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Antón Castro

"REQUIEM" POR IMANOL DE FELIPE JUARISTI

REQUIEM

Por Felipe Juaristi

Aquí estará mi tumba, junto a estos árboles.
Caerán encima las primeras hojas del verano.
Hay mármol y piedras trabajadas,
y caerán encima las primeras hojas del verano,
pero nacerán encima las primeras hojas del verano,
pero nacerán otras nuevas de mí,
otras más bonitas y más rojas.
Algunas se pudrirán luego y morirán,
pero no me arrepiento de nada,
quien se arriesga es más feliz
que quien no se arriesga jamás,
quien naufraga y muere en el mar más valiente
que quien se hunde sin haber salido de puerto.
Hay quien ha muerto sin comenzar a vivir,
y quien muerto continúa en la vida.
Caerán encima las primeras hojas del verano,
pero nacerán otras nuevas de mí,
otras más bonitas y más rojas.
La memoria no es más que eso,
contar el número de hojas que caen
y contemplar las que crecen nuevas.
Los pájaros marchan ligeros y rápidos;
no olvidan porque no tienen memoria.
Aquí estará mi tumba, junto a estos árboles.
Mi memoria durará miles de años,
lo que durarán mis versos.

Este poema del poeta vasco, escrito originalmente en euskera, lo trajo Félix Romeo. Acudió al funeral en San Sebastián con José Antonio Labordeta, Luis Alegre y Mariano Gistaín. Y aquí queda este precioso testamento de esperanza para el hombre bueno, para el músico, para el poeta inolvidable: Imanol Larzabal. Su canto libre estremece a los pájaros del más allá.

4 comentarios

Mikel -

Sensibilidad y compromiso, justicia y honestidad, dos ejemplos para la vida, dos recuerdos para la memoria,
una diana,
una diana al corazón
otra al alma

nadie -

No entiendo nada

Ander -

Aunque tu ausencia nos duela, siempre nos quedará tu música Imanol, eso nada ni nadie nos lo puede quitar. Como decías tú; "Ir y quedar y con quedar partirse..."

Javier Burbano -

Recuerdo un concierto de Imanol en Madrid a mediados de los 90. Era en el Retiro. Un domingo por la mañana. No había nadie. Imanol estaba solo en el kiosco de la música, de negro y de pie, cantando grave y profundamente con su guitarra a la ausencia que allí nos invadía. Me separé de mi grupo y me acerqué a disfrutar de su intensidad. Hubo unos momentos cómplices en los que nos miramos preguntándonos por qué no había nadie. Oí lejano por segunda vez mi nombre llamándome para irnos, pero yo quería seguir allí. Pudo más el deber, y cuando me fui sentí que dejaba a Imanol sólo con su melancolía y su deseo de ir al fondo de las cosas. Me he acordado muchas veces de ese momento y siento que muchas veces nuestra sociedad ha mirado a otro lado mientras él denunciaba las injusticias que se estaban cometiendo. Pero todavía hay esperanza. Su música sigue viva.