ENTREVISTA CON LA COMPOSITORA TERESA CATALÁN
Teresa Catalán (Pamplona, 1951) es catedrática de Composición e Instrumentación en el Conservatorio Superior de Zaragoza y además es una compositora reconocida. Recopila su “Obra de Cámara”, nueve piezas de 1986 a 2000, en un cedé de la Fundación Ars Incognita
[EL ÁLBUM DE TERESA CATALÁN: “Obra de Cámara”. El cedé recoge nueve composiciones, fechadas entre 1986 y 2000. La pieza “Zuhaitz” se basa en textos suyos en euskera; “Poemas humanos”, una pieza para voz y piano, se inspira en César Vallejos, y “Hom fora seny” nace de una elaboración de Teresa Catalán de poemas de Ausiàs March. La acompañan en el disco la soprano Estrella Estévez, el pianista Bartomeu Jaume, y el flautista José María Sáez Ferriz.]
¿Existe una idea general, un estado emocional, una concepción que anime el proyecto? Nos sirve cualquer anécdota, sensación o una reflexión general...
La idea general es la de promocionar la música del siglo XX a través de una colección de discos que llamamos Ars Incognita. Es un viejo proyecto que está tomando cuerpo. Implica necesariamente calidad en la grabación, diseño e información de los contenidos. No hay instituciones ni empresas que se dediquen a estas cosas. La música contemporánea no tiene un mercado significativo, y así las cosas, tiene que ser la ilusión de unos cuantos, adobada con paciencia y altruismo, la que consiga dejar a disposición del público y de la historia, la expresión musical del tiempo que nos toca vivir.
¿Qué diferencia existe entre la obra para cámara y la obra para orquesta?
La obra de cámara es la representación de un desnudo interior. Hay pocos recursos, pocos subterfugios. El compositor frente a sí mismo con las herramientas más sinceras y descaradas. Quizá, el auditor puede comunicar como en una conversación profunda, “entre dos”, con el autor.
¿Podríamos decir de algún modo que la obra de cámara tiene algo de ejercicio de estilo o de conjunto de relatos ante la gran novela que sería la sinfonía?
El reto de la orquesta es abordar la gran forma. Con más medios, más posibilidad de ocupar tiempo, y eso es un problema crucial en la creación. Aquí la escala de las cosas es mayor, más grandilocuente claro, y tanto su manejo como su comprensión requieren otras claves. No sé comparar, pero manejar material completamente abstracto, como hace la música, es un problema que complica mucho las cosas, tanto para abordar el intimismo de la música de cámara como para dominar la ampulosidad de la orquesta.
¿Cómo podríamos definir su música, cómo nace? ¿Qué quiere expresar la compositora?
No soy capaz de definir mi música, como tampoco puedo definirme a mí misma. Aprendemos, cambiamos, pero hay una constante: la necesidad de expresión. Siempre se apela a eso, pero en mi caso es cierto, no es evitar la respuesta. Si soy sincera, es lo único que puedo decir. El tiempo y la técnica moderan esa expresión y tanto la madurez personal como la experiencia creativa van configurando las cosas, así que mi música nace por necesidad y se conforma por experiencia…
Claramente su obra está inscrita en una línea contemporánea. ¿Qué quiere decir eso ahora? Todo el mundo destaca el color de su música, y la inclinación y el cuidado de las armonías...
Mi obra está inscrita en mi tiempo, sin adjetivos. Ya habrá ocasión para calificaciones. Nos falta perspectiva para saber qué es esto que tenemos entre manos, así que mi interés está -más que en cualquier manierismo políticamente correcto-, en el análisis y la crítica del pensamiento y del momento histórico y vital que me toca. El día a día es apasionante. Lo demás, su consecuencia. Sí, todo el mundo habla del color, yo no soy demasiado consciente de ese énfasis, pero sí cuido mucho, muchísimo las armonías. La simultaneidad sonora y su tratamiento es un hallazgo fundamental de nuestra cultura, y entretejerse en esa maraña es un verdadero placer.
Explíquenos un poco qué relación establece el compositor con los instrumentos: el piano (y usted es pianista), la flauta, que tiene aquí una presencia aleteante, espiritual, y la voz.
Cada música nace viva en un instrumento particular, personal e intransferiblemente asignada a su calidad, a su calidez y a sus posibilidades. Y el instrumento hace carne la magia del sonido. El compositor sabe qué, cómo, dónde y con quién. Sin dudas. Forma parte de su bagaje y del dominio del medio, difícil de conseguir, por cierto, pero imprescindible. La técnica, en música, es uno de los graves problemas. Es compleja y difícil.
¿Cuál es la importancia de los intérpretes: Estrella Estévez, Bartomeu Jaime y J. Mº Sáez Ferriz?
Los intérpretes son fundamentales. Sin ellos no hay medio transmisor, todo es virtual. En mi caso, he tenido mucha, muchísima suerte. Los instrumentistas que han trabajado conmigo en este disco son extraordinarios, aunque decir esto parezca una pleitesía protocolaria. Pero no es así, se puede constatar en su trabajo. Mi música es difícil, tanto para comprender su sentido como para su ejecución, y ellos la hacen muy bien, y además encantados. Han trabajado muchísimo y se nota. Para mí es un verdadero privilegio porque esa es mi obra para bien o para mal, enriquecida por el criterio de unos excelentes artistas y profesionales serios.
Incluye aquí textos suyos, de César Vallejo y de Ausiàs March. ¿Desde cuándo escribe, además algo tan simbólico y en vasco, y por qué el poeta peruano?
César Vallejo es uno de mis poetas de cabecera. Creo que injustamente, apenas se le conoce. Pero me encanta. En esa obra, la secuencia muerte-amor es simbólica. La muerte es irremediable, el amor no, es una elección que hacemos a pesar del mal diagnóstico que tiene vivir… Es prodigioso, una fuerza vital fundamental, a pesar de que la muerte acecha… Increíble.
Insisto:¿por qué en vasco?
La letra en vasco es un homenaje a una zona maravillosa de mi Navarra natal: la regata del río Bidasoa. Y efectivamente, hice la letra como homenaje a uno de los lugares que me ha subyugado siempre. El idioma que se habla allá es euskera, que tiene una fonética muy interesante además. Esa es la razón, un doble reto: el homenaje a sus gentes y el reto técnico que impone tratar en música un idioma.
¿Y Ausiàs March, al que tradujo hace algunos años Pere Gimferrer para Alfaguara?
La idea de ir a Ausiàs March es distinta. Quise hacer algo en su idioma, porque tenía un encargo de la Universidad de Valencia, y March me interesaba por razones obvias. El problema es cómo tratar las rimas consonantes… así que me puse manos a la obra, seleccioné miles de versos y, sin retocarlos, construí una nueva historia. La letra de “Hom fora seny”, es por tanto de Ausiàs March, pero me encargué de descontextualizar, de reordenar los versos, hasta conseguir que mi relato tomara forma. Es como si hubiera estado dialogando con March, reflexionando de su mano sobre un tema actual, en el estilo y en el contenido…
Aunque no está de moda hablar de belleza aplicada a la música contemporánea, sino de otros términos (como asonancia, estridencia, quebranto de la melodía, dispersión o eclecticismo), en usted se adivina una voluntad de crear belleza e incluso magia.
Pero, ¿hablar de música no es hablar de belleza y de magia? A mí me interesa poco la moda que impusieron las primeras vanguardias cuando se empeñaron, a la luz de explicaciones complejas, en los interiores matemáticos y técnicos, como si al hacerlo descubriéramos un valor añadido por la dificultad de la cosa y la demostración de inteligencia del autor… La novedad como fin y la complejidad como medio no son absolutamente nada, porque ese marchamo no tiene que ver, más que indirectamente, con el arte.
¿Quiénes son sus referencias, sus hermanos o maestros afines en la música? Se habla una y otra vez de Remacha, González Acilu, Barce, pero podríamos establecer una línea más amplia con Bela Bartok, Maurice Ravel, Oliver Messiaen, Ligetti, Paul Hindemith, Luigi Nono, Shostakovich...
Se menciona siempre en mi historial a los que fueron mis maestros, y lo fueron en sentido real. Fueron generosos y mostraron todo su saber ante mí, lo transmitieron sin engaños, sin trucos, sin reservas… y con ello, además de técnica me enseñaron algo fundamental: el sentido ético que deben tener las cosas si están bien hechas. Eso es impagable. Además, en música, todavía se da el “tronco genealógico”. Quiero decir que si escarbamos un poco, llegamos directamente a los maestros europeos porque los Remacha, Acilu, Barce, han trabajado a su vez con Ligetti, Malipiero, Petrassi, Ghedini (que conoció a Verdi, por ejemplo), etc… y si seguimos podríamos llegar a lugares insospechados. Por tanto, la referencia es incuestionable.
¿Entonces?
En otro orden de cosas, le diré que el modelo musical definitivo para mí, y para casi todos los músicos, es Bach…
La orquesta, compositores, Veruela
Teresa Catalán (Pamplona, 1951) reflexiona sobre algunos temas musicales candentes en Aragón:
La orquesta sinfónica. “Aragón padece los problemas generales, y como es lógico, tiene o crea los propios. El hecho de no tener una orquesta sinfónica estable es increíble. Penoso. Hay que destacar el extraordinario trabajo que está haciendo el Grupo Enigma, pero tengo la impresión que sobrevive más por su entusiasmo que por el reconocimiento institucional. Son generosos. Es difícil comprender la razón por la que no hay una orquesta sinfónica, teniendo referencias claras de un rendimiento extraordinario en otras comunidades con menos potencial. Es un problema que está en el comentario de todos y en la solución de nadie”.
Los compositores. “No creo que Aragón sea consciente de la cantidad y la calidad de compositores jóvenes que tiene. Numerosos premios y unos trabajos impecables ya contrastados y reconocidos fuera de nuestras fronteras avalan lo que digo. Las artes plásticas y la literatura también tienen talentos, pero están más reconocidos. Quizá por la inercia del mercado que la música no tiene, pero eso no es excusa”. Ahí están compositores como Carlos Satué, V. Rebullida, J. M. Montañés, M. Á. Remiro, Agustín Charles, Pilar Espallargas...
9 comentarios
milles -
Lopez -
mari paz -
Victor Rebullida -
Pero por aquí funciona el dicho japonés del clavo, lo de desnudar un santo para vestir otro y lo de \"cuando las barbas de tu vecino veas pelar...\".
Me disculpo por mi habitual desencanto pero supongo que eso va en el carácter y en alguna desilusión que otra.
Victor Rebullida -
Y no, Antón, no soy un trabajador incansable. Soy trabajador muy cansable pero no queda más remedio que seguir arrimando el hombro en lo que a uno le gusta. Tenacidad y cabezonería, como ha dicho Antonio Pérez Morte, pero nunca cabezudez (espero que alguien más que yo entienda la diferencia)
Tú sí que me abrumas, Antón. Me recuerdas a un gran amigo con el que aprendí mucho: Agustín Charles. Otro portento de aprovechamiento del tiempo cuyos rendimientos creativos y vitales me causaron durante harto tiempo muchos malestares que sanaron cuando fui consciente de que no era un buen ejemplo :-) Sus ritmos eran otros y yo necesitaba los mios. Creía que era un ejemplar único pero que veo que estaba equivocado: sois dos.
A. C. -
Antonio Pérez Morte -
(Estoy completamente de acuerdo)
Lástima que esa tenacidad tan aragonesa, no la adopten los políticos para defender y potenciar nuestra cultura.
Victor Rebullida -
Respecto a la orquesta: con ella o sin ella aqui hay y seguirá habiendo gente trabajando la música en cualquiera de sus vertientes. Y si Zaragoza se les queda pequeña por la dejadez o indiferencia del entorno, el mundo está allí. Cualquiera de los que son nombrados en este blog seguro que tienen una mentalidad universal y su trabajo va más allá del Cuarto Cinturón.
Llegará el día en el que Zaragoza tenga una orquesta sinfónica; tienen pendiente salir en esa foto. Lo que será necesario es que se haga bien y sobretodo que se mantenga mejor.
ana a. -