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Antón Castro

ALCORISA: MEMORIA Y VIDA DE LAS FIESTAS

ALCORISA: MEMORIA Y VIDA DE LAS FIESTAS

Alcorisa se ha distinguido desde hace algunos años por sus empeños culturales. En términos estrictamente bibliográficos, ofrece dos hitos incuestionables: la publicación de la biografía-catálogo del pintor Valero Lecha, redactada por José Luis Pano y María Isabel Sepúlveda, y la historia contemporánea de la localidad turolense, firmada por Pedro Rújula. En medio, quedan otras muchas iniciativas que se han visto enriquecidas ahora con otro libro que dará que hablar o que tal vez se convierta en un modelo inmediato: “Fiestas en Azul. Las fiestas en el mundo rural turolense durante el Franquismo. Alcorisa 1939-1975”. María Victoria Alloza Carbó ha coordinado a un equipo de cinco personas: Ángel Hernández, José María Carreras, Antonio Martínez, Marta Asensio y Pilar Zaragoza; el prólogo corresponde al ya citado Pedro Rújula, que ultima un gran libro sobre la provincia de Teruel, en el que han intervenido José Luis Simón, Francisco Javier Sáenz, Darío Vidal, José Manuel Latorre, José-Carlos Mainer, etc. El diseño es de Fernando Lasheras y las fotografías de Peña Verón.         

“Éste es un proyecto del CELA (Centro de estudios locales de Alcorisa). Queríamos hacer un estudio de las fiestas patronales de Alcorisa. Como durante la Guerra Civil se quemaron los archivos y apenas quedaba nada, decidimos partir del principio de la posguerra. Queríamos hacer un proyecto gráfico, visual. Ése fue el único punto de partida”, cuenta Mariví Alloza. Al principio, un amplio equipo de colaboradores empezó a trabajar sobre tres focos: el Archivo
Municipal de Alcorisa, donde se revisaron las carpetas de las fiestas de cada año y donde se hallaron cartas, carteles, presupuestos, listados de ganadores de los concursos. También se actuó en el Archivo Fotográfico del CELA y se realizó una suerte de batida de fotos por todo el pueblo; al final, se recogieron alrededor de 500 que fueron tratadas digitalmente. Y el último punto de referencia fueron los propios programas festivos. Por suerte, había dos vecinos que conservaban 37 entre los dos. “Los programas de fiestas daban mucha información: se veía el reflejo del tiempo y los saludas tan diferentes, la propaganda, las fotos, las empresas. El programa al completo estaba al servicio del régimen”.       

 
Toda esta información, todos estos hallazgos, los vio el historiador Pedro Rújula, que sugirió la estructura actual: el conjunto está repartido en nueve apartados (el poder civil, la religión, el hombre, la mujer, los espectáculos, los toros, la calle, los espacios de sociabilidad o los programas de fiestas, realizados por la Tipográfica Sanz de Caspe), precedidos por un análisis de contexto.
María Victoria Alloza recuerda que “las fiestas eran un instrumento más al servicio del régimen. A los días tradicionales, se les sumó uno más con la excusa de realizar una misa en honor a los caídos del bando vencedor. Y además, se aprovechaban para inaugurar un paseo, un monumento. Había fechas específicas para ‘complacer al pueblo’, como sucedió en 1947 cuando se obsequió con una comida a los más necesitados”. En otro contexto, la mujer veía hasta los años 60 las fiestas desde la barrera. No podía participar prácticamente en nada hasta avanzados los 60 en que ya se la veía en concursos de cántaros en la cabeza; a la inauguración del paseo Hermanos Nadal, en septiembre de 1955, sólo asistieron hombres. Relegada a un lugar secundario, podía asumir el papel de manola o de reina de fiestas, aunque empieza a asumir nuevos roles con el grupo de Jotas o en espacios como “el corralito”.         

“Desde los primeros años de posguerra se realizó una rehabilitación de la jota, que anuló por entero el otro folclore aragonés. La jota se bailaba en la plaza, había mucha jota de escenario, y por la noche también se programaba un festival. Los grandes cantantes era ‘El Pastor de Andorra’ y ‘La Panes’, Bienvenida Argensola. Ella era alcorisana, vivió en Gavá, y fueron una extraordinaria pareja. También fue muy importante el cine. Al principio se llamaba Ideal Cinema, pero ese nombre lo censuraron y lo cambiaron por Cine Goya. Hemos encontrado programas y carteles”. Se exaltaba el cine alemán e italiano, que los alcorisanos declinaban ante las comedias y musicales españoles y el cine norteamericano, y se hablaba de películas “autorizadas para todos los públicos” o “gravemente peligrosas”. En los toros destacó el novillero local Jesús Omedas, “Turnín”, que era aspirante a figura; su retirada supuso la desaparición de los festejos taurinos. Reaparecieron en los 60 y contaron con animadores de lujo como
Miguel Espada “Mustafá” y su cuadrilla: jóvenes de Alcorisa que realizaban parodias de la fiesta. Los bailes fueron cambiando, hubo hasta tres orquestas como La Alegría, Gymel y Tabú, y los bares más o menos tradicionales dieron pase al bar-discoteca Muscari, esencial en la historia de Alcorisa, como luego lo sería y lo es aún el Caracas.

         María Victoria resume: “La gente está entusiasmada con el libro. Aquí está fijada una parte de la historia, el valor de las cosas, la memoria de nuestra vida. El libro es un reflejo de la sociedad, de aquella España y seguramente del mundo”.

*Hoy vuelto, tantos meses después, a Alcorisa y a Ejulve. Alcorisa durante algunos años fue un lugar muy importante en mi vida. Y en cierto  modo lo sigue siendo: allí, la Biblioteca del Instituto, lleva mi nombre. Uno de mis placeres del verano es ir a comprar la prensa, sentarme en una terraza y leer los diarios. E incluso me he permitido comprar libros viejos. Rescato aquí unas notas que escribí sobre el espléndido libro sobre las fiestas y la vida de Alcorisa en la posguerra.

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