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Antón Castro

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

DIÁLOGO CON JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ

¿Es el cine de los veranos?  

 

Desde que siendo un adolescente vi la película Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore tengo claro que sí, claro está que me enamoré de esa película. Nunca olvidaré la secuencia en la que el proyeccionista desvía el haz del proyector sobre una pared de la plaza, para permitir que el público que se había quedado fuera del cine pudiera disfrutar de la proyección al aire libre.

En verano es un placer poder ver cine en una sala a oscuras y fresquita. Las salas de cine sirven para aislarte de la realidad y permiten meterte mejor en las historias que nos proyectan, además, te aíslas de las altas temperaturas que tenemos aquí en la calle. Ahora bien, el cine al aire libre o los cines de verano no tienen nada que envidiar. 



 

¿Cómo fueron o cómo eran los veranos de cine en el mundo rural? 

 

Los veranos de mi infancia en Castelnou, una pequeña localidad de la provincia de Teruel, eran como se suele decir, “de cine”. Eran veranos muy largos, que coincidían con el periodo de vacaciones escolares, donde los que habitualmente vivíamos en el pueblo nos juntábamos con un grupo mucho más numeroso de amigos -chicos y chicas-, que venían a veranear principalmente desde Barcelona o Zaragoza. Disfrutábamos de unas jornadas muy largas, que se prolongaban hasta entrada la madrugada, en aquellas noches que salíamos a la calle a “tomar la fresca”. Alguna noche podíamos ver proyecciones de películas al aire libre. Y si había tormenta o si después de comer, “en la mediada”, nos resistíamos a dormir siesta, una buena opción era poner alguna pelí de videoclub y ver aquellos títulos que estaban en salas unos años antes. El cine nunca faltaba en nuestros veranos, ni los comentarios entre amigos después de ver pelis.

 

¿Qué es lo que crees que debemos reivindicar del medio rural en términos culturales?

 

Siempre he dicho que la cultura es como un alimento más. En los pueblos se hace más evidente, una de las consecuencias de . Todas esas actividades culturales o de ocio que están más presentes en las ciudades, en el mundo rural son en muchas ocasiones el porqué de que se creen asociaciones u otras entidades que intenten garantizar la presencia de la cultura. Quizás en los pueblos, junto a la sensación de que existen pocas opciones, la implicación más directa de las personas son motivo de que la respuesta del público a este tipo de ofertas de ocio sea más numerosa en proporción a la que se da en las grandes ciudades.

 

 

¿Para que sirven los festivales de cine? Frecuentas muchos, estás detrás del de Urrea de Gaén…

 

Los festivales de cine sirven para mostrar el pulso del cine que desarrollan los nuevos creadores. Son una buena forma de poder ver ese otro cine que no siempre obedece a los estándares del mercado, cine independiente, de autor o de temáticas concretas.

Suelo ir al menos a dos o tres festivales al año y me gusta ver la obra que proyectan. Últimamente, debido a mi implicación empresarial también estoy acudiendo a los markets que se organizan en el marco de estos festivales en busca de colaboración en mis trabajos.

En la última edición de Festifal (Festival Internacional de Cortometrajes de Temática Rural), que tuvo lugar en Urrea de Gaén el pasado mes de noviembre, estuve bastante liberado de las tareas organizativas. Aunque, como sigo al frente del Centro de Estudios del Bajo Martín, que es la entidad que lo organiza, sigo siendo la persona que lo representa.

 

 

¿Cuándo decides que el cine sea una de las razones de tu vida?

 

El cine siempre ha sido una de mis principales opciones de ocio. Siempre he sido un enamorado del séptimo arte. Esta es la principal razón por la que siempre he tenido esa espinita de trabajar en este tipo de proyectos. Mi perfil profesional durante mucho tiempo estuvo ligado a la parte más técnica de los audiovisuales y las comunicaciones.

En 2016, tras un breve periodo sabático que me llevaría a vivir a Escocia, decidí volver y probar suerte en facetas más creativas y vinculadas a la producción de audiovisuales.

 

¿Te marcó alguien, has tenido influencias, un instructor, un maestro?

 

En el año 1995 tuve la suerte de participar en el rodaje de Ella está enfadada de Juanjo Giménez Peña y posteriormente, en el año 2000 también participé en el rodaje de su primer largometraje, que llevaba por título Nos hacemos falta (Tilt). En ambos casos trabajé en la producción a las órdenes de Oscar Díez, que era el jefe de producción de ambos trabajos.

Oscar era uno de esos amigos con los que coincidíamos en vacaciones en Castelnou, y que sin duda me transmitió su pasión por el cine, todavía recuerdo a Oscar con una cámara de super 8, liándonos en sus mini rodajes estivales. Tanto Oscar como Juanjo, podríamos decir que fueron quienes me permitieron acercarme por primera vez al mundo de los rodajes profesionales. Yo, a cambio les presenté las principales localizaciones donde rodamos, ya que tanto el corto como el largo, ambos de ficción, ambos rodados en 35mm, tuvieron como escenarios principales lo que hoy se denomina Bajo Aragón Histórico.

 

 

¿Por qué Pierres Vedel, qué debemos saber de él y qué has querido contarnos?

 

Yo llegué a Vedel en una conversación de terraza donde me propusieron contar la historia de la traída de aguas a Teruel. Me gustó la idea y esto me llevó a conocer a Manuel Martín, quien me mostró la importancia de aquel maestro renacentista de origen francés que se afincó en el sur de Aragón, así como la importancia de sus obras para el desarrollo de aquellas poblaciones.

Me llamó la atención que este personaje se viniera a España desde Francia por causas principalmente económicas, cosa que durante los últimos tiempos vemos que sucede a la inversa. Y también me llamó la atención la calidad de sus trabajos conocidos y lo poco que se conocía a este arquitecto y su obra. Esto es lo que se cuenta en este documental de una hora de duración.

 

 

¿Qué significó este arquitecto en su defensa del agua?

 

Sin duda estamos ante un arquitecto o ingeniero que en el s. XVI nos acercó de nuevo aquellas técnicas constructivas que venían de las antiguas Grecia y Roma. Sus trabajos han sido una influencia clara en épocas posteriores. Tal es así que se le atribuyen obras por lo similar a las técnicas empleadas en las que están documentadas como suyas. Este es el caso de la fuente de Celadas, cuya autoría no está documentada.

Tanto las traída de aguas o acueducto de Teruel, obras como la Mina de Daroca o la construcción del talud de la torre de San Martín de Teruel -todas ellas obras suyas-, solo se encargaban a maestros con sobrado prestigio y experiencia debido a su complejidad de ejecución.

En aquellas localidades que crecían en población, la llegada del agua de boca hasta las poblaciones supuso un avance importantísimo en su desarrollo. Para construir el talud, Vedel dejó la torre prácticamente suspendida en el aire, por medio de un entramado de andamios de madera. En el caso del desvío del cauce las avenidas de agua procedentes de tormentas, que lo llevó a diseñar y construir la Mina de Daroca, conseguiría que perforando una montaña se desviara el curso de estas avenidas, evitando así numerosas muertes producidas como consecuencia de grandes tormentas en Daroca. Quizás esta última sea su obra más compleja y singular.

 

¿Es verdad que está enterrado en Albarracín, conoces su tumba?

 

Su última intervención como arquitecto documentada es la Iglesia de Santa María de Albarracín. En una de las capillas laterales de este edificio podemos ver una placa que dice que allí residen sus restos. Por este motivo, esta iglesia, que actualmente es el auditorio de la Fundación Sta. María de Albarracín se escogió para el estreno oficial del documental.

 

 

También has trabajado en Segundo de Chomón. ¿Duele saber que solo ha vivido en Teruel dos años apenas?

 

Efectivamente, me gustaría poder decir que vivió más tiempo allí, pero sin duda, sus orígenes teruelanos o calamochinos, como pasa con muchos otros personajes que han tenido que desarrollar su carrera fuera, habrán sido muy importantes en su vida.

 

¿Qué significa Chomón en el mundo del cine, qué debemos reivindicar de él?

 

Segundo de Chomón fue sin lugar a duda uno de los pioneros más destacables en los inicios de lo que hoy llamamos cine. A diferencia de otras figuras más reconocidas como Georges Méliès, Chomón se adentró más en el lenguaje propio del cine, innovando y haciendo trabajos menos inspirados en técnicas teatrales. Además, fue una figura clave para el desarrollo de técnicas de coloreado, trávelin, iluminación, animación y el caché (actual croma)…

Podemos decir que fue uno de los principales impulsores del lenguaje audiovisual que hoy conocemos, tanto en España como en Francia.

 

¿Sabe Aragón tratar a sus hombres ilustres o es una asignatura pendiente?

 

Me gustaría poder decir que sí, que en Aragón tratamos bien a nuestros personajes ilustres. Pero si, por ejemplo, volvemos a hablar de Chomón el pasado año se cumplía el 150 aniversario de su nacimiento en Teruel. Salvo los modestos actos, que con este motivo se han llevado a cabo por la Diputación Provincial de Teruel (DPT), me temo que no se ha hecho lo suficiente para poner en valor la figura de este genio aragonés. Llama especialmente la atención que desde el Gobierno de Aragón no se haya hecho nada especial. Cosa que no ha ocurrido en la vecina Cataluña, donde por ejemplo Filmoteca de Cataluña le dedicaba un espacio y programación especial a Chomón durante todo ese año. Se pueden poner bastantes más ejemplos.

 

¿En qué proyectos que se puedan contar andas metido ahora?

 

En la actualidad estoy trabajando en la distribución de un espectáculo que se llama Más que magia, cine. Segundo de Chomón, que ha sido clave para la confección del guion de un documental que pretende construirse o nutrirse de aportaciones de nuevos canales de comunicación como son las redes sociales. Además, estoy con un proyecto de largometraje documental que cuenta la historia de unos incunables hebreos impresos en Híjar en el siglo XV. Hoy en día estos libros son admirados en las principales bibliotecas y universidades del mundo. Tanto la historia de su impresor como el recorrido de estos libros se podrán ver en este proyecto que se titulará Libros. El legado de Alantansí.

 

¿Es fácil hacer cine en Aragón?

 

Creo que resulta evidente que no, en Aragón y tampoco en España es fácil hacer cine. Desgraciadamente no existe una industria potente, lo que lleva a tener excesiva dependencia del apoyo de instituciones públicas.

 

Cuando te pones a soñar en términos cinematográficos, ¿qué sueñas, qué te gustaría realizar?

 

Me encantaría poder hacer más ficción, ya que estoy muy vinculado a trabajos documentales, que siempre abordan temas patrimoniales y figuras desconocidas, que tengo que reconocer que me gusta. Pero si me pongo a soñar me gustaría poder hacer trabajos de ficción, especialmente trilers.

 

¿Se está imponiendo el documental a la ficción, o por qué crees que se están haciendo tantos documentales?

 

Quizás algunas razones son que son más baratos de producir en general, además creo que el hecho de que las plataformas apuesten por programar documentales está haciendo que haya más público que demande este tipo de contenidos. No obstante, a mi me gusta mucho el género documental, seguro que no soy objetivo.

 

Cuando miras a nuestros maestros (Chomón, Buñuel, Saura, Borau, Forqué…) ¿en qué te fijas, qué te interesa?

 

Veo en todos ellos maestría, y siento absoluta admiración. He tenido la suerte de profundizar especialmente en el cine de Chomón, del que destacaría su creatividad, su invención y puesta en práctica de técnicas al servicio del lenguaje. De Buñuel, al igual que en ocasiones también me sucede con Chomón, me fascinan sus ensoñaciones y su faceta más surrealista. Soy un gran admirador de ese Saura fotógrafo que narra como pocos la música y sus bailes. Creo que sería muy difícil para gente de mi generación poder entender parte de la historia de nuestro país sin haber visto obras Borau o de Foqué y su punto de vista cómico.

 

¿Qué debemos conocer del Bajo Aragón, en verano en cualquier época del año?

 

Para mí, el Bajo Aragón Histórico tiene muchos atractivos. Siempre digo que soy de Teruel o turolense, pero en el fondo sé que debería decir soy un bajoaragonés que siente un cariño especial por la capital donde estudié unos cuantos años. Así que vuelvo a ser no muy objetivo. Intentaré sintetizar

Sin duda, si tengo que recomendar a alguien alguna zona del Bajo Aragón serían el Matarraña y el Maestrazgo. Nadie debe irse de aquí sin conocer esos pueblos y su entorno. De mi comarca, actual Bajo Martín, me gusta especialmente todo lo que tiene que ver con el Parque Cultural del Río Martín, que empieza en Albalate extendiéndose hacia las cuencas mineras. Pinturas rupestres, naturaleza y enclaves históricos son especialmente atractivos en este fragmento del río Martín.

Para los amantes de la Semana Santa y los tambores, todos los años es cita obligada “Romper la hora” en los pueblos de la Ruta del Tambor y Bombo. Donde también se puede disfrutar de muchas de sus procesiones.

Para los amantes de localizaciones para cine, son muy atractivas las zonas de saladas y áridas tan propias del valle del Ebro que están presentes en muchas de estas poblaciones.

 

 

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