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Antón Castro

ANTONIO MAENZA. EL MALDITO MODERNO

El escritor, productor, guionista, crítico y realizador de cine Augusto M. Torres publica en Huerga & Fierro un libro sobre “Directores españoles malditos”, entre los cuales figuran los aragoneses Antonio Artero y Adolfo Aznar, pero también Adolfo Marsillach, Iván Zulueta, Félix Rotaeta, Antonio Drove, Jesús Fernández Santos, Claudio Guerín (que falleció por cierto en un accidente, mientras rodaba en Noia, A Coruña) o él mismo, pero también Azucena Rodríguez, Vicente Molina Foix, Antonio Betancor (autor de “Valentina” o “1919”, inspiradas en “Crónica del alba” de Sender, o “Mararía”), José Luis Guerín (que obtuvo un gran éxito con “En construcción”), Fernando Méndez-Leite, Miguel Picazo o Armand Guerra, cuya “Carne de fieras” (1936) restauró la Filmoteca de Zaragoza. Dice Torres, en una advertencia al lector, que el libro aborda los directores españoles “que, a pesar del interés de una o varias de sus películas, nunca han triunfado en el terreno del cine, a los que denomino malditos porque es una palabra que me gusta y que, además, los editores consideran muy comercial”. Recuerda que quiere ser una “obra de consulta” que nace de la casualidad. Lo más sorprendente es que en el volumen, de 376 páginas, no se incluya a un auténtico maldito como Antonio Maenza, el realizador turolense que rodó “El lobby contra el cordero”. Maenza y Artero, Artero y Maenza, son nuestros malditos por excelencia. Por ello, a modo de complemento y de recuerdo de ese “moderno maldito”, incorporamos al blog un breve recuerdo de Antonio Maenza, bien estudiado entre nosotros por Javier Hernández y Pablo Pérez.

Aragón también ha tenido cineastas vanguardistas, de vida fugaz y una imaginación atropellada, que lo mismo descubrían la música moderna, la canción de autor, el estructuralismo, la poesía europea más experimental o complejas filosofías. Uno de los ejemplos más claros es Antonio Maenza, nacido en Teruel en 1948 y fallecido en 1979 envuelto en circunstancias misteriosas: parece ser que se arrojó por la ventana de su casa con funestas consecuencias. Aquel acto -hay conjeturas acerca de que pudo ser defenestrado o de una venganza entre homosexuales, con lo cual estaríamos hablando de un crimen sin paliativos-, ponía final a una existencia convulsa y maldita de universitario inquieto e inquietante, de cineasta incipiente, de moderno paranoico y crítico; no en vano, Antonio Maenza, víctima de inestabilidades emocionales, había estado en psiquiátricos y a veces su compañía recordaba el cuento de “El perseguidor” de Julio Cortázar. Él, que se sentía acosado e intimidado e incomprendido, era un auténtico perseguidor de los otros por su genialidad tempestuosa, por sus ganas de hacer cosas, por su aparente locura, por su vehemencia, por las muchas cosas que hacía: escribió poemas, una novela fragmentaria y un tanto ilegible, “Séptimo medio indisponible” (Mira, 1997), que rescataron Javier Hernández y Pablo Pérez, y realizó al menos tres películas: “El lobby contra el cordero” (1969), que rodó en Zaragoza, en los ámbitos universitarios, y en Barcelona; “Orfeo filmando en el campo de batalla”, que rodó algo después en Valencia, donde frecuentó al editor de Pre-Textos Manuel Borrás y al joven poeta suicida Manuel Hervás, y “Hortensia”, otro largometraje cuyo copión estaba desde 1969 en los archivos del productor y amigo suyo Pere Portabella.
La obra de Maenza, como la de tantos otros, había pasado al olvido. Se había quedado en la cripta de la vanguardia superada, pero en 1991 aparecieron unos materiales fílmicos en Barcelona, que eran sus proyectos. El estudio de su figura cristalizó en un volumen, “Maenza filmando en el campo de batalla” (1997) de Javier Hernández y Pablo Pérez. En distintos momentos, ya se habían acercado a su trayectoria y a su modesta leyenda gente vinculada al mundo del cine, y amigos suyos, como Agustín Sánchez Vidal, Alejo Lorén, Víctor Lope, Javier Lacruz o Paco Martín. Unos y otros han acabado de fijar una personalidad incómoda y radical, bastante pintoresca, que sentía de vez en cuando inclinaciones por la ropa ajena, como recordó hace no demasiado Enrique Vila-Matas, que lo conoció cuando los dos trabajaban con la joven actriz Emma Cohen. Según ha declarado Vila-Matas (que le dijo un día a Marsé: “Yo seré un día director de cine”), “Hortensia”, también llamada “Beance”, iba a durar diez horas y eso es lo que hay grabado. “Antonio Maenza, que murió joven, fue un personaje de una extraña genialidad. Un día le dijo a Emma Cohen: ‘Quiero que en menos de un minuto me hagas las cinco vocales de Rimbaud’”, ha señalado Vila-Matas.
Dos jóvenes realizadores aragoneses, Graciela Torres y Fernando Plou, se sintieron literalmente subyugados por su mundo, recogido no sólo por Pérez & Hernández, sino también por Riambau & Torreiro en su libro “La Escuela de Barcelona: el cine de la ‘gauche divine’?” (Anagrama, 1999), y le han dedicado un documental de 50 minutos. Su trabajo fue uno de los tres seleccionados, en 2000, en las ayudas a la producción “La lotería de Ramón Acín” de la Diputación de Zaragoza. En el documental recrean la vida y la obra de Maenza, y son los amigos, algunos actores, las gentes cercanas quienes le recuerdan: desde Alejo Lorén y su hermana Maribel, el poeta y profesor Fernando Villacampa, el periodista y profesor Juan María Marín, Suso Navarrete, Alberto Sánchez, la madre de los Lorén, Víctor Lope, Javier Lacruz, que ha estudiado a la perfección el grupo Trama, que pertenecía a una atmósfera paralela en muchas direcciones. La obra es de cuidada factura -interpretada por José Miguel Franco, Fernando Villacampa y Miguel Labordeta, entre otros. Está llena de fascinantes imágenes de Zaragoza- lo cual aún engrandece el esfuerzo de Torres & Plou, que han apostado por un asunto oportuno, con gran rigor, y no dudan en divulgar su poesía.

3 comentarios

mg ; ) -

Quiero decirte algo y no se me ocurre nada, que me ha gustado mucho releer lo de Los Olvidados, que disfrutéis, que el que lea esto compre un bono de tres euros para el homenaje a Ramón Acín, besos.
http://www.unizar.es/cce/vjuan/homenaje_acin_monras.htm

Félix Alvarez -

Conocí a Maenza en la Universidad de Zaragoza en el 67 ó 68, cuando Fernando Villacampa se paseaba con capa española y una oveja por el Paseo de la Independencia para la película "El lobby contra el cordero", Alejo Lorén soñaba con ser director de cine y Maenza nos filmaba a todos enfrentando a la policía. No vivo en España desde 1970 y acabo de enterarme de su muerte por este artículo. Muchas veces me he preguntado, en estos años, qué sería de su vida. Lo siento.

Cide -

Tres días sin poder mirar tu página y me encuentro tanto y tanto.

¡Sí que has vuelto con ganas!