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Antón Castro

LA OBRA FOTOGRÁFICA DE JOAQUÍN ALCÓN*

LA OBRA FOTOGRÁFICA DE JOAQUÍN ALCÓN*

Joaquín Alcón (Zaragoza, 1928) nunca ha presumido de nada. Ni de ser un testigo esencial de la vida cultural de Zaragoza desde finales de los años 40 hasta la muerte de Franco, ni de haber participado activamente en esa aventura del conocimiento y de la creación que fue la editorial Javalambre, ni de haber sido uno de los fotógrafos más innovadores en los años 60 y 70. Hubo un día que decidió coger el petate, su laboratorio portátil y sus cámaras de fotos, y se instaló en Benidorm, donde ha seguido trabajando. Regresa de cuando en cuando a ver a su hermana, a pasear por la ciudad o a comprobar que sus fotos siguen por ahí, latiendo con su estremecida centella de luz, con el virado del tiempo que es la memoria. Hace poco, en la antológica que el Palacio de Sástago rindió a Fermín Aguayo, se vieron las fotos que le hizo en 1951. Resulta curioso imaginarse la estampa: dos tímidos frente a frente, dos bohemios acaso huidizos intentando forjar esas imágenes indelebles, labradas con melancolía, con desenfado, con un presagio de modernidad. Alcón descubrió al grupo Pórtico, en su máxima y casi fugaz creatividad, cuanto tenía 20 años. Cuando se deshizo el trío –Santiago Lagunas, Eloy Laguardia y Aguayo-, en sus tarjetas añadió a su nombre completo, “Joaquín V. Alcón Pueyo”, dos leyendas: “Fotógrafo” y “Reproducción de cuadros”.

 

 

         La inclinación por la fotografía la vivió en casa, en la figura de su padre, Pablo Alcón, nacido en La Iglesuela del Cid (Teruel), que poseía una cámara de fuelles y hacía buenas fotos de sus hijos y de su mujer, o autorretratos suyos datados en 1919. Pablo Alcón también revelaba en casa. Joaquín, tercero de cinco hermanos, Pablo, Paco, Josefa y José Antonio, se matriculó con 17 años en la Escuela de Artes Aplicadas. Fue dibujante y pintor durante algún tiempo, aunque luego hizo sus primeros pinitos con la cámara de fuelles de su padre y más tarde con una Rolleiflex de 6 x 6. A la par que frecuentaba los bares y tertulias (Niké, El Pozal, Cafetería Fiesta…), y que conocía ese movimiento del arte abstracto y de la nueva poesía que renovaba casi a hurtadillas la ciudad, con editoriales, con revistas y con obras de teatro, entró a trabajar en la sección de música de la Galería Libros de Víctor Bailo, que fue “un maestro para mí”. Permaneció allí desde 1955 hasta 1966.

 

 

Cuenta Joaquín Alcón que aquel fue un momento especial: tenía contacto con la pintura que llegaba a la sala, veía libros y más libros, le apasionaba cada vez más la lieratura, oía buena música y veía pasar por allí a Federico Torralba, Pilar Bayona, Eduardo Fauquié y tantos otros, pero también a Miguel Labordeta, a Julio Antonio Gómez, a Luciano Gracia. Y en aquel caldo de cultivo empezaba a hacer su obra: al principio le interesó mucho el paisaje urbano, luego el retrato, viajó por distintos lugares de Francia e Italia (Florencia, Roma y Venecia, adonde regresaría en 1986), pero también tendría una participación decisiva en el teatro que se estaba haciendo en la ciudad. Colaboró con Antonio Artero y Ángel Azpeitia, con Pepe Otal, con Antonio Castellón, con Juan Antonio Hormigón o Alfonso Azcona, y con ellos hizo de todo: decoración, maquillaje, máscaras. Tenía un virtuosismo silencioso pero muy eficaz, como se verá más tarde cuando empieza a explorar campos de la fotografía más experimental: ahí están sus abstracciones, sus juegos de luz y sombra que confluyen en la geometría, sus solarizaciones, sus depuraciones llevadas a la máxima delgadez, a la sugerencia. Joaquín Alcón partía de imágenes naturales, retratos, instantáneas de la vida, fotos largamente pensadas, y luego las llevaba a su terreno “sin ningún truco de dibujo”, mediante simulación de gotas de lluvia, líneas, virados, mediante las repeticiones y la multiplicación de piezas.

 

 

         En 1968, Yves Saint-Laurent lo llamó para que le hiciese fotos de moda de primavera-verano y de otoño e invierno, y resolvió la invitación con su exquisita profesionalidad e imaginación, con ese aire de estilizado grafismo. Un año antes, cuando estaba obsesionado por la pared y su caligrafía (incisiones, inscripciones, rayas…), había fotografiado en París a uno de sus modelos más constantes: el editor, poeta y fotógrafo Julio Antonio Gómez, del cual conserva maravillosos recuerdos y una imagen contrapuesta: la del hombre divertido y socarrón, y la del hombre sensible, herido por el desamor y capaz de emprender proyectos que conducían a la ruina. La relación con Julio Antonio Gómez, como con Miguel Labordeta, Eduardo Valdivia, Ignacio Ciordia, etc., fue muy importante para Alcón. Él se va a convertir en el artista gráfico de Javalambre-Fuendetodos y eso le va a permitir conocer y retratar al premio Nobel Vicente Aleixandre, al cual visitó varias ocasiones en “su casa de los jóvenes poetas” de Madrid, a Celaya, Blas de Otero, Ramón de Garciasol, etc.

 

 

Todos, incluso los más jóvenes como Manuel de Codes, le han dedicado elogios. Y a muchos de ellos les hizo sus mejores retratos. A Miguel Labordeta, por ejemplo, lo retrató en el Parque Grande, en su casa, en uno de sus estudios (tuvo tres: Paseo Pamplona, calle Canfrac y calle Zaporta) y le aplicó luego una espectacular técnica de fragmentación, bellamente lograda. Cuando Julio Antonio se marchó a Marrakech, donde escribió “El fuego de la historia”, llamó a Joaquín Alcón para que le instalase un laboratorio de fotografía. Lo hizo y volvió para continuar viviendo y mirando a través del objetivo. Cuando ve el impacto de la tecnología digital, las posibilidades de edición del ordenador, dice Joaquín: “Ahora las posibilidades la fotografía son infinitas. Mi trabajo se hacía todo en el estudio y nacía de la dedicación, de la paciencia y de una voluntad de transformar la imágenes naturales”.

 

*Foto de Miguel Labordeta de la serie que le hizo en el Parque Grande de Zaragoza, algunas de cuyos retratos aparecieron en las "Obras Completas"  de Miguel que publicó Javalambre.

 

 

3 comentarios

Jose -

Hola!

Estamos classificando y preparando la obra de mi tío Joaquín.

Nos encantaría contactar con cualquiera que hubiese formado parte de su vida.

https://instagram.com/joaquin.alcon

https://www.joaquinalcon.com

José

Hugo Liaño -

Joaquín Alcón fue un personaje excepcional en mi vida, desde darme discos como Al Vent en la Galería Libros, hasta hacerle fotos maravillosas a quien sigue siendo mi mujer. Estoy hablando de los primeros años 60. Sé que ha muerto el pasado agosto. Lo siento.

Antonio -

¡Nadie ha retratado a los personajes de la zaragozana gusanera como Joaquín Alcón!