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Antón Castro

INMIGRANTES Y EMIGRANTES DE ARAGÓN, EN EL CENTRO PIGNATELLI

INMIGRANTES Y EMIGRANTES DE ARAGÓN, EN EL CENTRO PIGNATELLI

Esta tarde, a las 19.30, en el Centro Pignatelli (Paseo de la Constitución, 6) se presenta ellibro "Encuentro en el espejo. Inmigrantes y emigrantes en Aragón. Historias de vida" de Javier Escartín Sesé y Manuel Pinos Suárez. Intervendrán: Carmen Magallón, Bruno Catalán, Francisco Grasa, Antón Castro, Javier Escartín y Manuel Pinos, varios de los entrevistados  en el libro, Escartín y Sesé, de nuevo, que harán un avance de sus conclusiones, y se cerrará el acto con "música sin fronteras" a cargo de Alejandro Carrouché. Reproduzco aquí, de nuevo, el prólogo al libro:

 

 

 

EL  ARTE DE CONTAR LA VIDA

 

La más fascinante historia del mundo es la historia de la vida misma, los avatares de una biografía llena de aventura, de pasión, de esfuerzo, de sueños, de viajes. Manuel Pinos y Javier Escartín, Javier Escartín y Manuel Pinos, lo sabían y se han aplicado, con un titánico esfuerzo de generosidad y de voluntad de conocimiento, en recoger vidas, en construir una suerte de novela abreviada y de contarla. O de recontarla con las palabras de los protagonistas en una suerte de monólogo y recuento provocado por el diálogo. Aquí no hay trampa ni cartón. Y así lo explican los autores: “Sólo hay personas que nos cuentan cosas”. Cosas que son los pasos y las huellas, almas al desnudo, cuerpos que avanzan contra viento y marea, gestas que ahora se vuelven visibles y que cobran una dimensión simbólica. Estos seres, en la novela de su vida, en la épica íntima de su memoria que se desmanda, cuentan, hacen acopio de acontecimientos, narran esas pequeñas conquistas de un espacio propio lejos de casa, en un país o en un territorio que en muchas ocasiones se encuentra en las antípodas de su identidad, de su cultura, de su clima, del sagrado lugar de sus antepasados. De ahí que se hable aquí del espejo: el espejo del recuerdo, el espejo de una tierra que acoge y asume, el espejo que refleja a los que se han ido y a los que han llegado con los que ya estaban, el espejo de tantas ausencias, el espejo que fija el espacio donde uno mora y donde se reencuentra tal vez para siempre.

 

         Javier Escartín y Manuel Pinos tiran de una madeja que es básica en la historia de la evolución del planeta: la emigración y la inmigración. Han elegido ese tema porque vivimos un momento en que se están produciendo intensas mudanzas de población, desplazamientos incesantes, un hermanamiento entre razas y actitudes, el desasosiego insoportable que producen la miseria, un futuro incierto, la ansiedad, la trágica revelación de la injusticia y la opresión. Todos buscan inexplorados espacios de libertad y de dignidad. Unos se dejan arrastrar por la fuerza de una quimera o el impulso del destino; otros siguen caminos que han trazado amigos, familiares o conocidos; otros sencillamente se sienten nómadas e inconformistas y procuran en otra latitud tierras de promisión. Todos buscan en la huida, en el éxodo, en la aventura. Y esa tierra, para muchos de ellos, para los “extranjeros” que aquí conversan y que representan a otros muchos, es Aragón, que siempre se ha caracterizado por su hospitalidad, su excelente recepción, su condición de puerto seguro de paz y convivencia (este proyecto está auspiciado por la Fundación Seminario de Investigación para la Paz), su mestizaje creciente de culturas y de civilizaciones. Pero también muchos aragoneses, por razones semejantes o porque el azar pauta la existencia y empuja como un ciclón incontrolable, han edificado su experiencia íntima en otro lugar: en Madrid, en Barcelona, en diversas ciudades de Latinoamérica, en Canadá, en países europeos, en los más inesperados rincones del universo.

 

         La fuerza del libro se evidencia en cualquiera de sus páginas, en cada entrevista. La fuerza de la vida restalla en cualquier frase. Hay emoción constante, pálpito de verdad, escalofrío. Todas las confesiones son diferentes y a la vez complementarias, aunque el extrañamiento quizá sea mayor en Luz Cuadra, Cheikh Tidiana Dieye, María Isabel Gazzino, Simona Dragan, Guillermo Badillo, Marchong Wang, Daha Zeih, Rolando Mix, Herminia Tavares, Sadek, Viviana Ontaneda e Ilhjam R’miki, que son los inmigrantes  extranjeros que han elegido vivir en Aragón. O a lo mejor Aragón los ha elegido a ellos y ahora se han convertido en hermanos, en cómplices, en conciudadanos, en habitantes iguales a nosotros. Su paulatina apropiación del nuevo territorio no ha sido nada fácil: detrás de cada personaje hay torbellinos de conflictos, incertidumbre, búsqueda dolorosa, incomprensión, drama, recelos y discriminaciones, racismo y rechazo, persecución política, pero también hay dulzura, integración, afirmación de una personalidad y una cultura, conquista de lo cotidiano, aprendizaje de la lengua y de los hábitos de los vecinos más recientes. Hay, cuando se produce finalmente el encuentro, una entrega recíproca entre el que estaba y el que llega, que exhibe por lo regular una formidable inclinación a convertirse en pueblo. No existe nada más inverosímil y fantástico que la propia vida: aquí también es la mejor materia de ficción y el conmovedor documento, esas historias que si uno no supiera que son así, auténticas como la lluvia o el cierzo, diría que ha intervenido la imaginación del novelista, que son las invenciones de un fabulador.

 

         No son diferentes del todo las historias de los aragoneses que se han ido un día. Que se han ido sin irse. Todos se van pero se quedan porque la semilla de los afectos estaba abonada en el corazón, en el cerebro y en la piel. Aquí también cuentan la novela de su existir José Luis Peña, María Eito, Alfredo Castellón, Palmira Plá, Patricio Vega, María Luisa Moreno, Teresa Escuín, Luis del Val, Eulalia Navarrete, María Jesús López,  José Luis Villanova y Zeika Viñuales, historias distintas pero complementarias, vidas arrebatadas, vidas martirizadas en ocasiones por la Guerra Civil, la humillación y el rechazo del vencido, la falsa impresión de paz, el ultraje como modo de comportamiento. En total, Javier Escartín y Manuel Pinos han navegado en el río de la memoria con 24 personas.

 

         El libro también tiene un planteamiento teórico, un amplio análisis de causas y casualidades, una tesis en la que se analiza el vivir cada día de los personajes en su nuevo contexto, donde no todo es color de rosa. Pese a los diferentes niveles de inclusión o exclusión, de marginación o de fragilidad, de empleo o rechazo, una frase rotunda como “No me arrepiento de haber emigrado” quizá fuese asumida por la mayoría, porque todos buscaron y buscan a cada instante un racimo de felicidad que compartir.

 

 

*La foto fue tomada por Víctor Juan Borroy durante su encuentro con Palmira Pla. La maestra de Cretas, que hizo el grueso de su carrera en Venezuela, dedica sus memorias al escritor y bibliófilo aragonés José Luis Melero Rivas.

 

 

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