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Antón Castro

ADIÓS A KELLY HOLMES

ADIÓS A KELLY HOLMES El medio fondo femenino ha tenido grandes nombres en las últimas décadas: Mary Decker, Zola Budd (aquella niña menuda y estilizada que corría descalza y era la esperanza blanca que nunca cuajó en una Olimpiada), Tatiana Kazankina, las rumanas Maricica Puica y Doina Melinte, Gabriela Dorio, aquella italiana de hirsuta y rubia melena que parecía la ninfa de los bosques; más tarde aparecieron Gabriela Szabo, fantástica en las competiciones de escasa importancia, frágil a la hora de la verdad, Svetlana Masterkova (doble campeona olímpica de 800 y 1500 en Atlanta), Ana Fidelia Quirot o María Lourdes Mutola, varias veces campeona del mundo, pero vapuleada una y otra vez en las Olimpiadas. La última vez, en Atenas, lo fue por la británica Kelly Holmes, conocida tiempo atrás por la sargento de hierro. Estuvo en el ejército hasta 1997, el año anterior había quedado undécima en la final de 1.500 en Atlanta, fue excelente jugadora de voley y judoka, y también fracasó en Sydney: fue la séptima en Atenas.

Pasó un auténtico calvario de lesiones, Lourdes María Mutola la acogió en su casa y le ofreció su campo de entrenamiento. Y en Atenas, ocurrió lo que ocurrió: con casi 34 años, logró la victoria en 800 y en 1500, algo que había hecho algún tiempo atrás, en Atlanta, Svetlana Masterkova. Ahora, Kelly Holmes anuncia su retirada. Ha logrado algo que no pudieron conseguir ni Sebastián Coe, ni Steve Ovett, ni Steve Cram. Se va como la auténtica reina del atletismo británico, aunque la agoniosa Paula Radcliffe haya vuelto por sus fueros.

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