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Antón Castro

ELOGIO DE LA LECTURA (EL NIÑO RURAL I)

Cuando yo era un niño rural que amaba las cosas del campo, el mejor momento del día era cuando llegaba la noche y algunos vecinos se sentaban en torno al hogar y contaban cuentos de amor, de miedo, de animales o de aparecidos. Afuera llovía. Siempre he buscado repetir esa vivencia, aquella atmósfera de aventura y peligro. Años después, ya estudiante, sentí una sensación semejante al leer “Maese Pérez, el organista” de Bécquer, y luego sus “Leyendas” completas, que fue el libro que me hizo soñar y que me hizo lector. La música posee una capacidad increíble de ilustrar pasajes y sueños; el cine es el lugar donde quieres quedarte a vivir para siempre, en su mágica oscuridad; la pintura representa el placer de mirar, pero la literatura es el arma de la imaginación y de la compañía: el libro sólo lo completa el lector en su cabeza, en la intimidad y con lentitud. Durante días, semanas, tras leer un libro, tienes la sensación de que has viajado con fantasmas, de que has aprendido, de que has hecho amigos a los que difícilmente podrás olvidar. Las palabras crean mundos que entran, de inmediato, en el cerebro y se quedan si te atreves a leer y a escuchar su música.

1 comentario

Antonio PÉREZ MORTE -

...rindiéndote a su ritmo, a su cadencia, a las bellas
imágenes con que te atrapan"

La lectura es una droga,
una droga extraña que humaniza: ¡No quiero desengancharme!