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Antón Castro

EVOCACIÓN, Y MISTERIO, DE CARMEN SENDER GARCÉS*

EVOCACIÓN, Y MISTERIO, DE CARMEN SENDER GARCÉS*

   [La pasada semana fallecía Carmen Sender Garcés, la hermana menor del escritor. Profesora de literatura y cómplice constante  de Ramón, asumió con discreción y elegancia su parentesco y educó a varias generaciones de alumnos. Me había pasado inadvertido el hecho, pero recibí una carta  de Berta Usieto y otra de Ester Puyol, desde el Instituto de Estudios Altoaragoneses, que anunciaba el desenlace  fatal.] 

Hace algunos años ya, más de una década, Carmen Sender Garcés, la hermana menor del escritor de Chalamera, me recibió en su casa. Preparábamos un suplemento especial sobre el autor de “Imán” con motivo de un congreso. Carmen Sender siempre fue una mujer delicada, una lectora voraz y acaso una escritora secreta que jamás quiso ir de nada. Y menos de “hermana de...” Habían convivido poco en su infancia y luego su relación había sido, ante todo, epistolar. Ramón José Sender era un gran redactor de cartas: ha dejado algunos miles. Se carteaba con estudiosos y biógrafos (Jesús Vived, Enrique Gastón, Francisco Carrasquer...), con colegas (Joaquín Maurín, Encarnación Ferré, Alfonso Zapater, Carmen Laforet, en cuyo epistolario se percibe el germen de una historia de amor muy literaria e imposible...), con amigos (Eduardo Fuembuena) y con sus familiares, claro. Tanto con Sunny (Asunción Sender, que lo veneraba), que convivió con él en Madrid y le oía decir aquello de “Escribe, mañica, escribe”, como con Carmen. Vi algunas de las cartas dirigidas a Carmen: extensas, cariñosas, que igual recordaban la vida lejana en Aragón que explicaban un personaje, una historia, una novela al completo. Carmen, recuerdo, valoraba sus libros, y él respondía: sabía que en la plaza de San Francisco y en aquella hermana menor había una mujer repleta de sensibilidad, de pasión y de complicidad.         

Carmen, casada con J. Ayala, tenía los libros de Sender, poseía un gran álbum de fotos, y recuerdo la ternura y el cariño que le producía Florence Hall, una de las compañeras y traductoras de su hermano. Reproduje una foto de sus dos hijas gemelas (Babel e Inés), y en el pie escribí que eran sobrino-nietas del escritor. Con exquisitez, me recordó que eran sobrinas a secas. Aquella tarde constituyó el mejor paseo por la vida, la creación y el amor a Aragón de Sender. Carmen explicaba secretos de los libros, pasajes, los vinculaba con su madre, a la que Ramón tanto quiso, le quitó algo de hierro a la enemistad entre su padre y su hermano, y recordó las dos estancias del escritor en Aragón, en 1974 y 1976. Le había dolido la severa acogida del periódico “Andalán”  y en especial el adjetivo “rijoso” que le habían adjudicado. “Ni siquiera conocía esa palabra. Leí su significado y me pareció muy desafortunada”. El campo semántico de rijoso es amplio: “Se dice del animal excitado ante  la presencia de  la hembra. Lascivo, lujurioso. Inclinado a peleas y riñas”, son algunas de las acepciones que registra un “Diccionario esencial” para escolares. He dicho que aquella tarde, aquellas cuatro o cinco horas, fueron un paseo por el universo de Sender, sin duda, pero fueron sobre todo un encuentro con una mujer cálida, afable, apasionada por la literatura, respetuosa y convencida de la grandeza literaria de su hermano. Por supuesto, que me pidió que no entendiese aquella cita como una entrevista, que no quería aparecer con declaraciones.
        

Desde entonces, me he encontrado en librerías y presentaciones con Carmen Sender. Hemos hablado de poesía, sobre todo, de su admirado amigo Ángel Guinda, del cual decía que le gustaba más en la época en que era más transgresor y menos “domesticado”, menos perfecto en sus poemas; hablaba de los progresos de la joven poeta, de acento místico y neorromántico, y estudiosa María Pilar Martínez Barca. Y he oído a varios alumnos suyos, de distintas generaciones, elogiar la labor de Carmen. No solo elogiarla: he oído la confidencia de que era, en su memoria de estudiantes, una profesora inolvidable que les había contagiado la pasión por las palabras, por el lenguaje, por la literatura. Y lo había hecho, con exigencia, sin duda, pero con la certeza de que aquella era una aventura del conocimiento, del placer y de la libertad.    

 

*Este artículo apareció ayer en la edición de Heraldo de Aragón de Huesca. Ilustración de Cano: Valentina y Pepe Garcés.

5 comentarios

carlos coello -

Amen de amiga de casa, fue una profesora inolvidable para mí en el Instituto Goya de ZAragoza, aun cuando la tenía algo ninguneada el catedrático de Lengua y Literatura, de cuyo nombre no quiero acordarme

Eduardo -

Estimado Antón,

Un día después...

Te dejaba mi dirección porque creo que sea este el caso de un intercambio más "privado" de informaciones, (comprenderás).

Una vez muerta mi querida abuela, y tal vez por ello, creo que puedo lograr que mi padre y me tío me cedan todo el "Material Sender" de mi abuelo.

Nada me complacería más que poder mostrarlo ya que creo que requiere y merece de ser estudiado. Seguramente soy digno nieto de mi abuelo: el idealismo y las mejores intenciones ante todo.

Por favor, ponte en contacto conmigo o mándame una dirección para que pueda hablarte de todo esto.

Un abrazo.

Eduardo Fuembuena.

Eduardo Fuembuena Loscertales -

Hola de nuevo Antón,

Antes de nada quería mandar desde aquí un sentido pésame a las familias Sender-Garcés en nombre de la familia Fuembuena.

Personalmente, me halaga mucho y hasta me emociona el proyecto del que me hablas, del que no tenía constancia.

Me gustaría mucho poder transmitirte y comentarte algunos detalles e informaciones, algunas entendidas en el día de ayer, sobre la relación de Ramón J. Sender y mi abuelo y concretamente, sobre ciertos documentos y objetos.

Mi mail es:

efuembuena@yahoo.es

Un abrazo y gracias de nuevo por tus atenciones.

Eduardo

De Antón -

Querido Eduardo:
Muchas gracias por tu visita y por tus palabras. Hace unos meses, me llamó Paco Serrano para que hiciéramos un reportaje sobre Sender y los Fuembuena, porque tu abuela tenía muchas cosas: recuerdos, objetos, cartas, etc. Pero al final, creo que hubo hasta una pequeña reunión familiar o cambio de impresiones, han preferido que no hiciéramos nada. Tu abuelo se portó muy bien con Sender y éste siempre le profesó un gran cariño. Y si yo no me confundo ahora, las cenizas de Sender fueron arrojadas a la bahía, una parte, y la otra estaba en una especie de objeto de cerámica en el despacho de tu abuelo.

Un abrazo. Antón.

Eduardo Fuembuena Loscertales -

Estimado Antón,

Desde hace unos meses sigo con atención mucho de lo que escribes en tu blog, (sucede que buscando en google ciertas referencias siempre me aparece esta dirección en los primeros puestos). Te doy la enhorabuena por el trabajo constante.

Solamente quería agredecer que citases, (que recordases) a mi abuelo escritor, periodista y gran aragonesista. No tengo constancia, desde mi lugar, que esto suceda muy a menudo.

De Sender mi abuelo siempre hablaba, luego mi abuela recordaba y yo trataba de retener lo más posible.

Lo curioso es que no tenía constancia de un intercambio epistolar entre los dos hombres, sí de libros, fotografías y algún recuerdo importante.

Agradezco de nuevo tu atención y te envío un abrazo.

Eduardo Fuembuena Loscertales.