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Antón Castro

DIÁLOGO CON SANTIAGO SÁNCHEZ JERICÓ

DIÁLOGO CON SANTIAGO SÁNCHEZ JERICÓ

-Ha confesado una y mil veces su pasión por Miguel Fleta. ¿A qué se debe tanto amor?
Mi abuelo era fletista. En casa sonaba todo el día Miguel Fleta, en aquellos días discos de piedra de 78 revoluciones, en un pintoresco gramófono. Mi abuelo cambiaba constantemente la aguja y la llevaba a afilar a un especialista. Es algo que me ha quedado marcado. Mi abuelo era fletista, pero su nieto no podía ser cantante, entendía que ése era un mundo difícil. Así que tuve que estudiar, y estudié contabilidad en la Escuela de Comercio y entré a trabajar en la empresa Marino Goñi, de  molinería. 

-¿Por qué es importante Miguel Fleta?
-Es él quien descubre el canto moderno, como se realiza ahora, en un tiempo en que predominaban los tenores huecos. Él marcó el camino a seguir, como lo hizo Aureliano Pertile, el rumbo que luego adoptarán cantantes como Alfredo Kraus o Plácido Domingo, que tanto lo admiran. Creo que lo han reconocido poco en nuestra tierra. Fleta tiene una placa en el Teatro  Colón de Buenos, en La Scala de Milán. 

-Quizá le haya perjudicado su muerte, ese gesto último de despedirse del mundo envuelto en la bandera falangista.
-No lo sé. Creo que ha sido un hombre empleado por la monarquía de su tiempo, por la II República y por el Falange. Eran otros tiempos. Además de un artista de impacto universal, era un hombre de una gran generosidad: tras un concierto, salía al balcón y se ponía a cantar para sus seguidores de nuevo. Quizá lo que más le perjudicó fue su ruptura con Luisa Pierrick: esa mujer era extraordinaria, le enseñó a cantar, a elegir los repertorios. En dos años, Fleta pasó del huerto al escenario. Y en cuando ella desapareció de su vida, inició su ocaso. 

-Volvamos a usted…
-Yo compaginé mi trabajo con mi pasión por el canto. En 1970, me presenté a la primera edición de “La gran ocasión”. Entonces, aún no se concursaba por géneros, y ganó una cantante de copla. Yo quedé entre los finalistas, y aquello fue importante para mí, porque me vio y me oyó Lola Rodríguez Aragón, y me llamó para la Escuela Nacional de Canto. Yo estudiaba con dos grandes profesores de Zaragoza: Margarita y Berta Martín. Berta impartía bellas lecciones de solfeo, y Margarita era la maestra de canto. Con ellas también estudió Pilar Lorengar. 

-¿Coincidió con ella entonces?
-No, era algo mayor que yo. Pero tuvo un gesto precioso y entrañable algún tiempo después hacia mí. Me recibió en Berlín, me escuchó cantar y me dio una carta de apoyo para la beca Humboldt, que me concedieron. Le estoy hablando del año 75. -¿Qué ocurrió luego? ¿No estuvo varios años en La Scala?-Pedí el traslado de la beca a Milán. A mí me gusta más el italiano: me parece la lengua ideal de la música, es el idioma perfecto para cantar, es musical de por sí, melodioso; algo que también ocurre con el español. Me dije: “Voy a Milán y me perfecciono”. Me trasladaron la beca durante dos años, y aún permanecí año y medio más por mi cuenta.

-¿Cómo le fue?
-Maravillosamente. Estudiaba con Floriana Cavalli, vi muchos espectáculos en La Scala y me ocurrió algo increíble: Hetore Campogaliani, el gran maestro de Mireia Freni o Luciano Pavarotti, entre otros, me oyó cantar “I puritani”, la endiablada ópera de Bellini, y me daba clases gratis. 

-¿Gratis? ¿Cuántos días?
-Iba a verlo cuatro días a la semana. Y me decía siempre: “No se preocupe de nada. Usted venga y estudie. Esto ya lo pagarán los japoneses”. De esa ópera, que también cantó Fletá, llegué a participar en 80 funciones a lo largo de diez años, y actué en Nueva York, México, Venezuela, Buenos Aires. Estoy a punto de cumplir 30 años en la ópera. Soy un tenor lírico ligero, tipo Alfredo Kraus, un padre para mí, un maestro y un amigo; ahora, con la edad, soy más lírico, pero aún doy el do de pecho. Y creo que me caracteriza el hecho de que yo manejo el canto sobre el texto: vocalizo, intento pronunciar muy bien en cualquier idioma. Ésa es una lección de Kraus, también. 
-

¿Cuántos personajes ha llegado a encarnar?

-Alrededor de 85 en cerca de 70 óperas, calculo. 

-¿Cuál es su vinculación con Aragón?
-Absoluta. Y siempre la he mantenido. Incluso en los siete años en que he vivido en Zaragoza, he pagado impuestos y he votado aquí. Zaragoza es la ciudad donde he nacido, he nacido en la calle Jusepe Martínez, y cada vez que paseo por el entorno de la plaza de Santa Cruz o Santa Marta, La Seo o la calle Alfonso estoy verdaderamente conmovido. De la emoción, a veces he sentido ganas de llorar. Zaragoza es una ciudad grande y acogedora, pero si paseas por Independencia siempre te encuentras con alguien conocido. Tengo casa en Madrid, pero ahora con el AVE vengo a dormir a Zaragoza, a San Mateo de Gállego, donde vivo. 

-Usted ha defendido la idea de que el Auditorio de la Expo 2008 sea un Teatro de Ópera.
-La Expo-2008 es un evento importantísimo. Y yo tengo la ilusión de que Zaragoza, como ha hecho Sevilla con su teatro redondo de La Maestranza, disponga de un Teatro de Ópera. Es un legado musical importantísimo para las generaciones futuras. No hablo de mí: tengo 60 años y una trayectoria. Eso cambiaría la ciudad, como ha sucedido con el Auditorio. -En cuya inauguración cantó usted con Pilar Torreblanca, Pilar Márquez…-Eso es algo que no podré olvidar. Por el hecho en sí mismo tras tantas polémicas, por la “Novena Sinfonía” de Beethoven, por los compañeros, por Orquesta Nacional y el Coro Nacional, por su director gerente Miguel Ángel Tapia, al que conozco desde la mili, por lo que aquello significó para la ciudad. Muchos directores, entre ellos Barenboim o Metha, han dicho que es la mejor sala de Europa. Le ha dado a la ciudad un prestigio universal. Hace poco, un programador musical de Buenos Aires, al enterarse de que yo era de Zaragoza, me dijo: “Es la mejor sala de conciertos en la que yo he estado en todo el mundo”. 

-¿Tenemos recambio para usted?

-Yo creo que sí. Le cito algunos nombres: Isaac Galán, que se ha ido a estudiar a Innsbruck; María López de Félix, que ganó la beca Montserrat Caballé y estudia con Mireia Freni, o la mezzosoprano Pilar Belaval, hija de Emilio Belaval. Ahí tenemos una formidable cantera, tenemos un gran futuro.

*Ésta no es la foto de Santiago Sánchez Jericó (Zaragoza, 1946), sino de su admirado Miguel Fleta Burro. 

 

2 comentarios

Neyzan -

Los genios deberían ser mimados, protegidos y ensalzados a la categoría que les corresponde. Disfrutar de una personalidad como la suya en una tierra como ésta es algo ciertamente inmerecido, pues resulta conmovedor que pueda caminar por las calles zaragozanas sin ser reconocido más que por los entendidos. Con su trayectoria se merece usted no una calle, sino una plaza, o mejor una avenida. Espero que algún día, algún iluminado apoltronado en el Ayuntamiento le dé por escarbar un poco en la tierra, a ver a
si así se enteran que en Zaragoza hay algo más que Héroes del Silencio.
Un cordial saludo, maestro.

Joaquin -

Quisiera saber si has leído algo de Felipe Alaiz (Belver de Cinca.1887) y, de ser así, qué opinión te merece.
Un cordial abrazo.