EL BESTIARIO DE FERRER LERÍN, POR JULIO JOSÉ ORDOVÁS*
Cuando Francisco Ferrer Lerín trabajaba para Carlos Barral en Barral Editores, a comienzos de los setenta, le planteó a su jefe la posibilidad de transformar y editar la que iba a ser su tesis doctoral, “Ornitónomos del Diccionario de Autoridades”, tesis que no llegó a materializarse por distintos motivos, entre ellos la muerte por arma blanca del encargado de dirigirla. Pero Barral no lo veía del todo claro y el tiempo pasó y la editorial se fue a pique. Así que su proyecto de tesis y su proyecto de libro se quedó durmiendo el sueño de los justos en un cajón hasta que Ferrer Lerín no pudo continuar haciendo oídos sordos a los graznidos desesperados del manuscrito, que le imploraba que lo devolviera a la vida, y decidió retomarlo y darle una nueva y más arriesgada y ambiciosa orientación.
El “Bestiario” de Ferrer Lerín, escritor de guante blanco, es el libro de un filólogo y de un naturalista, un libro fantástico y erudito, muy antiguo y muy moderno, muy borgiano y muy cortazariano (aunque al autor, bibliófilo militante, la sola mención de Cortázar le produzca urticaria, habida cuenta del ultrajante maltrato que el argentino-parisino solía dispensar a sus libros). Más que un libro de libros, o de diccionarios si hemos de ser exactos, el “Bestiario”de Ferrer Lerín es una biblioteca portátil, una Biblioteca del Espanto o de la Razón Engendradora de Monstruos o de la Ciencia Fantástica o de la Fantasía Pseudocientífica. Extrayendo y combinando entradas de muchos y muy diversos diccionarios (como el “Diccionario de Autoridades”, el de Covarrubias, el “Ideológico” de Julio Casares y el “Diccionario Infernal” de Collin de Plancy) y manuales (como la “Historia Natural, General y Particular” del Conde de Buffon o “La Edad Media fantástica” de Jurgis Baltrusaitis) y papeles raros y curiosos (como las “Inmensas maravillas contadas por un ciego nocturno”), Ferrer Lerín ha compuesto un animalario abracadabrante y desopilante, una antología mucho menos científica que literaria, quizá porque durante siglos la ciencia no fue sino una rama de la literatura.
Francisco Ferrer Lerín ha dividido su diccionario de diccionarios en trece categorías taxonómicas, a saber: Insectos, Anfibios y reptiles, Serpientes, Peces y conchas, Dragones y mixtos, Aves, Aves extintas, Mamíferos medianos y pequeños, Fieras, Perros, Cuadrúpedos, Solípedos y Monstruos. Y cada categoría la ha porticado con una introducción seriamente divertida o divertidamente seria, combinando la ciencia más o menos infusa con la filología y al revés.
Al mismo tiempo que reivindica la valía literaria de los lexicógrafos (la potencia verbal de Sebastián de Cavarrubias es anonadante: el español brilla en cada una de sus líneas en todo su esplendor), desterrados por sistema de los manuales de literatura, Ferrer Lerín reivindica también su capacidad imaginativa o abiertamente disparatadora, que desde luego no tenía límites. Como tampoco tenía límites su misoginia, de la que Ferrer Lerín se aprovecha para arrancarnos unas cuantas carcajadas políticamente muy incorrectas. Un ejemplo: en la categoría de Monstruos, Lerín incluye sibilinamente la entrada relativa a Mujeres, en la que se lee: “El prelado Macon sostenía que las mujeres no podían ni debían ser calificadas de criaturas humanas. (...) Después de los descubrimientos de Cristóbal Colón algunos casuistas probaron que las mujeres del Perú y de otras regiones de la América, eran una especie de animales, seductoras en verdad, pero sin alma y sin razón. (...) Ariosto y otros autores dicen que la presencia de una mujer en ciertos días corrompe la leche, agría la nata, empaña los cristales, seca los campos por donde pisa, engendra culebras y produce la rabia en los perros”.
De la mezcla de leyendas mitológicas y locales, de cristianas y profanas supercherías y de la más dislocada imaginación se nutre este “Bestiario” en el que los animales reales son presentados poco menos que como si fueran ficticios y los seres imaginarios son tratados como si fueran reales, revestidos de una fabulosa erudición apócrifa. Pero hemos de ser conscientes de que la fantasía de sus páginas, como bien explica Ferrer Lerín, “nace de nuestra moderna interpretación de esa realidad, del escándalo que producen ciertas aseveraciones en el campo de las ciencias naturales y del sistema de signos en que están formuladas”. Y es que lo que nuestros antepasados tenían por ciencias naturales, para nosotros son ciencias ocultas. O sea, genuina literatura.
[El escritor y crítico literario Julio José Ordovás publicaba hace unos días este texto sobre “Bestiario” de Francisco Ferrer Lerín. El libro, bellamente editado por Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores se presenta este lunes en la FNAC, con la presencia de la Directora General de Cultura Pilar Navarrete y el editor Galaxia Gutenberg Joan Riambau.]
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