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Antón Castro

UNA DOBLE VICTORIA

UNA DOBLE VICTORIA

Hace días que no escribo de los partidos de mis hijos. Sé que aquellas crónicas tenían algunos seguidores inesperados como Javier Arellano, técnico musical del Auditorio y hombre de teatro durante muchos años. 

Ayer sábado, en el campo de Utebo, se jugaba un partido importante: el Utebo y El Gancho pugnaban por el primer puesto. El Gancho, en su casa, con valentía, agresividad y ganas de vencer, había dado una lección a los nuestros: los vapulearon por 6-2. La semana pasada nuestro equipo perdió por 4-1 con otro candidato al título: el Stadium Venecia. Rafael Blasco tenía y tiene un conjunto estupendo, pero él mismo ha ido perdiendo la confianza en el bloque, y su equipo ha pasado de ser el más goleador del campeonato a ser un equipo un tanto ramplón que no encuentra su sitio. El míster tampoco halla su sitio, creo yo: se muestra bastante atrabiliario en sus decisiones. Desconfiado Posee uno de los mejores defensas de la Liga, Jorge de Sola, un zurdo entregado y rápido que se siente más cómodo de central, y al que siempre sacrifica como lateral; una media envidiable con Claudio, un medio centro excepcional, quizá un poco chupón, pero con autoridad, capacidad de brega, carisma y llegada: ha marcado 18 goles desde todas las posiciones, y con Héctor y Ángel, que tienen calidad, desparpajo y concentración; y una excelente delantera con Javi, Poley y Jorge Rodríguez. 

El entrenador del Utebo temía que volviese a pasar lo que pasó en la ida y realizó un cambio estratégico: colocó a Claudio de central, para que marcase al delantero centro rival, y puso un centro del campo sin demasiado juego. Fue la estrategia del miedo y la prudencia; el Utebo jugó un poco menos de lo justo, el Gancho falló un penalti, y finalmente, cuando concluía la primera parte, marcó el Utebo. En la segunda hubo ocasiones por ambos lados, pero el Utebo acabó reclamando la hora. El desbarajuste en todo el equipo, especialmente en la media, era tal que llegamos a pensar que se escapaba al menos un  par de puntos.

Ahora, el Utebo sigue arriba, y el resultado le dio la razón al entrenador, pero el conjunto ha perdido la confianza en sí mismo, ya no saca el balón jugado, ya no combina y se ve desasistido de método. Para mí fue como si de repente a Zidane, antaño, le dijesen que no marcasen goles, que no dirigiese al equipo, sino que tenía que inmovilizar a Maradona. Eso hizo, y muy bien, Claudio. Bien dirigido (ya jugó en el Benfica), sería un jugador para el Real Zaragoza. Eso sí, si el Real Zaragoza y sus categorías inferiores tuviesen ojeadores con un poco de olfato y con un poco de paciencia ante el talento…

Jorge cumplió: jugó un partido correcto mientras estuvo en el campo, alrededor de 50 minutos, pero volvió a sufrir uno de esos tirones que lo dejan inmovilizado y al que no le encuentra remedio ni el fisioterapeuta. Está pasando malos momentos… El Gancho jugó un gran partido, y se hizo acreedor al empate o a la victoria.
 

Por la tarde, el Garrapinillos juvenil se enfrentaba al Vadorrey, que luce la camiseta de la selección aragonesa. El choque empezó a las seis. El cielo fue adquiriendo unos colores impresionantes: primero se despidió el último sol de la tarde, luego se barnizó con los fuegos de oro y rosa de la anochecida, finalmente adquirió los tonos inefables de una noche constelada y mágica, una noche incipiente de sueño cerca del cementerio, donde acabaría durmiendo un balón amarillo y negro. Un balón entre difuntos. Y ahí, en ese ámbito, se jugó el partido. Añado un matiz más: había un viento casi huracanado que convertía el balón en un pedrusco saltarín e imparable.  Se jugó de poder a poder. Al principio, el Garrapinillos fabricó muchas ocasiones: Luisito Salas, que volvió a hacer un gran partido, remató varios saques envenenados de Mario, los extremos se alargaron por los costados, la defensa contuvo, Pirri entró como Pedro por su casa, pero falló en el uno contra uno. Rodrigo acabó marcando el primer tanto.

En la segunda parte, con el viento a favor, empató el Vadorrey, en una falta de entendimiento entre el arquero Gayoso y el lateral Alex. Pero el Garrapinillos, con Diego trabajando y avanzando a pleno pulmón, con Mario Calvera lanzando estupendamente, con Luisito, con la incorporación de Serna, Mario Martín y Raúl le dio la vuelta al marcador.  

La jugada más bella la realizó Diego Rodríguez: arrancó con un balón desde el centro del campo, recorrió los 50 metros de rigor a puro esprint y a contrapié, sorteando contrarios, y asistió a Luis, solo ante el portero y el peligro. Luis, con la izquierda, la tiró fuera. Fue un momento mágico en esa noche intensa y trabada, en la que destacó, debo decirlo, un árbitro excepcional, que corregía a los jugadores, que les ayudaba, que sacó las tarjetas justas, que fue ejemplar para unos y para los otros.  Hasta los chavales lo felicitaron.  

Diego jugó maravillosamente bien, sobre todo en la segunda parte, pero fue una gran tarde de todo el conjunto. A nadie se le puede reprochar nada.   

[Luego, otra buena noticia: el Deportivo vencía al Sevilla y huía de los puestos de descenso. Para que el fin de semana sea perfecto en el fútbol solo falta una cosa: la victoria del Real Zaragoza hoy en Valencia, en su partido contra el Levante. La foto es de Herbert List.]

3 comentarios

Daniel Orte Ramírez -

Estimado Antón:

Soy el entrenador del Vadorrey de 2ª Juvenil, y te comunico que la camiseta es parecida a la de la Seleccción Aragonesa, pero no es la misma.

Me alegra que mi club salga en el blog de alguien tan importante como tú. (o usted)

Un saludo desde Vadorrey.

Anton -

Qeurido Javier:

Gracias a ti. Y mucho ánimo, mucha energía, toda la poesía del mundo y buenos libros.

Un abrazo. Antón

javier delgado echeverria -

Querido Antón:
Gracias por acordarte de mí en medio de los partidos de tus hijos y además sacar un minuto para llamarme.
Besos