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Antón Castro

"APUNTES DEL NATURAL" DE PEPE CERDÁ

Pepe Cerdá sale de los toros, donde ejecuta primorosamente al agua, los mejores lances de la tarde, los atrapa al vuelo, los reinventa y los ejecuta con extensa mano de mago, y se va al Palacio de Montemuzo donde expone sus “Apuntes del natural”, sus trabajos sobre papel. Es una muestra delicadísima, llena de sutileza y de oficio, donde el pintor despliega su mirada, su visión del paisaje y su ingenio de narrador y de teórico. La muestra se compone de acuarelas –de naturaleza, de interiores, de estampas de grupo con anécdota-, que llevan un texto más o menos extenso donde Pepe se deja arrastrar por su conocimiento del mundo, su sabiduría en el arte de contar y de teorizar. Los textos explican las acuarelas y además son otra cosa: impresiones del artista, hallazgos expresivos, relatos o evocaciones no sólo de un momento en el campo, sino recuerdos de su padre, que fue su primer maestro, encuentros con Sorolla, Pierre Bonnard o Vermeer, al que le rinde un homenaje explícito en un magnífico retrato de cabeza de mujer, o con Pablo Picasso. Los textos, que tienen algo de diario de artista, abundan en sus teorías sobre la realidad y la untuosidad de la materia, la modernidad y el clasicismo, todo ello contado con esa ironía del artista al que le dan cien mil patadas en la espinilla la afectación y la búsqueda de trascendencia. Una mujer, ante las obras, decía: “Es precioso leer estos relatos. Cerdá es un magnífico escritor, pero además las piezas ayudan a entender mejor su pintura, estas acuarelas que son sutiles, violentas, apasionantes y sombrías en algún caso”. Más o menos eso nos dijo una señora de México. Su fraseo es irreproducible. No recordaba a Julieta Venegas.

Es, además, sumamente bonito y emocionante comprobar de nuevo la cantidad de amigos en la vida y en la creación que tiene Pepe Cerdá. Pepe Melero, que vio dos veces las salas del fondo, piensa lo mismo. ¡Qué bonita es la amistad en la ciudad de la alegría!

1 comentario

mg ; ) -

querido Antón, si no me llamas no vivo