DIÁLOGO CON SANTIAGO ARRANZ. ARTISTA
Santiago Arranz (Sabiñánigo, Huesca, 1956) acaba de crear la Fundación Arranz-Raso en compañía de su mujer Trinidad Raso.
1-Se está celebrando la Vuelta Ciclista a España. Durante varios años fuiste ciclista y de los buenos. ¿Qué recuerdos conservas?
-En mi vida siempre ha habido algo épico. Pensar un reto y realizarlo, a veces, inconscientemente. Lo que siempre ha sido importante para mí es el camino y el ciclismo era una larga carretera y un hábito de laboriosidad. Casi nadie, a esa edad, quiere sacrificarse tanto. Cuando tenía apenas 15 años viajaba con mi equipo, íbamos a hoteles, te aplaudían, tenías una meta… Todo esto lo he vivido luego en el arte. Lo importante de ese ciclismo metafísico que yo practicaba es que hacías cosas muy diferentes. No era muy habitual decirles a tus padres un domingo por la tarde: me voy a Caspe en bicicleta, a ver a unos tíos, desde Sabiñánigo atravesando Monrepós y Los Monegros en agosto. En algunos hoteles como Las Brujas de Bécquer, en Tarazona, he estado como ciclista en los años 70, y también como artista.
2- ¿El arte se te impuso en la infancia, en la adolescencia, en la juventud?
-Me gustaría hablar de esa vida en común que comparten a veces las ideas y cómo se apoyan unas en otras hasta que se impone aquello que sentimos con más fuerza, y en mi caso, la pintura se impuso al ciclismo. En mi experiencia del arte, hubo diversos comienzos, pero quizá fue determinante un viaje familiar recorriendo todo el norte del país en coche desde Sabiñánigo a Santiago de Compostela, visitando catedrales románicas y góticas todo el tiempo sin que esto me cansara o aburriera. También debió de influir que mi abuelo Santiago dedicara la última etapa, tras la jubilación, a la escultura y verle tan feliz adivinando formas en las piedras, paseando por el campo, me transmitía a cada paso su admiración por la naturaleza.
3- ¿En qué momento te das cuenta de que ese es tu camino?
- El genio para mí, entonces, y también ahora, no tiene que ver con el virtuosismo, ni con el dominio técnico que nos procura una perfección sin alma. Siempre me ha interesado esa capacidad de transformar los elementos y transcribirlos a símbolos. Como cuando decoré en mi juventud unos floreros para mi madre con improntas de hojas o pinté en una bobina de papel mi primer friso, sin importarme un ápice la calidad de lo reflejado. Lo importante entonces, y ahora, era la emoción de quedar suspendido por la acción artística. Eso fue lo que me ayudó a comprender que la pintura sería lo que más feliz me haría en la vida.
4-Pronto te vas a París, becado por la Diputación. Imagino que sigues viendo ese periodo como una de las aventuras de tu vida. ¿Qué te dio la ciudad, la beca, esa apuesta por una vocación?
- Fue una experiencia vital y artística increíble. En París realicé por encargo de Gérard Georges Lemaire las letras de mi abecedario para el libro de Gérard de Cortance Le monde du surréalisme, editado por Henri Veyrier en 1991, lo que supuso para mí descubrir la magia que encerraba animar figurativamente las letras capitulares de este diccionario y las consecuencias que este hallazgo supondrían en los posteriores desarrollos de mi obra, formulada a partir de iconografías formales, aplicadas, tanto en mis pinturas como en los edificios públicos en los que he intervenido. Por la misma época, en Zaragoza, y viviendo ya en París realizaba el importante ciclo de pasteles sobre tabla dedicado a Las ciudades invisibles de Italo Calvino, libro que conocí por su comisario Pablo Rico y que se expusieron en la colectiva Per corso de città invisibile, en Venecia, durante la Bienal. Así fue como empezé a convertirme en ese amigo íntimo de los escritores y a relacionar lo pintado con lo leído, trabajando en ciclos pictóricos sobre los cafés literarios y Ramón Gomez de la Serna, Kafka, las bibliotecas, Cioran, la Lisboa de Pessoa, Las virtudes del pájaro solitario… y mi encuentro en Marrakech con Juan Goytisolo , o mi último viaje literario a Nueva York, a la luz de Lorca.
5-Estuviste más de una década… ¿Cuál sería el balance final?, ¿cómo es el Arranz que regresa?
- Primero vivimos en Fontainebleau, a unos 50 km de París, gracias un alojamiento que me proporcionó el Centro Nacional de Artes Plásticas en un antiguo hotel, entonces residencia de estudiantes universitarios. Un lugar muy proustiano, con vistas al Chateau de Fontainebleau, ciudad donde también hubo en otra época una escuela pictórica relevante de artistas exiliados, que perseguían, como yo, un sueño de perfección, como escribió entonces Michel Hubert acerca de mi obra. Cuando llegué a Fontainebleau no tenía una idea muy precisa de lo que iba a hacer, y me convertí en un flanneur, que vagaba por los jardines del castillo, donde finalmente encontraría la inspiración. Hoy uno de estos cuadros forma parte de la colección de las Cortes de Aragón. En esta época abandoné prácticamente la figura humana, muy presente en mis primeras telas, para desarrollar cuadros basados en la arquitectura y en la propia composición del cuadro. La influencia fue tal que al volver a España tuve que continuar pintando lo mismo, ya con los Pirineos al fondo. Después vino la etapa de París y mi estudio cercano a la Place Clichy, hasta nuestra instalación definitiva en Noisy le Grand, al este de París. El Arranz que regresó ya había explorado las posibilidades que encerraban sus vocabularios tras la creación de su abecedario y era capaz de trabajar en el espacio-tiempo reales de la arquitectura y escultura en proyectos institucionales de rehabilitación de edificios como Capuchinas en Huesca o Morlanes y Centro de Historia en Zaragoza, a los que fui invitado a participar por sus arquitectos, que descubrieron las inmensas posibilidades que encerraban mis vocabularios al integrarlos en el sistema constructivo de sus obras. La expresión se convirtió en estilo y la pintura en lenguaje. La perspectiva tradicional de los cuadros desapareció, poblando los lienzos de los edificios de una cartografia de signos y símbolos, en el mismo plano de la escritura.
6- Inicialmente habías sido un pintor. Incluso un pintor muy literario, ¿no?. Cómo te relacionas con la literatura ?
Me considero un alma compuesta que arrastra sin complejos un carrusel de artistas, si bien sostengo que todos los desarrollos artísticos que he experimentado proceden de la pintura y amplían sus posibilidades cuando consigo liberarme de su cárcel y hacerme libre en otras disciplinas, como sucede con la literatura, la arquitectura y la escultura.
7-De vuelta, poco a poco, empiezas a trabajar con arquitectos: en Huesca, en la Casa de Los Morlanes, en el Centro de Historias. En cierto modo también te haces escultor. ¿Cómo ves todos estos pasos? ¿Eres cada vez más atrevido?
- En Capuchinas descubro el sentido de la huella y la impronta, que ya estaban en aquellas jardineras decoradas en mi adolescencia, ahora transmutadas por la técnica del encofrado en huecorrelieves. Formas simbólicas que se relacionan con la vida, con las plantas y los animales, y nos hablan de la naturaleza humana. Esa capacidad reflectante que tienen siempre los símbolos cuando nos revelan la realidad desde la poética del vacío y el hueco.
8-Pintas, dibujas, esculpes ….Y descubres a Lorca. ¿Qué le debes, cómo es esa conexión con el Lorca de Poeta en Nueva York, sobre todo?
Estuve en Nueva York en 2017, quería experimentar de nuevo el arte desde la palabra y establecer un mapa literario de sentimientos compartidos con Lorca, muy similares a los que yo experimenté en París a la misma edad, en una época diferente, en los que la ciudad era vista como símbolo de sufrimiento para el hombre. Me motivó tanto esta idea que me instalé en Harlem por un tiempo con la intención de establecer una confluencia de ideas entre su escritura y mi obra artística, visitando los lugares y los escenarios por donde el poeta transitó en su estancia en Nueva York y que ya habían sido reconocidos por el lorquista Christopher Maurer en su libro Federico García Lorca en Nueva york y La Habana: Cartas y recuerdos. El carácter simbolico de la obra de Lorca y el interés por el hueco como pérdida y ausencia lo vinculaban con mis intereses artísticos y descubrieron para mí nuevas perspectivas a su obra escrita desde mi lenguaje plástico.
9- ¿Cómo valoras la experiencia zaragozana?
Zaragoza es mi ciudad de referencia, mi hogar. He trabajado prácticamente siempre desde esta tierra y a esta ciudad he vuelto casi siempre a mostrar proyectos realizados en tierras lejanas. Nos conocemos desde hace años casi todos y me esfuerzo por no desvincularme de ella y contribuir con mi trabajo a su vitalidad artística.
10- Decides regresar a Castejón de Sos. ¿Has sentido la llamada de la naturaleza? ¿Estabas buscando algo: armonía con la naturaleza, belleza, regreso al origen?
-No elegimos nosotros. Son los lugares los que nos eligen y de ahí surge el arraigo, algo que yo no conocía hasta que llegué a Castejón de Sos, siguiendo a esa chica del país del norte que es mi mujer, Trinidad. Vivo en esa canción de Bob Dylan, sin añoranzas. Lo que siempre anduve buscando está aquí: el humanismo, la naturaleza, lo inexplicable.
11- Cómo has trabajado y evolucionado ahí, en tu espacio de Las Maigualas?
-Las Maigualas es el nombre que recibe este término natural de Castejón de Sos, donde se ubica mi taller, que he ido transformando en años sucesivos hasta convertirlo en mi único centro de creación. Está cercano al pueblo, en medio de un prado inclinado, y desde el 2009 en que decidí preparar desde aquí mi exposición para la Lonja de Zaragoza, es ya mi único taller. El entorno es tan bello que es mejor no mirar para no distraerse. El único taller que me ha obligado a mirar lejos y hacia afuera ha sido éste, hasta condicionar mis obras por la presencia del paisaje de proximidad en ellas o dedicarles series enteras y extensas, aún no concluidas, como los Paisajes Pasajeros, que comencé tras la pandemia.
12- Cómo se os ha ocurrido crear la Fundación Arranz-Raso? ¿Cuáles serían los objetivos básicos?
- Desde este verano la Fundación tiene su sede en Casa Silvestre, una vivienda familiar rehabilitada en 2018 con intervenciones artísticas mías en su arquitectura. Aquí pretendemos crear una residencia de artista, abierta no sólo a artistas plásticos, sino a creadores e investigadores de otras disciplinas como escritores y músicos que dispondrán de un espacio taller, si lo necesitan. En este sentido contamos con la voluntad y el apoyo del Ayto de Castejón de Sos que ha ofrecido crear, conjuntamente con la Fundación, una beca que nos permitiría invitar a un artista a trabajar y mostrar su trabajo en el Centro Cultural, en la sala a la que el Ayto ha decidido darle mi nombre y que emprende una nueva andadura al quererla dedicar sólo a proyectos culturales: exposiciones, conciertos, presentaciones de libros y conferencias. Otro objetivo, no menos importante de la Fundación, será asegurar la promoción y la exposición al público de mi obra, protegiendo así mi legado y mi archivo personal al compartirlo. Este segundo espacio se ubicará en mi taller que estamos adecuando para este eventual uso que un día será permanente, ya que contamos con aproximadamente 1000 obras de nuestra propiedad entre pinturas, dibujos, esculturas, libros de artista y diversas maquetas relacionadas con proyectos arquitectónicos. Nuestra intención, al fijar nuestra residencia definitiva en Castejón de Sos, fue crear un equipamiento cultural privado desde el que tratar la cultura como elemento transformador y enriquecedor de la sociedad en el ámbito rural, cada día más diverso y formado, sumándonos a una red de centros culturales emergentes que no deja de ampliarse. Desde la Fundación apoyaremos todas aquellas iniciativas artísticas que tengan en cuenta los valores humanistas y la defensa de la naturaleza capaces de inspirar un nuevo renacimiento, muy necesario en el arte de hoy.
13- Qué podrán hacer ahí los artistas jóvenes o los investigadores? ¿Cómo son esas mil piezas con las que se van a encontrar?
-Somos conscientes de que estamos alejados de los centros de producción artística de las ciudades, pero otro modelo es posible, y apostamos por la perdurabilidad en relación a la naturaleza de este tipo de iniciativas que surgen como reacción a un mundo volátil y ansioso de modas. Aquí los artistas encontrarán la paz, la libertad y el alejamiento, imprescindibles a la creación y a la reflexión. Un mundo lento y antiguo como un monasterio desde el que pensarlo y representarlo con carácter de eternidad.
14- ¿En qué momento está el artista Santiago Arranz, ya sabes quién eres y lo que buscas?
- No doy nada por hecho ni confirmado, a pesar de tener un pasado. Sigo haciéndome preguntas, qué es lo que queda de un artista. Si surge una idea nueva, me activo y ahora la tengo. Me interesan los dos modos extremos de arte: la pintura mural, destinada a los espacios públicos en el que manejas elementos que conciernen a una comunidad y con los que se identifican, como la muy reciente pintura mural realizada en el Centro Cultural de Castejón de Sos inaugurada a finales de agosto, con motivo del Congreso de Periodismo de Altura, que se celebra en Castejón de Sos, desde hace ya veinte años. Igualmente me interesa el plano el intimista y lírico de la pintura plasmada en mis paisajes pasajeros, entendidos como autorretratos o paisajes que describen un estado de ánimo, pues la pintura continúa siendo para mí una herramienta imprescindible para ahondar en el alma humana.
15-Es una pregunta quizá escolar, pero siempre tendemos a darle vueltas y más vueltas…¿Cuál es el lugar del arte tradicional en nuestra vida y en nuestra sociedad?
-Con las realidades virtuales se está deformando lo que tradicionalmente fue la creación de mundos paralelos que siempre había existido en el arte y la literatura. Lo que la tecnología pretende no es hacernos libres, sino sustituir la realidad, hasta hacernos perder el mundo y privarnos de nuestros símbolos que nos hablaban de nuestra naturaleza y nuestra muerte.
16- ¿Cómo afronta un artista la crisis?
- Quien carece de todo camina por los bosques para sobrevivir. Del arte conocemos el principio pero no donde termina y ninguna crisis podrá con él. Las crisis te obligan a pensar más. Lo mejor de ellas es que, si no te eliminan, avanzas, y si aún queda algo en ti actual, permaneces. Sólo se sale de ellas por amor. El arte es la única enfermedad que puede provocarte a su vez la muerte y la resurrección. Eres tu propio médico.
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