasa una serie de cosas seguidas que tienen relación entre ellas, pero en el tiempo. Una conversación que tenías con alguien continúa de repente sin darte cuenta, y el tiempo se puede quebrar. Esto viene de la sensación de que la memoria nos permite enlazar muchas cosas. Si tuviéramos un 10% más de memoria aún nos iría mejor.

Ha dicho que en este libro hay un cambio a partir del cuento ‘La puerta condenada’ de Cortázar, que intenta revivir en Montevideo.

Me voy algo más allá y incorporo lo fantástico a mis libros.

Pero no solo ahí: se imagina que Miles Davis viaja en el tiempo, o lo que sea, y se cita con el poeta Stéphane Mallarmé.

Es una de las escenas que más me gustan de ‘Montevideo’. Es el diálogo imposible del hombre ordenado frente al otro que trae el jazz y la capacidad de la improvisación.

La novela nos da para muchas más cosas. Hablaríamos de los escritores uruguayos que ama: Idea Vilariño, Felisberto Hernández, Juan Carlos Onetti...

Onetti, que no se movía de la cama ya instalado en Madrid, un poco harto de los que querían grabarle, les dijo: “Por simpatía, me resigno”. Es una frase maravillosa. Me gustaría mucho que esta frase sustituyese a la Melville y su ‘Bartleby, el escribiente’: “Preferiría no hacerlo”.

 

DIÁLOGO CON SANTIAGO ARRANZ. ARTISTA

DIÁLOGO CON SANTIAGO ARRANZ. ARTISTA

Santiago Arranz (Sabiñánigo, Huesca, 1956) acaba de crear la Fundación Arranz-Raso en compañía de su mujer Trinidad Raso.

1-Se está celebrando la Vuelta Ciclista a España. Durante varios años fuiste ciclista y de los buenos. ¿Qué recuerdos conservas?

-En mi vida siempre ha habido algo épico. Pensar un reto y realizarlo, a veces, inconscientemente. Lo que siempre ha sido importante para mí es el camino y el ciclismo era una larga carretera y un hábito de laboriosidad. Casi nadie, a esa edad, quiere sacrificarse tanto. Cuando tenía apenas 15 años viajaba con mi equipo, íbamos a hoteles, te aplaudían, tenías una meta… Todo esto lo he vivido luego en el arte. Lo importante de ese ciclismo metafísico que yo practicaba es que hacías cosas muy diferentes. No era muy habitual decirles a tus padres un domingo por la tarde: me voy a Caspe en bicicleta, a ver a unos tíos, desde Sabiñánigo atravesando Monrepós y Los Monegros en agosto. En algunos hoteles como Las Brujas de Bécquer, en Tarazona, he estado como ciclista en los años 70, y también como artista.

2- ¿El arte se te impuso en la infancia, en la adolescencia, en la juventud?

-Me gustaría hablar de esa vida en común que comparten a veces las ideas y cómo se apoyan unas en otras hasta que se impone aquello que sentimos con más fuerza, y en mi caso, la pintura se impuso al ciclismo. En mi experiencia del arte, hubo diversos comienzos, pero quizá fue determinante un viaje familiar recorriendo todo el norte del país en coche desde Sabiñánigo a Santiago de Compostela, visitando catedrales románicas y góticas todo el tiempo sin que esto me cansara o aburriera. También debió de influir que mi abuelo Santiago dedicara la última etapa, tras la jubilación, a la escultura y verle tan feliz adivinando formas en las piedras, paseando por el campo, me transmitía a cada paso su admiración por la naturaleza.

3- ¿En qué momento te das cuenta de que ese es tu camino?

- El genio para mí, entonces, y también ahora, no tiene que ver con el virtuosismo, ni con el dominio técnico que nos procura una perfección sin alma. Siempre me ha interesado esa capacidad de transformar los elementos y transcribirlos a símbolos. Como cuando decoré en mi juventud unos floreros para mi madre con improntas de hojas o pinté en una bobina de papel mi primer friso, sin importarme un ápice la calidad de lo reflejado. Lo importante entonces, y ahora, era la emoción de quedar suspendido por la acción artística. Eso fue lo que me ayudó a comprender que la pintura sería lo que más feliz me haría en la vida.

4-Pronto te vas a París, becado por la Diputación. Imagino que sigues viendo ese periodo como una de las aventuras de tu vida. ¿Qué te dio la ciudad, la beca, esa apuesta por una vocación?

- Fue una experiencia vital y artística increíble. En París realicé por encargo de Gérard Georges Lemaire las letras de mi abecedario para el libro de Gérard de Cortance Le monde du surréalisme, editado por Henri Veyrier en 1991, lo que supuso para mí descubrir la magia que encerraba animar figurativamente las letras capitulares de este diccionario y las consecuencias que este hallazgo supondrían en los posteriores desarrollos de mi obra, formulada a partir de iconografías formales, aplicadas, tanto en mis pinturas como en los edificios públicos en los que he intervenido. Por la misma época, en Zaragoza, y viviendo ya en París realizaba el importante ciclo de pasteles sobre tabla dedicado a Las ciudades invisibles de Italo Calvino, libro que conocí por su comisario Pablo Rico y que se expusieron en la colectiva Per corso de città invisibile, en Venecia, durante la Bienal. Así fue como empezé a convertirme en ese amigo íntimo de los escritores y a relacionar lo pintado con lo leído, trabajando en ciclos pictóricos sobre los cafés literarios y Ramón Gomez de la Serna, Kafka, las bibliotecas, Cioran, la Lisboa de Pessoa, Las virtudes del pájaro solitario… y mi encuentro en Marrakech con Juan Goytisolo , o mi último viaje literario a Nueva York, a la luz de Lorca.

5-Estuviste más de una década… ¿Cuál sería el balance final?, ¿cómo es el Arranz que regresa?

- Primero vivimos en Fontainebleau, a unos 50 km de París, gracias un alojamiento que me proporcionó el Centro Nacional de Artes Plásticas en un antiguo hotel, entonces residencia de estudiantes universitarios. Un lugar muy proustiano, con vistas al Chateau de Fontainebleau, ciudad donde también hubo en otra época una escuela pictórica relevante de artistas exiliados, que perseguían, como yo, un sueño de perfección, como escribió entonces Michel Hubert acerca de mi obra. Cuando llegué a Fontainebleau no tenía una idea muy precisa de lo que iba a hacer, y me convertí en un flanneur, que vagaba por los jardines del castillo, donde finalmente encontraría la inspiración. Hoy uno de estos cuadros forma parte de la colección de las Cortes de Aragón. En esta época abandoné prácticamente la figura humana, muy presente en mis primeras telas, para desarrollar cuadros basados en la arquitectura y en la propia composición del cuadro. La influencia fue tal que al volver a España tuve que continuar pintando lo mismo, ya con los Pirineos al fondo. Después vino la etapa de París y mi estudio cercano a la Place Clichy, hasta nuestra instalación definitiva en Noisy le Grand, al este de París. El Arranz que regresó ya había explorado las posibilidades que encerraban sus vocabularios tras la creación de su abecedario y era capaz de trabajar en el espacio-tiempo reales de la arquitectura y escultura en proyectos institucionales de rehabilitación de edificios como Capuchinas en Huesca o Morlanes y Centro de Historia en Zaragoza, a los que fui invitado a participar por sus arquitectos, que descubrieron las inmensas posibilidades que encerraban mis vocabularios al integrarlos en el sistema constructivo de sus obras. La expresión se convirtió en estilo y la pintura en lenguaje. La perspectiva tradicional de los cuadros desapareció, poblando los lienzos de los edificios de una cartografia de signos y símbolos, en el mismo plano de la escritura.

6- Inicialmente habías sido un pintor. Incluso un pintor muy literario, ¿no?. Cómo te relacionas con la literatura ?

Me considero un alma compuesta que arrastra sin complejos un carrusel de artistas, si bien sostengo que todos los desarrollos artísticos que he experimentado proceden de la pintura y amplían sus posibilidades cuando consigo liberarme de su cárcel y hacerme libre en otras disciplinas, como sucede con la literatura, la arquitectura y la escultura.

7-De vuelta, poco a poco, empiezas a trabajar con arquitectos: en Huesca, en la Casa de Los Morlanes, en el Centro de Historias. En cierto modo también te haces escultor. ¿Cómo ves todos estos pasos? ¿Eres cada vez más atrevido?

- En Capuchinas descubro el sentido de la huella y la impronta, que ya estaban en aquellas jardineras decoradas en mi adolescencia, ahora transmutadas por la técnica del encofrado en huecorrelieves. Formas simbólicas que se relacionan con la vida, con las plantas y los animales, y nos hablan de la naturaleza humana. Esa capacidad reflectante que tienen siempre los símbolos cuando nos revelan la realidad desde la poética del vacío y el hueco.

8-Pintas, dibujas, esculpes ….Y descubres a Lorca. ¿Qué le debes, cómo es esa conexión con el Lorca de Poeta en Nueva York, sobre todo?

Estuve en Nueva York en 2017, quería experimentar de nuevo el arte desde la palabra y establecer un mapa literario de sentimientos compartidos con Lorca, muy similares a los que yo experimenté en París a la misma edad, en una época diferente, en los que la ciudad era vista como símbolo de sufrimiento para el hombre. Me motivó tanto esta idea que me instalé en Harlem por un tiempo con la intención de establecer una confluencia de ideas entre su escritura y mi obra artística, visitando los lugares y los escenarios por donde el poeta transitó en su estancia en Nueva York y que ya habían sido reconocidos por el lorquista Christopher Maurer en su libro Federico García Lorca en Nueva york y La Habana: Cartas y recuerdos. El carácter simbolico de la obra de Lorca y el interés por el hueco como pérdida y ausencia lo vinculaban con mis intereses artísticos y descubrieron para mí nuevas perspectivas a su obra escrita desde mi lenguaje plástico.

9- ¿Cómo valoras la experiencia zaragozana?

Zaragoza es mi ciudad de referencia, mi hogar. He trabajado prácticamente siempre desde esta tierra y a esta ciudad he vuelto casi siempre a mostrar proyectos realizados en tierras lejanas. Nos conocemos desde hace años casi todos y me esfuerzo por no desvincularme de ella y contribuir con mi trabajo a su vitalidad artística.

10- Decides regresar a Castejón de Sos. ¿Has sentido la llamada de la naturaleza? ¿Estabas buscando algo: armonía con la naturaleza, belleza, regreso al origen?

-No elegimos nosotros. Son los lugares los que nos eligen y de ahí surge el arraigo, algo que yo no conocía hasta que llegué a Castejón de Sos, siguiendo a esa chica del país del norte que es mi mujer, Trinidad. Vivo en esa canción de Bob Dylan, sin añoranzas. Lo que siempre anduve buscando está aquí: el humanismo, la naturaleza, lo inexplicable.

11- Cómo has trabajado y evolucionado ahí, en tu espacio de Las Maigualas?

-Las Maigualas es el nombre que recibe este término natural de Castejón de Sos, donde se ubica mi taller, que he ido transformando en años sucesivos hasta convertirlo en mi único centro de creación. Está cercano al pueblo, en medio de un prado inclinado, y desde el 2009 en que decidí preparar desde aquí mi exposición para la Lonja de Zaragoza, es ya mi único taller. El entorno es tan bello que es mejor no mirar para no distraerse. El único taller que me ha obligado a mirar lejos y hacia afuera ha sido éste, hasta condicionar mis obras por la presencia del paisaje de proximidad en ellas o dedicarles series enteras y extensas, aún no concluidas, como los Paisajes Pasajeros, que comencé tras la pandemia.

12- Cómo se os ha ocurrido crear la Fundación Arranz-Raso? ¿Cuáles serían los objetivos básicos?

- Desde este verano la Fundación tiene su sede en Casa Silvestre, una vivienda familiar rehabilitada en 2018 con intervenciones artísticas mías en su arquitectura. Aquí pretendemos crear una residencia de artista, abierta no sólo a artistas plásticos, sino a creadores e investigadores de otras disciplinas como escritores y músicos que dispondrán de un espacio taller, si lo necesitan. En este sentido contamos con la voluntad y el apoyo del Ayto de Castejón de Sos que ha ofrecido crear, conjuntamente con la Fundación, una beca que nos permitiría invitar a un artista a trabajar y mostrar su trabajo en el Centro Cultural, en la sala a la que el Ayto ha decidido darle mi nombre y que emprende una nueva andadura al quererla dedicar sólo a proyectos culturales: exposiciones, conciertos, presentaciones de libros y conferencias. Otro objetivo, no menos importante de la Fundación, será asegurar la promoción y la exposición al público de mi obra, protegiendo así mi legado y mi archivo personal al compartirlo. Este segundo espacio se ubicará en mi taller que estamos adecuando para este eventual uso que un día será permanente, ya que contamos con aproximadamente 1000 obras de nuestra propiedad entre pinturas, dibujos, esculturas, libros de artista y diversas maquetas relacionadas con proyectos arquitectónicos. Nuestra intención, al fijar nuestra residencia definitiva en Castejón de Sos, fue crear un equipamiento cultural privado desde el que tratar la cultura como elemento transformador y enriquecedor de la sociedad en el ámbito rural, cada día más diverso y formado, sumándonos a una red de centros culturales emergentes que no deja de ampliarse. Desde la Fundación apoyaremos todas aquellas iniciativas artísticas que tengan en cuenta los valores humanistas y la defensa de la naturaleza capaces de inspirar un nuevo renacimiento, muy necesario en el arte de hoy.

13- Qué podrán hacer ahí los artistas jóvenes o los investigadores? ¿Cómo son esas mil piezas con las que se van a encontrar?

-Somos conscientes de que estamos alejados de los centros de producción artística de las ciudades, pero otro modelo es posible, y apostamos por la perdurabilidad en relación a la naturaleza de este tipo de iniciativas que surgen como reacción a un mundo volátil y ansioso de modas. Aquí los artistas encontrarán la paz, la libertad y el alejamiento, imprescindibles a la creación y a la reflexión. Un mundo lento y antiguo como un monasterio desde el que pensarlo y representarlo con carácter de eternidad.

14- ¿En qué momento está el artista Santiago Arranz, ya sabes quién eres y lo que buscas?

- No doy nada por hecho ni confirmado, a pesar de tener un pasado. Sigo haciéndome preguntas, qué es lo que queda de un artista. Si surge una idea nueva, me activo y ahora la tengo. Me interesan los dos modos extremos de arte: la pintura mural, destinada a los espacios públicos en el que manejas elementos que conciernen a una comunidad y con los que se identifican, como la muy reciente pintura mural realizada en el Centro Cultural de Castejón de Sos inaugurada a finales de agosto, con motivo del Congreso de Periodismo de Altura, que se celebra en Castejón de Sos, desde hace ya veinte años. Igualmente me interesa el plano el intimista y lírico de la pintura plasmada en mis paisajes pasajeros, entendidos como autorretratos o paisajes que describen un estado de ánimo, pues la pintura continúa siendo para mí una herramienta imprescindible para ahondar en el alma humana.

15-Es una pregunta quizá escolar, pero siempre tendemos a darle vueltas y más vueltas…¿Cuál es el lugar del arte tradicional en nuestra vida y en nuestra sociedad?

-Con las realidades virtuales se está deformando lo que tradicionalmente fue la creación de mundos paralelos que siempre había existido en el arte y la literatura. Lo que la tecnología pretende no es hacernos libres, sino sustituir la realidad, hasta hacernos perder el mundo y privarnos de nuestros símbolos que nos hablaban de nuestra naturaleza y nuestra muerte.

16- ¿Cómo afronta un artista la crisis?

- Quien carece de todo camina por los bosques para sobrevivir. Del arte conocemos el principio pero no donde termina y ninguna crisis podrá con él. Las crisis te obligan a pensar más. Lo mejor de ellas es que, si no te eliminan, avanzas, y si aún queda algo en ti actual, permaneces. Sólo se sale de ellas por amor. El arte es la única enfermedad que puede provocarte a su vez la muerte y la resurrección. Eres tu propio médico.

 

ANTÓN CASTRO RECOGIÓ EL PREMIO PILAR NARVIÓN

Antón Castro recoge el Premio Pilar Narvión

en el IV Curso de Periodismo de Alcañiz

Artículo publicado en La Comarca.net.

Rodeado de su familia y entre la ovación dedicada de amigos y compañeros de profesión, Antón Castro recibió este sábado el premio Pilar Narvión en Alcañiz. Con el emocionante momento se clausuraron los tres días del IV Curso de Periodismo ‘Cultura eres tú, un periodismo de cine’. La cita ha reunido entre el 1 y el 3 de septiembre a casi 80 alumnos y a más de 40 profesionales del sector audiovisual en el teatro municipal.

El premio, impulsado por Grupo de Comunicación La COMARCA y Ayuntamiento de Alcañiz, se otorga en el marco del Curso de Periodismo Especializado de Alcañiz que este año ha llegado a su cuarta edición a través de la Universidad de Teruel-Fundación Antonio Gargallo con el patrocinio de Caja Rural de Teruel, Diputación de Teruel y Comarca del Bajo Aragón.

Antón Castro recordó cómo conoció a Pilar Narvión. Primero fue viéndola en televisión y después, escuchándola en Radio Nacional. «Era una mujer con mucho juicio, con presencia pública. Más tarde leí el libro de Juan Carlos Soriano sobre ella y ese momento fue muy importante», dijo. Previo a esa lectura, recordó que viajó a Alcañiz a entrevistar a Mariano Romance, tío de Narvión, también periodista con el que mantuvo una entrevista de cinco horas. «Este premio me hace muchísima ilusión en un lugar que es uno de los lugares de mi vida«, añadió. La trayectoria vital de la familia pasa por el medio rural aragonés, y especialmente bajoaragonés. «Aquí nacieron dos de mis hijos y mi hija se recuperó de un accidente, así que, es un lugar que he vivido de manera directa», comentó. Junto a Daniel Gascón y Aloma Rodríguez, sus dos hijos escritores, recogió el galardón después de mantener una charla abierta al público como última ponencia del Curso.

La directora del Curso y del Grupo de Comunicación La COMARCA, Eva Defior, destacó la trayectoria de Castro y especialmente su compromiso con la profesión y con el medio rural. “La cultura construye identidad, necesita apoyo, tiempo y, entre toda la oscuridad que hay, también hay luz. El compromiso, vocación y la humildad de Antón, además de los valores que definen a una buena persona, construyen un periodismo mejor”. Abogó por dirigir la mirada a lo local, que hace de ello categoría y ver cómo en esta provincia se está generando una energía positiva con lo audiovisual. “El periodismo es más necesario que nunca y necesitamos verdad también en el cine y en la prensa local, donde hay espacio para llevar la cultura a las portadas”, concluyó.

Palabras que recogió el diputado delegado de Cultura de la Diputación de Teruel, Diego Piñeiro, que destacó el buen momento en el que llega esta iniciativa con una provincia que está viviendo una revolución como escenario de cine. Solo en seis meses de 2022 se ha conseguido un impacto directo de 1,5 millones de euros con el trabajo desde la Teruel Film Commission. “Queremos que el audiovisual sea una industria y que la gente que quiera dedicarse a ello no tenga que pensar en irse fuera por obligación”, dijo. “Las instituciones debemos estar apoyando esto, y estamos trabajando también en la creación de incentivos y medidas fiscales que lo faciliten”, añadió.

Al acto de clausura y entrega del premio acudió Javier Capitán, periodista y sobrino de Pilar Narvión. Destacó de la alcañizana la apertura de caminos que hizo del periodismo a otras mujeres. Sobre la escultura del premio realizada por el alcañizano Rubén Vidal, halagó su esencia. «Es ella, es mi tía», apuntó antes de elogiar la calidad de Castro como persona y como periodista, que también ha dedicado artículos a Narvión.

Para el alcalde de Alcañiz, Ignacio Urquizu, Castro es el candidato perfecto para recibir un premio que ya tienen Paloma del Río y Javier Ruiz. «Tu obra perdurará en ti y en lo que escriban tus hijos, tienes trayectoria con una calidad incuestionable y, además, eres de la tierra», dijo. Celebró la continuidad de cursos y congresos como el de Periodismo Especializado en la ciudad de Alcañiz.

Por su compromiso periodístico y trayectoria

El periodista y escritor Antón Rodríguez Castro es director de Artes y Letras de Heraldo. Es sin lugar a dudas una de las firmas más respetadas y queridas en el periodismo cultural español. Su trayectoria ya le granó el Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2013; ha escrito una treintena de libros, dirigido revistas, una editorial, participado en conferencias, jornadas y tejido una amplia red de difusión cultural.

El jurado del premio ha destacado especialmente la capacidad de Antón Castro de ejercer su labor periodística desde Aragón, siendo capaz de proyectar la comunicación cultural al exterior. Asimismo se ha destacado su compromiso con el medio rural, especialmente con la provincia de Teruel y el Bajo Aragón. Antón Castro ha residido en Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Urrea de Gaén y Camarena de La Sierra. Conoce muy bien la realidad de la España despoblada y ha trabajado con ella y para ella desde una perspectiva no paternalista, siempre tendiendo la mano a los pueblos que le han llamado. El curso de periodismo de Alcañiz pretende proyectar la capacidad del territorio turolense de impulsar iniciativas de impacto nacional comprometidas y de calidad, atrayendo a periodistas nacionales y locales para compartir su experiencia desde la capital bajoaragonesa. El galardón se ha entregado en ediciones anteriores a periodistas como Paloma del Río (RTVE) o Javier Ruiz (Cadena SER).

El premio Pilar Narvión, que pretende visibilizar la figura de esta periodista aragonesa pionera en el periodismo político nacional, es una escultura elaborada por el artista alcañizano Rubén Vidal. Este galardón siempre emplea el alabastro del Bajo Aragón y cada edición es elaborado por un escultor diferente. Vidal destaca por su obra pictórica, pero también se ha dedicado a la escultura y ha estudiado el manejo del alabastro. Ha elaborado la pieza desde Berlín, donde reside. Continúa muy vinculado al Bajo Aragón y viaja a con frecuencia a Alcañiz, donde creció junto a sus hermanos y su padre, el periodista Darío Vidal.

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

¿Es el cine de los veranos?  

 

Desde que siendo un adolescente vi la película Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore tengo claro que sí, claro está que me enamoré de esa película. Nunca olvidaré la secuencia en la que el proyeccionista desvía el haz del proyector sobre una pared de la plaza, para permitir que el público que se había quedado fuera del cine pudiera disfrutar de la proyección al aire libre.

En verano es un placer poder ver cine en una sala a oscuras y fresquita. Las salas de cine sirven para aislarte de la realidad y permiten meterte mejor en las historias que nos proyectan, además, te aíslas de las altas temperaturas que tenemos aquí en la calle. Ahora bien, el cine al aire libre o los cines de verano no tienen nada que envidiar. 



 

¿Cómo fueron o cómo eran los veranos de cine en el mundo rural? 

 

Los veranos de mi infancia en Castelnou, una pequeña localidad de la provincia de Teruel, eran como se suele decir, “de cine”. Eran veranos muy largos, que coincidían con el periodo de vacaciones escolares, donde los que habitualmente vivíamos en el pueblo nos juntábamos con un grupo mucho más numeroso de amigos -chicos y chicas-, que venían a veranear principalmente desde Barcelona o Zaragoza. Disfrutábamos de unas jornadas muy largas, que se prolongaban hasta entrada la madrugada, en aquellas noches que salíamos a la calle a “tomar la fresca”. Alguna noche podíamos ver proyecciones de películas al aire libre. Y si había tormenta o si después de comer, “en la mediada”, nos resistíamos a dormir siesta, una buena opción era poner alguna pelí de videoclub y ver aquellos títulos que estaban en salas unos años antes. El cine nunca faltaba en nuestros veranos, ni los comentarios entre amigos después de ver pelis.

 

¿Qué es lo que crees que debemos reivindicar del medio rural en términos culturales?

 

Siempre he dicho que la cultura es como un alimento más. En los pueblos se hace más evidente, una de las consecuencias de . Todas esas actividades culturales o de ocio que están más presentes en las ciudades, en el mundo rural son en muchas ocasiones el porqué de que se creen asociaciones u otras entidades que intenten garantizar la presencia de la cultura. Quizás en los pueblos, junto a la sensación de que existen pocas opciones, la implicación más directa de las personas son motivo de que la respuesta del público a este tipo de ofertas de ocio sea más numerosa en proporción a la que se da en las grandes ciudades.

 

 

¿Para que sirven los festivales de cine? Frecuentas muchos, estás detrás del de Urrea de Gaén…

 

Los festivales de cine sirven para mostrar el pulso del cine que desarrollan los nuevos creadores. Son una buena forma de poder ver ese otro cine que no siempre obedece a los estándares del mercado, cine independiente, de autor o de temáticas concretas.

Suelo ir al menos a dos o tres festivales al año y me gusta ver la obra que proyectan. Últimamente, debido a mi implicación empresarial también estoy acudiendo a los markets que se organizan en el marco de estos festivales en busca de colaboración en mis trabajos.

En la última edición de Festifal (Festival Internacional de Cortometrajes de Temática Rural), que tuvo lugar en Urrea de Gaén el pasado mes de noviembre, estuve bastante liberado de las tareas organizativas. Aunque, como sigo al frente del Centro de Estudios del Bajo Martín, que es la entidad que lo organiza, sigo siendo la persona que lo representa.

 

 

¿Cuándo decides que el cine sea una de las razones de tu vida?

 

El cine siempre ha sido una de mis principales opciones de ocio. Siempre he sido un enamorado del séptimo arte. Esta es la principal razón por la que siempre he tenido esa espinita de trabajar en este tipo de proyectos. Mi perfil profesional durante mucho tiempo estuvo ligado a la parte más técnica de los audiovisuales y las comunicaciones.

En 2016, tras un breve periodo sabático que me llevaría a vivir a Escocia, decidí volver y probar suerte en facetas más creativas y vinculadas a la producción de audiovisuales.

 

¿Te marcó alguien, has tenido influencias, un instructor, un maestro?

 

En el año 1995 tuve la suerte de participar en el rodaje de Ella está enfadada de Juanjo Giménez Peña y posteriormente, en el año 2000 también participé en el rodaje de su primer largometraje, que llevaba por título Nos hacemos falta (Tilt). En ambos casos trabajé en la producción a las órdenes de Oscar Díez, que era el jefe de producción de ambos trabajos.

Oscar era uno de esos amigos con los que coincidíamos en vacaciones en Castelnou, y que sin duda me transmitió su pasión por el cine, todavía recuerdo a Oscar con una cámara de super 8, liándonos en sus mini rodajes estivales. Tanto Oscar como Juanjo, podríamos decir que fueron quienes me permitieron acercarme por primera vez al mundo de los rodajes profesionales. Yo, a cambio les presenté las principales localizaciones donde rodamos, ya que tanto el corto como el largo, ambos de ficción, ambos rodados en 35mm, tuvieron como escenarios principales lo que hoy se denomina Bajo Aragón Histórico.

 

 

¿Por qué Pierres Vedel, qué debemos saber de él y qué has querido contarnos?

 

Yo llegué a Vedel en una conversación de terraza donde me propusieron contar la historia de la traída de aguas a Teruel. Me gustó la idea y esto me llevó a conocer a Manuel Martín, quien me mostró la importancia de aquel maestro renacentista de origen francés que se afincó en el sur de Aragón, así como la importancia de sus obras para el desarrollo de aquellas poblaciones.

Me llamó la atención que este personaje se viniera a España desde Francia por causas principalmente económicas, cosa que durante los últimos tiempos vemos que sucede a la inversa. Y también me llamó la atención la calidad de sus trabajos conocidos y lo poco que se conocía a este arquitecto y su obra. Esto es lo que se cuenta en este documental de una hora de duración.

 

 

¿Qué significó este arquitecto en su defensa del agua?

 

Sin duda estamos ante un arquitecto o ingeniero que en el s. XVI nos acercó de nuevo aquellas técnicas constructivas que venían de las antiguas Grecia y Roma. Sus trabajos han sido una influencia clara en épocas posteriores. Tal es así que se le atribuyen obras por lo similar a las técnicas empleadas en las que están documentadas como suyas. Este es el caso de la fuente de Celadas, cuya autoría no está documentada.

Tanto las traída de aguas o acueducto de Teruel, obras como la Mina de Daroca o la construcción del talud de la torre de San Martín de Teruel -todas ellas obras suyas-, solo se encargaban a maestros con sobrado prestigio y experiencia debido a su complejidad de ejecución.

En aquellas localidades que crecían en población, la llegada del agua de boca hasta las poblaciones supuso un avance importantísimo en su desarrollo. Para construir el talud, Vedel dejó la torre prácticamente suspendida en el aire, por medio de un entramado de andamios de madera. En el caso del desvío del cauce las avenidas de agua procedentes de tormentas, que lo llevó a diseñar y construir la Mina de Daroca, conseguiría que perforando una montaña se desviara el curso de estas avenidas, evitando así numerosas muertes producidas como consecuencia de grandes tormentas en Daroca. Quizás esta última sea su obra más compleja y singular.

 

¿Es verdad que está enterrado en Albarracín, conoces su tumba?

 

Su última intervención como arquitecto documentada es la Iglesia de Santa María de Albarracín. En una de las capillas laterales de este edificio podemos ver una placa que dice que allí residen sus restos. Por este motivo, esta iglesia, que actualmente es el auditorio de la Fundación Sta. María de Albarracín se escogió para el estreno oficial del documental.

 

 

También has trabajado en Segundo de Chomón. ¿Duele saber que solo ha vivido en Teruel dos años apenas?

 

Efectivamente, me gustaría poder decir que vivió más tiempo allí, pero sin duda, sus orígenes teruelanos o calamochinos, como pasa con muchos otros personajes que han tenido que desarrollar su carrera fuera, habrán sido muy importantes en su vida.

 

¿Qué significa Chomón en el mundo del cine, qué debemos reivindicar de él?

 

Segundo de Chomón fue sin lugar a duda uno de los pioneros más destacables en los inicios de lo que hoy llamamos cine. A diferencia de otras figuras más reconocidas como Georges Méliès, Chomón se adentró más en el lenguaje propio del cine, innovando y haciendo trabajos menos inspirados en técnicas teatrales. Además, fue una figura clave para el desarrollo de técnicas de coloreado, trávelin, iluminación, animación y el caché (actual croma)…

Podemos decir que fue uno de los principales impulsores del lenguaje audiovisual que hoy conocemos, tanto en España como en Francia.

 

¿Sabe Aragón tratar a sus hombres ilustres o es una asignatura pendiente?

 

Me gustaría poder decir que sí, que en Aragón tratamos bien a nuestros personajes ilustres. Pero si, por ejemplo, volvemos a hablar de Chomón el pasado año se cumplía el 150 aniversario de su nacimiento en Teruel. Salvo los modestos actos, que con este motivo se han llevado a cabo por la Diputación Provincial de Teruel (DPT), me temo que no se ha hecho lo suficiente para poner en valor la figura de este genio aragonés. Llama especialmente la atención que desde el Gobierno de Aragón no se haya hecho nada especial. Cosa que no ha ocurrido en la vecina Cataluña, donde por ejemplo Filmoteca de Cataluña le dedicaba un espacio y programación especial a Chomón durante todo ese año. Se pueden poner bastantes más ejemplos.

 

¿En qué proyectos que se puedan contar andas metido ahora?

 

En la actualidad estoy trabajando en la distribución de un espectáculo que se llama Más que magia, cine. Segundo de Chomón, que ha sido clave para la confección del guion de un documental que pretende construirse o nutrirse de aportaciones de nuevos canales de comunicación como son las redes sociales. Además, estoy con un proyecto de largometraje documental que cuenta la historia de unos incunables hebreos impresos en Híjar en el siglo XV. Hoy en día estos libros son admirados en las principales bibliotecas y universidades del mundo. Tanto la historia de su impresor como el recorrido de estos libros se podrán ver en este proyecto que se titulará Libros. El legado de Alantansí.

 

¿Es fácil hacer cine en Aragón?

 

Creo que resulta evidente que no, en Aragón y tampoco en España es fácil hacer cine. Desgraciadamente no existe una industria potente, lo que lleva a tener excesiva dependencia del apoyo de instituciones públicas.

 

Cuando te pones a soñar en términos cinematográficos, ¿qué sueñas, qué te gustaría realizar?

 

Me encantaría poder hacer más ficción, ya que estoy muy vinculado a trabajos documentales, que siempre abordan temas patrimoniales y figuras desconocidas, que tengo que reconocer que me gusta. Pero si me pongo a soñar me gustaría poder hacer trabajos de ficción, especialmente trilers.

 

¿Se está imponiendo el documental a la ficción, o por qué crees que se están haciendo tantos documentales?

 

Quizás algunas razones son que son más baratos de producir en general, además creo que el hecho de que las plataformas apuesten por programar documentales está haciendo que haya más público que demande este tipo de contenidos. No obstante, a mi me gusta mucho el género documental, seguro que no soy objetivo.

 

Cuando miras a nuestros maestros (Chomón, Buñuel, Saura, Borau, Forqué…) ¿en qué te fijas, qué te interesa?

 

Veo en todos ellos maestría, y siento absoluta admiración. He tenido la suerte de profundizar especialmente en el cine de Chomón, del que destacaría su creatividad, su invención y puesta en práctica de técnicas al servicio del lenguaje. De Buñuel, al igual que en ocasiones también me sucede con Chomón, me fascinan sus ensoñaciones y su faceta más surrealista. Soy un gran admirador de ese Saura fotógrafo que narra como pocos la música y sus bailes. Creo que sería muy difícil para gente de mi generación poder entender parte de la historia de nuestro país sin haber visto obras Borau o de Foqué y su punto de vista cómico.

 

¿Qué debemos conocer del Bajo Aragón, en verano en cualquier época del año?

 

Para mí, el Bajo Aragón Histórico tiene muchos atractivos. Siempre digo que soy de Teruel o turolense, pero en el fondo sé que debería decir soy un bajoaragonés que siente un cariño especial por la capital donde estudié unos cuantos años. Así que vuelvo a ser no muy objetivo. Intentaré sintetizar

Sin duda, si tengo que recomendar a alguien alguna zona del Bajo Aragón serían el Matarraña y el Maestrazgo. Nadie debe irse de aquí sin conocer esos pueblos y su entorno. De mi comarca, actual Bajo Martín, me gusta especialmente todo lo que tiene que ver con el Parque Cultural del Río Martín, que empieza en Albalate extendiéndose hacia las cuencas mineras. Pinturas rupestres, naturaleza y enclaves históricos son especialmente atractivos en este fragmento del río Martín.

Para los amantes de la Semana Santa y los tambores, todos los años es cita obligada “Romper la hora” en los pueblos de la Ruta del Tambor y Bombo. Donde también se puede disfrutar de muchas de sus procesiones.

Para los amantes de localizaciones para cine, son muy atractivas las zonas de saladas y áridas tan propias del valle del Ebro que están presentes en muchas de estas poblaciones.

 

 

MIGUEL ÁNGEL YUSTA: UN DIÁLOGO. 2022

MIGUEL ÁNGEL YUSTA: UN DIÁLOGO. 2022

Dinos que es un postludio y por qué has elegido ese título para tu poemario en Lastura. ¿Cómo debemos vincularlo con tu texto?

Postludio es ,según definición académica, "Pieza que se toca al terminar los oficios divinos, mientras los fieles salen del templo". Digamos que, en este caso, se puede aceptar, además de como un canto final, como un epílogo. Por otra parte me parece una palabra atrayente, eufónica, bella y apropiada para el contenido del poemario.

 

-¿La poesía, para ti, es una crónica de la intimidad, un viaje a la memoria o una declaración de estar comprometido con el mundo?

 

Todo ello es materia poética, si está tratado con lenguaje poético. Personalmente creo en la poesía sin excesivas vestiduras retóricas: verdadera, desnuda, austera. Creo en la poesía como expresión, mediante -insisto- lenguaje poético, de una serie de sentimientos y basada, siempre a mi modo de entender, en varios factores: inteligibilidad (no confundir con vulgaridad), belleza en la expresión, musicalidad (ritmo) y emoción. Es como una partitura que ha de llegar al lector-intérprete, llevándole a reflexionar y sentir con su lectura. No se trata tanto de escribir como de comunicar emociones que cada lector sienta de manera particular y exclusiva.

 

-¿Qué duelen más: la guerra de Ucrania o las batallas del cuerpo y de la mente propios, el dolor del desamor, por ejemplo?

 

El amor, la amistad, la afinidad entre los humanos, creo que son sentimientos de validez universal, potentes, y el poeta los aplica inevitablemente de manera explícita o implícita. Salen del “yo”al “nosotros” generosamente, como un manantial inagotable y necesario. Como dice Amado Nervo. “Ama como puedas, /ama a quien puedas,/ama todo lo que puedas./No te preocupes de la finalidad de tu amor”. Así nos afectan y nos unen estos sentimientos con nuestros semejantes que aman. O que sufren. Creo que esta reflexión contesta a la pregunta. Duele la falta de amor y ella es el origen de la mayoría de los males a nivel individual o colectivo como sociedad humana.

 

-Este es un libro en varios tramos de estados de ánimo. ¿Está escrito desde el pesimismo, la desazón y el dolor, o el lenguaje siempre es como un faro que ilumina la tiniebla?

 

La duda y la incredulidad van creciendo conforme se acerca el “tiempo del regreso” y tendemos a consolarnos –o no- con ciertas “medidas terapéuticas” a las que se aferra más de la mitad de la Humanidad. Pero ya decía Goethe: “El niño es realista, el joven, idealista, el hombre escéptico y el viejo, místico”. Pero no todos...

Los estados de ánimo varían y un poemario a veces escrito en un par de años o más, revisado y corregido decenas de veces, recoge lógicamente variaciones de aquellos. Pero creo que al final se impone la serenidad y la esperanza, sobre todo por los que se quedan...

 

¿Has querido dialogar con el Lorca de ‘Poeta en Nueva York’ en un poema como ‘El pico de la curva’? Escribes: “Mueren en Nueva York a cientos cada día. / Y mueren en Madrid a cientos cada día”.

 

Lorca es un maestro, un genio y siempre, como Miguel Hernández o Machado, un referente imprescindible. Ese poema, inspirado en aquellas primeras terribles noticias de los telediarios, es simplemente el resultado de una impresión cuando comenzaba la pandemia y Nueva York estaba especialmente afectada. Todo era imprevisible, terrible y estábamos expectantes y conmocionados. Recordar es necesario y aquello, que ojalá nunca se repita, nos condicionó la vida de manera muy especial.

 

¿Podría explicarnos este poema: “Tras el final combate / la soledad es un pájaro muerto / en mitad de la nada”?

 

Es un poema que cada lector debe interpretar, imaginar, recrear y sentir. La explicación de un cuadro es múltiple: cada espectador lo siente de manera distinta y, a veces, contrapuesta. En poesía ocurre lo mismo. Ahí están los versos, la desolación, el vacío, la muerte, el abismo y la sensibilidad de cada lector verá probablemente imágenes bien distintas.

 

El amor está muy presente. O la nostalgia del amor. O su recreación gozosa. Impresiona cuando escribe: “Te me has inyectado en vena / y me maldigo / por no morir de ti”. O “Enfebrecido estoy ante tu vientre / y en tu altar, de locura me consumo”. ¿Cabe más pasión?

 

Hay un par o tres poemas eróticos relacionados con vivencias cercanas o lejanas. El erotismo en poesía para mí es sugerencia, delidadeza, epilsis, sin por ello dejar de ser a veces tremendamente sensual, cálido y apasionado. Se puede decir mucho callando mucho, pues los silencios a veces son más elocuentes en poesía que las palabras...Lo difícil es sugerir, implicar al lector sin emplear el lenguaje vulgar, lo cual nos llevaría al poema pornográfico. No obstante allá cada autor con su idea del erotismo, el sexo, la pasión y el tipo de lenguaje a emplear, poético o no...

 

Algo más adelante, escribes: “La infancia, el paraíso...”. ¿Es necesario mirar atrás para seguir hacia adelante a trancas y barrancas, qué le da el pasado al poeta?

 

Cito a Rainer María Rilke: "La verdadera patria del hombre es la infancia". En ese sentido, el poeta redescubre y trae de la memoria retazos de su patria-infancia, que pueden ayudar a recomponer y comprender ese endiablado rompecabezas que en muchos de nosotros constituyen unos recuerdos de infancia -a menudo adormecidos- vividos a veces en unas épocas difíciles por muy diversas circunstancias y que vienen y van continuamente en nuestra memoria. En nuestros pasados hay infancias paradisíacas y las hay infernales...

 

¿En qué consiste acariciar los recuerdos, cómo lo haces tú?

 

También nos dice Valente que la experiencia de crear un poema no comienza con el texto, sino antes de su escritura exterior. En ese sentido los recuerdos -lo precedente- tienen su lugar en el yo poético como en un espejo que nos ofrece imágenes -recordadas, pretéritas- que poco a poco el transcurso de los días (sendero del olvido incidental o curva del olvido, descrita por Ebbinghaus) irá borrando de la memoria. El poeta los recoge, los trae al presente y los implica en él acariciándolos o, también, reviviéndolos aunque duelan, porque son parte de nuestro recorrido vital e inherentes a él.

 

¿Qué es lo mejor de la ópera: la música, las voces, o la mujer que puede acompañarnos?

 

La ópera es un espectáculo integral y el más hermoso del mundo: música, canto, teatro, escenografía...Lo tiene todo. Soy espectador apasionado desde hace más de cincuenta años en diversos escenarios nacionales e internacionales. Lo mejor de la ópera es...la ópera. Suelo ir solo o acompañado y lo cierto es que, cuando estoy acompañado, disfruto mucho viendo el encanto, la emoción, reflejados en el rostro amigo que está a mi lado. Compartir es un placer inmenso y, si es belleza, música, arte y emoción, ya es infinito.

 

 

Premiado, con muchos libros a la espalda. ¿Qué te da la escritura?

 

La lectura, la buena música, la belleza en general es redentora de una cotidianidad que está cada vez más complicada y llena de tribulaciones. En cuanto a escribir -en este caso poesía- creo con firmeza que debe ser, ante todo, un acto de humildad, de reflexión individual y, también, de amor, sin caer excesivamente en el relato personal de nuestras cuitas e intentando universalizar los conceptos. Escribir es,para mí, vivir... Por otra parte, en estos tiempos de Redes y sobreinformación, que bien usados son herramientas muy útiles, quizá se piensa demasiado en las "circunstancias" (edición, publicación, presentaciones, recitales...) que, aunque necesarias para la difusión, se desbordan a veces en actos que transcienden del hecho poético o hecho literario. Pero las "circunstancias" son las que son. En la escritura yo busco, ante todo, la propia satisfacción de la obra hecha lo mejor posible.

 

 

Decir adiós, y basta”. ¿Debemos asustarnos? ¿Has perdido el poeta la fe en la vida, en el amor, en la belleza?

 

No, nunca hay que perder la fe y, sobre todo, la esperanza. Decir adiós llenos de serenidad mas también de realismo, pues es la realidad la que nos dice que el olvido es muy frecuente y, salvo notables excepciones, se instala pronto en quienes nos sobreviven. Por ello pienso que lo que verdaderamente importa es caminar esperanzado y “ligero de equipaje”; sembrar amistad y generosidad entre los que están próximos y, cuando nos pidan “el billete de vuelta”, dejar al apearnos el mejor recuerdo posible entre quienes nos acompañaron en ese viaje, apasionante a fin de cuentas, que es nuestra vida…

 

JORNADAS DE CINE MUDO DE UNCASTILLO: PREMIOS PARA IVÁN NÚÑEZ Y ANTÓN CASTRO

Tras un parón pandémico de dos años, regresan las Jornadas de Cine Mudo de Uncastillo y lo hacen cumpliendo 20 ediciones. Aquel Homenaje a Ino Alcubierre que desde la Asociación Cultural La Lonjeta brindamos en 2000 a una olvidada actriz que fue estrella de cine mudo, nacida en Uncastillo, se convirtió de hecho en la primera edición de este encuentro cultural en torno al cine silente y a la música en directo. Una propuesta a la que nos hemos mantenido fieles, enriqueciéndola con todo tipo de músicos y de músicas, incluida la voz humana, quizá el instrumento musical más perfecto. Nacimos como la única muestra anual de cine mudo en Aragón y en España, cuando este apenas se podía ver en filmotecas y en algún superviviente cineclub; 23 años después celebramos que la programación de cine mudo con música en directo, en festivales de cine y otros eventos culturales ya no sea una absoluta rareza.

En estos años hemos realizado proyecciones de cine mudo con música en directo —algunas al aire libre—, de cine mudo actual y de cine sonoro sin diálogos o vinculado al mudo, de todos los géneros y formatos, incluido el cine familiar y amateur; exposiciones, talleres infantiles de cine mudo, publicaciones y carteles, siempre muy cuidados (este año realizado por el artista vasco Roskow); conciertos, cenas en el cine, charlas y presentaciones… Un programa concentrado en tres intensas jornadas, tres días y dos noches de descubrimientos, de emociones y de encuentros. Esa es, quizá, la palabra que mejor define lo que entre todos hemos construido en estas dos décadas: un espacio para el encuentro, la amistad, los afectos...

Este año, cerramos un círculo y volvemos la mirada hacia Ino Alcubierre, subrayando su nombre en nuestro cartel y entregando la Bocinas de Piedra de las Jornadas a sus descendientes: Víctor, Elisabet y Esther, que regresan al pueblo de su abuela. Nos hemos saltado la tradicional configuración temática del programa, pero mantenemos un hilo conductor: todas las películas del programa fueron estrenadas en la década de los años 20 del pasado siglo. No entran en este marco las obras de Segundo de Chomón con las que conmemoramos el 150 aniversario de su nacimiento, que no pudimos celebrar en 2021, en un homenaje que incluye la presentación de ‘Chomón a media luz’, un revelador libro sobre el pionero cineasta turolense escrito por Iván Núñez, quien también recibirá una de las Bocina de Piedra; la proyección de un corto de José Ángel Guimerá y una exposición del Instituto de Estudios Turolenses comisariada por Julio Sánchez Millán.

Las obras de Chomón se proyectarán la noche del viernes (22.30) con el acompañamiento en directo de Geek Orquesta, formada por Juanjo Javierre y Justo Bagüeste. Cerrará la jornada una sesión para adultos, primera en la historia del festival y en la que se podrá ver Consultorio de señoras (1920, Ricardo de Baños), con Josetxo Fernández de Ortega acompañando al piano una de las películas porno que, al parecer, pertenecían a la colección privada del rey Alfonso XIII.

La mañana del sábado (11.00) habrá una sesión especialmente dedicada al público infantil y familiar, con cortos de Chaplin y Harold Lloyd acompañados por el poeta sonoro Gustavo Giménez y el Dj Lord Sassafras. Seguirá la proyección de ‘El tren mongol’ (Ilya Trauberg, 1929), película con la que recordaremos la actual guerra en Ucrania y que interpretará al piano Jaime López, con Esther Bentué como explicadora.

En la sesión de la tarde, recordaremos al gran dramaturgo francés Molière en el 400 aniversario de su nacimiento, reviviendo el estreno de ‘El tartufo’ en 1925 (F. W. Murnau), con la interpretación en directo de la banda sonora compuesta en su día para acompañar esta película, interpretada por uno de los más destacados pianistas de cine mudo de nuestro país, Javier Pérez de Azpeitia. En esa misma sesión se hará entrega de las ‘Bocinas de Piedra’ y del Premio Ramón Perdiguer a la Pasión por el Cine, otorgado al periodista y escritor Antón Castro (el anterior premiado fue Antón García Abril, en 2019).

Por la noche tendrá lugar la ‘Cena en el cine’, con una proyección-concierto muy especial, ‘Whitin Our Gates’ (1920), primer largometraje conservado de un director negro, Oscar Micheaux, que acompañará el cuarteto de jazz madrileño ‘The Silent Entertainers Band’, liderado por el pianista Jorge Gil Zulueta.

El domingo por la mañana cerrará las jornadas la proyección del cortometraje de Segundo de Chomón ‘El heredero de casa Pruna’, con Jaime López, y la película ‘Las siete ocasiones’ (1925), de Buster Keaton, con música del joven pianista Noel Redolar y su hermano Ángel en el papel de explicador. Tras la sesión se celebrará un tradicional vermú popular en la plaza del Mercado de Uncastillo.

Entre otros colaboradores, las Jornadas contarán también este año con la participación de Francisco Boisset, Stella Ibáñez y Amparo Martínez en la presentación de algunas de las proyecciones, y de Tasio Peña en los vídeos.

La Asociación La Lonjeta agradece a instituciones, empresas y colaboradores el apoyo recibido a lo largo de estos años y que ha hecho posible llegar a esta vigésima edición.

 

DIÁLOGO CON DANIEL IZQUIERDO, POETA

DIÁLOGO CON DANIEL IZQUIERDO, POETA

Daniel Izquierdo: “Escribo por catarsis psíquica,

uso la palabra como catalizador”

 

El poeta de Aguilar de Alfambra, donde afirma haber renacido, publica su tercer poemario: ‘A despecho del mundo’ (Los Libros del Gato Negro)

 

Daniel Izquierdo Clavero (Barcelona, 1975; le gusta decir que ha renacido en Aguilar de Alfambra (Teruel), el pueblo de sus padres), autor de poemarios como ‘El alféizar del tiempo’ y ‘Las cicatrices invisibles’, publica un nuevo libro, ‘A despecho del mundo’ (Los Libros del Gato Negro), donde reflexiona sobre la vida, la escritura, la infancia campesina, algunas pasiones reales o soñadas, pintores, la enfermedad (pasa por épocas de grandes dolores), y lo hace con sinceridad y con una belleza descarnada. “El dolor (lo poético) estaba de mi parte”, escribe, y en sus dedicatorias se reconoce “herido por la vida”.

¿Cómo abordó el poeta ‘A despecho del mundo’, qué se proponía cuando inició este volumen narrativo, de personajes, entre ellos sus propios abuelos? Daniel Izquierdo confiesa: “Proponer no me propuse nada, nada salvo cartografiar las diversas dimensiones del dolor desde el parapeto de la experiencia estética. Para ello, busqué inconscientemente anclaje en el poso que han dejado algunas obras artísticas en la resaca de la vida. Reconocer que una obra equis ha dejado huella en ‘la vida’ de uno es mucho reconocer”, se arranca.

En su libro conviven lo íntimo y lo autobiográfico con personajes como María Zambrano, el pintor Giotto, la pensadora Hanna Arendt, la musa de Modigliani Jeanne Hébuterne, y la tierra turolense está muy presente: “Salir a caminar por tu pueblo turolense / pasadas las ocho de la tarde / es desolador (…) Ya no hay despoblación en este pueblo: / solo osamenta de hogueras pasadas”. “Fueron saliendo los poemas e imitando a las hormigas voladoras que vuelan alrededor de la luz, fueron ordenando su anarquía a la luz de la idea expuesta: la cartografía estética del dolor. Eso sí, hubo un trabajo menos innato de pulimentación”.

En este complejo paisaje terrenal e imaginario del poeta de Aguilar de Alfambra ocupa un puesto decisivo el escritor Julio Cortázar (1914-1984). “¿Cortázar? Cortázar es ventral en mi modesta biografía humana. A los 9 años conocí la noticia de su muerte en la radio y quise saber quién era el escritor al que despedían con tanto pesar. A esa edad, en una antología para niños, leí el cuento del escupitajo en la montaña de azucarillos y sucumbí. Tardé un verano en beberme sus ‘Historias de Cronopios y famas’ y ‘Rayuela’. Recuerdo que ese año, tenía 10 para 11, Rayuela se me cayó. Lo recuperé a las 12 y traté de leer ‘El libro de Manuel’, su novela más política. No pude hasta los 14”.

El autor tiene perfectamente registrado en su memoria ese vínculo tan estrecho con el autor de ‘Bestiario’, ‘Las armas secretas’ o ‘Queremos tanto a Glenda’. Insiste: “El caso es, a los 14, a la edad en la que el mundo aprende a besar, mi enfermedad congénita me mordió las manos, repetí curso, blablablá, y me eché en brazos de la Literatura leyendo todo lo que caía en mis manos. Y claro, cayó la poesía de Cortázar, cayó su cuentística. Y hasta hoy. Cortázar es, aún hoy, un flotador en el mundo. Todo lo que escribo lo escribo buscando su complicidad tácita. Si a eso sumamos su elefantiasis, en fin... Qué siniestra metáfora el gigantismo y el dolor. Siempre será en mi corazón el escritor belga más querido. Es broma, desde luego, esta profanación”, dice Daniel. El escritor argentino nació accidentalmente en Bruselas. La Universidad San Jorge posee una parte de la biblioteca de su primera esposa Aurora Bernárdez.

 No resulta fácil explicar un poemario. Tampoco me gusta hablar de lo ya escrito porque en el fondo escribo por catarsis psíquica, uso la palabra como catalizador. No entiendo a la gente que se llama a sí misma poeta y me siento extraño en esa mención. Para mí la poesía es una bolsa amniótica y la literatura el cordón umbilical que transforma en digerible el alimento del mundo en alud”, resume. Y cierra su libro: “La memoria, en la esquina mercenaria del silencio, / teje su telaraña. / El rocío pende de sus hilos de arena. / Teruel, este poema, / calla”.

 

DIÁLOGO CON CARMEN RUIZ FLETA



Tras su libro anterior, ‘Vida doméstica’ (PUZ, 2017), Carmen Ruiz Fleta (Zaragoza, 1978) publica un nuevo poemario: ‘Los secretos de los demás’ (PUZ, 2022).
¿Qué puede suceder en la vida de una poeta durante cinco años, que es el tiempo que se ha tomado para redactar ‘Los secretos de los demás’?
En un lustro caben muchas cosas. En el mío han cabido mi segundo hijo, la enfermedad y muerte de mi padre, una sacudida profesional, la frustración, la rebeldía, la celebración, la nostalgia y la constatación de lo infinitamente pequeños que solemos ser. Todos repetimos los mismos errores y  tropezamos en las mismas piedras que lo hicieron nuestros mayores. Aunque a veces nos creamos la fantasía de ser originales.
¿Por qué titula así el libro, por una parte que, en apariencia, no es la más sustancial?
Hay ironía en el título. Claro que es un libro muy personal y anclado en mis vivencias. Pero no hay tanta exposición como aparenta. Mis secretos, los tuyos, los del que tenemos enfrente son siempre los mismos, aunque se vistan de historias y personajes distintos. Y también porque desde pequeña me fascina la pieza que falta en el puzle, la razón oculta que explica comportamientos y actitudes, y que no se muestra por vergüenza, decoro o convención social.
En cierto modo, retoma el poemario donde habías dejado el anterior: en un homenaje y en un diálogo, ya imposible, con su padre…, en la sección ‘Una manera de no decir adiós’, que hace pensar en el poemario de Ildefonso-Manuel Gil.
La certeza de la proximidad de la muerte es un tema recurrente en la poesía. Yo he sido consciente de la intensidad de la vida en las dos orillas: cuando he dado a luz a mis hijos y cuando, junto a mi madre y mis hermanas, acompañaba a mi padre en su adiós. Y esa intensidad es la materia prima a partir de la que escribo.
¿Hasta cuándo podemos o debemos contar cuentos a los hijos?
En el poemario hay un texto que hace referencia a eso. Al deseo de detener el tiempo en ese momento cuando acaba el día y le leo cuentos a mis hijos (aunque ahora ya es mi hija mayor la que me los cuenta a mí). Ojalá pudiéramos encontrar siempre, a cualquier edad, espacios de complicidad entre padres e hijos que recordaran a ese instante del cuento infantil antes de dormir. Hay que contar cuentos siempre. La vida es mucho más entretenida y llevadera si se tejen historias con ella.
¿Qué le inspira de la intimidad familiar y sus pequeñas cosas?
Hago literatura de lo cotidiano no tanto porque me inspire, sino como un intento de comprensión. Voy saltando de asombro en asombro y la poesía me ayuda a ordenar la vida.
Otro polo muy claro del libro es la identidad. ¿Se pregunta Carmen Ruiz Fleta, con dolor, sobre quién es, qué desea, qué busca?
Sonrío con esta pregunta porque depende de lo que te conteste puedo parecer pesadísima. Y eso es de las peores cosas que se pueden ser en la vida... Ahora en serio. Creo que moriré buscando parecerme lo más posible a quien creo ser, pero imagino que no lograré encontrarme nunca. Esa especie de desacompasamiento fluye en los poemas, pero, afortunadamente, soy mucho más doliente en la poesía que en la vida, que la disfruto mucho.
¿Ser poeta es también un modo de sentirse una inadaptada?
Tiene que ver con lo que antes te comentaba. Sí, en mi caso la poesía nace de la inadaptación. No ahora, desde siempre. Inadaptación a una identidad, a un cuerpo, a una realidad, a un adiós. No me adapto, no lo acepto y lo escribo. Intento hacer de ese desasosiego algo bello.
¿Cabría hablar de un clima de pesimismo, de desolación existencial? ¿Ha querido hacer un libro sobre las heridas de la vida?
No he pretendido hacer un catálogo de heridas. Pero escribo sobre la vida, y la vida pincha, ensucia, raspa y, a veces, duele. Dice la poeta gallega Olga Novo en un verso que cito y que me encanta: "A veces no sé si escribo o es que ando descalza sobre las brasas". Me parece una definición fabulosa de lo que es escribir poesía.
Otro asunto clave, tentador para una lectura superficial, se centra en el desamor. ¿Conocemos de verdad a quién amamos o esa es una tarea constante y misteriosa que también revela nuestra vulnerabilidad?
Si conocerse a uno mismo ya es una tarea compleja no me parece posible conocer del todo al otro, por muy cerca que el otro esté. Somos seres vulnerables, cambiantes y contradictorios. No decepcionas a quien no te ama, solo puedes fallar a quien espera algo de ti. Y como creo que el desamor más agudo es la indiferencia no diría en absoluto que este sea un libro de desamor.
Habla a veces del juego de hacer versos. ¿Se atreve, por ello, a redactar un soneto?
Me gusta jugar con las palabras, retorcer el lenguaje, encontrar significados. Ese soneto es un juego por el que me sometí a la métrica, algo que no hacía desde los ejercicios de lengua de BUP. Estaba leyendo en ese momento sonetos de Benedetti y me dije "voy a probar". Y probé.
Quizá el texto más vitalista sea ‘Celebremos’. ¿Qué debemos festejar, exaltar, cantar? ¿Qué quieres cantar usted?
Hay que celebrarlo todo siempre. Ya está la poesía para sacar nuestro lado doliente. Pero no podemos desperdiciar ni una sola oportunidad de disfrutar de la familia, el amor o la amistad. Ni de entusiasmarnos con la música, la danza o los libros. Hay que celebrar las mañanas de primavera y las tormentas de verano.
En el texto ‘A modo de poética’ habla de la poeta urbana y posmoderna que ha querido ser. ¿En qué ha cambiado?
Creo que hay quien vive con conciencia poética las 24 horas del día. Y yo no. Ni de lejos. Yo la mayoría de los días no soy poeta, bastante tengo con acordarme de lo que hay que comprar en el supermercado o de que los niños tienen tal o cual actividad. Yo nunca me he sentido poeta. Pero es cierto que cuando éramos jóvenes y recitábamos en los bares nos creíamos estar haciendo algo importante. Era muy divertido. Ahora lo miro con mucha ternura y con esa ironía que se ve en el poema que citas.
¿Qué le debe a Mario Benedetti?
Le debo algunos de los sonetos más hermosos que he leído. Me gusta leérmelos en voz baja, recitándolos para mí. Hace bailar las palabras en la boca.  
Da la sensación de que la poesía para usted está ligada a la autenticidad, a la confesión y en cierto modo a la insatisfacción. ¿Es así?
En buena parte es así. En términos administrativos y, si me permites la ironía, sería una especie de "externalización": es la poesía la que gestiona mi cara B, con sus miserias, aristas y desacoples. La cara A, la de las celebraciones y la vida, prefiero gestionarla yo directamente. Y aunque disfruto muchísimo escribiendo, aún disfruto más viviendo, por eso pasa tanto tiempo entre libro y libro.
También es un libro repleto de hermosos instantes de la memoria. ¿Vivir es recordar, habitar momentos de felicidad? Pienso en esos veranos en que se empiezan a escribir obscenidades, a las amigas inolvidables, a ciertos paisajes…
Me gustaría poder observar los momentos pasados sin el tamiz de la memoria, que siempre nos engaña y redibuja las cosas para dejarnos en buen lugar. Una no puede vivir asida al pasado, ni recreando tiempos que probablemente no fueron tan felices. Pero, indudablemente, lo que los años destilan y dejan en el recuerdo explica lo que somos en el presente. Me asusta perder la memoria, no solo de los hechos, sino de lo que sentía o pensaba en un momento dado del pasado.
¿Qué poetas le han acompañado o le acompañan en la redacción de estos versos, qué ha descubierto en este lustro?
Ya he nombrado a Olga Novo, que me parece la mejor poeta española en la actualidad. Y hay voces que me llegan de siempre y de lejos, como Lorca o Joan Margarit, a quienes acudo de manera recurrente, a veces como quien va a la farmacia.