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Antón Castro

ENTREVISTA CON ANA MARÍA NAVALES*

ENTREVISTA CON ANA MARÍA NAVALES*
¿Por qué este título tan sugerente: “Travesía del viento”?
El viento es aquí metáfora de la vida, una vida agitada, llena de acontecimientos que unas veces te permiten navegar a favor y otras en contra de ese viento, cuando las  circunstancias son difíciles.

El libro comprende 28 años de poesía, ocho poemarios...
He publicado más libros de poemas  de los que aparecen en “Travesía...”. Ya en una primera antología de mi obra poética eliminé por completo los tres primeros títulos. Este libro puede considerarse mi obra casi completa, la que hoy salvaría de los cientos de poemas escritos, lo que no quiere decir que si, dentro de unos años, algún editor me propusiera un proyecto semejante no siguiera rechazando aún más versos y, sin duda, añadiría nuevos poemas. En mi poética digo, de la mano de Peter Handke, “cuán voluminosos son ya un par de buenos versos”. Espero que esto se quede también en metáfora.

Jesús Ferrer Sola la sitúa en medio del amplio espacio que hay entre Juan Ramón y Machado.  ¿Le resulta cómodo, explícito, lo suficientemente abarcador ese lugar?
No es mala compañía para andar por el mundo poético, pero es un espacio amplio en el que caben muchos autores.

“Travesía del viento” también tiene algo de inventario. ¿Qué balance hace de su trayectoria?
Tendría que escribir una tesis doctoral. Sólo puedo decirle que, acaso, a lo largo del tiempo, siguen constantes la ironía, un sensible intelectualismo, una dominada subjetividad y, más allá de un aparente desarraigo en soledad, la poesía es para mí un camino de integración con los seres y las cosas. Podemos añadir vitalismo, intimismo, despegue de un heterodoxo surrealismo que quizá se advierta al principio de mi trayectoria.

¿Es la poesía un fuego secreto, título de su primer poemario?
Es algo incontrolable, ante lo que no cabe plantearse trucos, carpintería literaria. En el terreno de la lírica, el arrebato, el instinto, la metafísica, son acaso más evidentes que en cualquier otro género literario.

¿Qué lugar ocupan la propia biografía y la experiencia en su obra? ¿Y la imaginación?
Aparecen el escritor y sus fantasmas, como dijeran Sábato y Vargas Llosa facilitándonos el descenso a la zona oscura de nuestro espíritu. ¿La imaginación? En este caso el descenso es al magma donde conviven lo real y lo imaginario, de donde emanan los seres que pueblan nuestros mundos de ficción.

¿La poesía es también una forma de rebeldía? Dice: “Y escribo para ver que no me humillo…”
Siempre he sido rebelde. Y me he sentido una persona libre. Tanto en la poesía como en la prosa, es decir en la vida.

También existe en usted una mirada espiritual, una conexión con el misterio.
La realidad es tan compleja que a veces tenemos que recurrir al misterio para reflejarnos más exactamente. Lo espiritual, la mitología, lo fantástico acuden a nuestro auxilio para suplir la incapacidad del realismo.

Intimidad, imaginación, rebeldía. ¿Y el amor?
No seríamos poetas, ni personas, sin el equipaje del amor. Eso nos distingue de los demás seres, por eso el odio, la crueldad, la maldad nos rebajan tanto en nuestra condición humana.

Dice el prologuista que intenta crear un léxico innovador. ¿Es cierto?
Absolutamente. El lenguaje, con su continuo mal uso, sufre un desgaste que le lleva a veces a no querer decir nada, incluso a decir lo contrario de lo que debería expresar. La labor del creador es purificar el lenguaje de toda carga espúrea, devolverle su sentido originario, reinventarlo o inventarlo cuando la palabra necesaria no se encuentra o no responde ya a lo que queremos de ella.

¿Sigue teniendo proyección social la poesía?
La poesía, la lírica, siempre es algo íntimo. Cuando alcanza alguna incidencia social es que fallan los canales propios de lo social, y entonces se convierte en un sustituto, en un recurso.
*Ana María Navales acaba de publicar en Calambur su poesía completa: "Travesía del viento. (Poesía 1978-2005)". Calambur, 2006. 64 páginas.

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