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Antón Castro

DE LA LLUVIA

DE LA LLUVIA A través de los cristales, Golmar Fortesende veía la lluvia obstinada, veía la noche oscura y ciega, iluminada a ráfagas por un relámpago súbito; veía los regueros que dejaba el aguacero a lo largo del camino. Creyó escuchar a alguien que doblaba el sendero, bajo la higuera silenciosa; dejó de oírlo y lo vio pasar frente a la ventana, más allá del leve resplandor del candil. Durante unos segundos más escuchó pasos, un chapoteo en las charcas. El caminante se detuvo y golpeó en la puerta. Golmar se levantó con cierta sorpresa, con cierto temor, y abrió. Era Folgar, su hermano.
Se abrazaron.
-Veo que aún te conmueve la lluvia -dijo el recién llegado-, la misma lluvia pertinaz de entonces.
-Tal vez fue la lluvia la que me trajo a este lugar, después de pelear aquí y allá en numerosas embarcaciones.

...........

Una aparición inesperada y femenina bajo la lluvia se interpuso entre los dos y desvió el previsto destino de sus días. Sucedió en una tarde cenicienta. Habían tomado una sombría senda que les condujo a Anzobre, después de andar perdidos entre encrucijadas y aguas pantanosas sin salida. Un poco antes se había desatado la tormenta y buscaron refugio en el interior de un cobertizo derruido y olvidado entre ortigas y helechos en un principio, bajo el alero de una casa luego. Estaban justo frente al pazo, frente a las gruesas murallas del pazo. Miraron adentro a través de la reja del portalón y vieron los mojados naranjos, las camelias inundadas, las irisadas vidrieras de los altos ventanales, los alargados bancos de piedra tallada y la galería con techo de alambre cubierto de hiedras. Cuando Folgar vio a la mujer vestida de blanco que paseaba por el jardín, pensó que sería un espejismo de crepúsculo, el complemento lírico e irreal que le faltaba a la tarde triste y encharcada que moría. No le dijo nada a su hermano y esperó a que cesase la lluvia. Golmar también la vio, la vio de nuevo después cuando Folgar había dejado de verla, desde un ángulo inverosímil, y le pareció que recogía flores rojas y que se las ponía en el pelo.

*FRAGMENTO DE UN CUENTO DE MI LIBRO "MARINOS Y MUJERES".

Llueve. Fuera la lluvia susurra algo que no entiendo.

Me da igual.

A la tierra también le da lo mismo.

No preguntaremos de dónde viene la lluvia.

Ya no quiero entender nada.

La lluvia suspira al acariciar las hojas de los árboles.

Llueve cuando parecía imposible que lloviera.

Llueve como hablaba mi abuela,

Llueve como cuando sueño que llueve.

*Este es el poema que escribe hoy en su página web VÍCTOR JUAN BORROY, el escritor inédito favorito de Pepe Melero. Me ha gustado esta sencillez tan plena de evocación, esta vida concentrada en tan pocas páginas. Cuando yo era niño, me quedaba a ver los combates de boxeo de noche con mi padre. Afuera, siempre llovía. Mil panderos de cristal, con la tormenta, herían la madrugada. Más niño aún, me tumbaba bajo el cobertizo de nuestra casa, o elpendre, aplicaba el oído a la tierra y escuchaba el cántico de la lluvia. Una vez me quedé dormido; era como si estuviese envuelto en un útero invisible en el aire que ingresó de súbito en la noche...

4 comentarios

Anónimos -

Pablo Guerrero era un estupendo cantante, no sólo en esa canción. A mí me gustaba Pepe Rodríguez, o aquella de "qué temblor de manantiales hay en tu boca"...

Trae contigo la lluvia...
Me alegra Cide que hayas escuchado tanto a Angelito Petisme. Esa es una de mis canciones favoritas.

¿Seguro que Cide no es el Antón Castro éste, seguro que ese encuentro no es un invento de los dos?

Cide me parece un embaucador...

Cide -

que llueva, que llueva, la virgen de la cueva...

...trae contigo la lluvia,
señora de las libélulas.

...tiene que llover,
tiene que llover...

También para mí fue alegre la lluvia de ayer. Y eso a pesar de que me tocó mojarme.

Para el señor del Salobral -

Mi buen querido amigo de don Procopio Pignatelli, el galanteador de damas de desnudas a caballo:
Golmar y Folgar son holandeses y residen en Galicia, a orillas del mar de Barrañán, allá en los confines de Arteixo.

Parece ser que en uno de sus viajes a lo largo y a lo ancho del mundo conocieron a don Procopio y compartieron con él una noche de putas en un garito del Salobral, muy cercano al campo de aviación, en la mansa orilla del Jiloca.

el ginebral -

De donde se supone que son Golmar y Folgar?