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Antón Castro

ENRIQUE LARROY EXPONE EN MADRID

ENRIQUE LARROY EXPONE EN MADRID ENTREVISTA CON EL PINTOR ENRIQUE LARROY.
EXPONE LA MUESTRA "TOMAVISTAS" EN LA GALERÍA DE DOLORES DE SIERRA

-¿Estamos en el gran momento de Enrique Larroy?
-En absoluto. Sí es cierto es que estoy a gusto con mi trabajo, dentro de las grandes dudas que te produce pintar.

-Lo digo porque acaba de realizar una gran exposición en la Diputación de Huesca e inaugura en Madrid la muestra “Tomavistas”.
-Mis exposiciones son espaciadas y tranquilas, sin ansiedad. Esta coincidencia es más bien fruto de la casualidad.

-¿Por qué tiene esas grandes dudas?
-Tengo grandes dudas y grandes ilusiones con la pintura. Cuando te enfrentas a un cuadro arrastras el bagaje de lo que haces, lo bueno y lo malo, e intentas transgredir, rebelarte contra ti mismo, y a la vez te agarras a lo que haces, a lo que has hecho, y buscas una salida, un lateral, una vía de fuga.

-La muestra de Huesca no sólo recogió su obra última, sino que el libro-catálogo proponía una reflexión general de su trayectoria.
-Es cierto. Fue un trabajo arduo y muy bien concebido por Chus Tudelilla, que me ha permitido repasar las conexiones, los círculos, los zigzag, las vueltas de mi carrera. La pintura no es una línea recta ni un camino hacia adelante. Es como un horizonte abierto. Y yo pinto casi cada día porque la pintura es tremendamente sugestiva.

-Pero, ¿no está amenazada de extinción?
-No tengo conciencia de que viva o muera. Convive con otros sistemas de exposición, con otras propuestas; otra cosa son los mecanismos de mercado o las dificultades de la difusión de la obra. A pesar de que he participado en el colectivo pictórico CPZ, en los años 70 cuando creía en la posibilidad de una acción social directa, me siento un pintor solitario con una carrera de fondo, con una evolución. Cuando empecé a trabajar en esto hice unos lunares en blanco y negro, que he recuperado para Huesca y para mi obra actual de una manera consciente.

-¿Lunares? Parece algo muy kitsch.
-Eran formas orgánicas, a contrapelo, que neutralizaban las rectas de la geometría. Más tarde, pasé por periodos en que oscurecí mucho mi pintura, hasta que desemboqué en el color, que es una de las características de mi obra.

-¿Qué ocurrió para dar ese paso?
-Estuve en Madrid, en la Casa de Velázquez, y en la India dos veces. Aquel mundo de contrastes me impactó mucho. Y en la Casa de Velázquez, un hice un trabajo, que se titulaba “Bambalinas”, claramente abstracto con guiños teatrales. Todo ello tuvo su continuación en Roma, que significo para mí el Barroco, la fascinación de Cinecittá, la obra de Alberto Savinio…
-Y de repente…
-De repente no hay nada. He ido radicalizando más el color, hasta hacerlo más limpio, más vibrante y más agresivo visualmente. A mi interesa mucho crear un sistema de desestabilización visual. Quiero que mis cuadros tengan un reclamo, gancho, y a la vez propongan una mirada cortada, como biselada, en la que quieres pero no puedes entrar porque está llena de planos falsos y de un recorrido que ocultaría ese horizonte lejano, que existe en mi obra, pero que yo he fragmentado.

-¿Qué busca usted con la pintura?
-Crear sensaciones de inestabilidad que lleven al observador a una reflexión estética. A mí lo que me interesa es crear la sensación del mago, del ilusionista, aquello de la paloma que sale de la chistera. Mis cuadros pretenden forzar esa reflexión estética desde el asombro y la perplejidad. Me gustaría que la gente se quedase un poco ensimismada y se preguntase qué está ocurriendo aquí.

-¿Debemos calificarlo como un artista conceptual?
-Supongo que todos lo somos, pero yo me siento más un pintor del color y de la vibración. Sé que mis cuadros no son fotogénicos, que se juega en ellos con los planos ocultos, con las capas sucesivas, con los errores, con el azar, pero lo mejor es verlos en directo. La pintura necesita un tiempo de contemplación inevitable, es un lenguaje especializado, si no te abres la mente y no te metes en ella, te pasa como con cualquiera de las artes. En Madrid, en la galería de Dolores de Sierra presento obras que estaban en Huesca y otras nuevas, que descansaban en el estudio.

-¿Qué está pasando con el arte en Aragón? ¿Está todo mal como se piensa?
-Es cierto que están desapareciendo las galerías privadas y que vivimos en una Comunidad muy conservadora e inmovilista que no está dispuesta a aceptar el arte contemporáneo. Pero yo no soy pesimista. Nunca hemos estado bien, pero los artistas se mantienen, sobreviven. Aquí no hay mercado, pero en España tampoco, pero en Zaragoza se está trabajando y se está trabajando muy bien.

-O sea, que eso de que Aragón es un desierto…
-Aragón es un desierto, pero en el desierto también hay vida y maravillas, y no podemos pretender que sea un bosque. La situación no es peor que en otras comunidades, quizá fuese bueno que nos replanteásemos el concepto de la cultura, y que no nos quedásemos sólo en la parte más superficial, ésa que está vinculada con el mercado y con el escaparate.

-¿Y usted, como sobrevive?
-Como puedo. Vivir del arte es un acto voluntario y siempre estás colgado de un hilo, pero éste tampoco es un oficio para hacerse millonario. Yo sólo pinto, y tengo claro lo que me interesa: aprender, poder adquirir libros y catálogos, viajar. Me conformo con poco.

3 comentarios

Ana Gandu -

Hola Enrique!Enhorabuena por ese pedazo de exposicion!!!
un beso bien gordo!!!

Paloma Larroy -

Hola Enrique, imagino que seremos parientes lejanos (con este apellido tan especial). La casualidad es que tengo una galería de arte en Madrid y tú eres artista, así que si te apetece, envíame más fotografías de tus cuadros y vemos si podemos hacer algo juntos.

Un saludo,

Paloma Larroy

Aab -

Enhorabuena Enrique.

Tus cuadros me parecen muy bonitos y sugerentes.