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Antón Castro

NOTAS, INCLUSO DE FÚTBOL, DEL SÁBADO

NOTAS, INCLUSO DE FÚTBOL, DEL SÁBADO

1. Me he levantado a las seis de la mañana. Jorge jugaba en Vadorrey: los líderes del Utebo de cadete se enfrentaban a ese equipo que lleva los colores de la selección aragonesa y que viaja por el fondo de la tabla. Los visitantes tomaron la delantera: gran gol de ese chico estupendo que es Iván. Mi hijo Jorge siempre me dice: “Iván tiene mucha calidad”. Creo que fue Chavi quien lanzó un centro desde la derecha e Iván remató bellamente de volea.

El Vadorrey empató de inmediato; hubo unos minutos posteriores de tanteo y tedio, aunque pronto apretó el acelerador Claudio, retornado a su puesto natural de medio centro. El medio marcó tres goles, uno de una falta extraordinaria. Quedó en la caseta poco después del descanso; hoy, a las once de la mañana, con los juveniles, se enfrenta al Garrapinillos de Utebo.

El entrenador corrigió algunas posiciones: devolvió a Jorge de Sola a su posición natural de central indesmayable; pudo contar con Joni (que viene de Jonás, y es un zurdo nato que juega atrás) y ensayó con Ángel, el capitán, de extremo izquierdo. No es el puesto de Ángel, un jugador espléndido que ha perdido el sitio, la confianza y una espléndida forma que lo había llevado a la selección de Aragón. Ángel es un mediapunta, un enganche puro, un jugador que necesita estar arropado en la media y tener libertad de movimientos en la zona de tres cuartos.  

Jorge salió a los cinco minutos de la segunda parte, y marcó dos goles. Desbordó, jugó bien y le cogió la espaldas a los defensas como se le exige a un extremo. Al final, feliz, dijo: “He podido marcar dos goles, uno para cada abuelo. Para Leoncio y Benito”. Volvió a notar sus tirones, pero su rendimiento fue óptimo. Marcó, centró, lanzó los córners con buena aptitud, sirvió un par de goles hechos a Óscar… 

2. Ayer estuve preparando un reportaje sobre Luis Galve. El lunes se cumple el centenario de su nacimiento, y el pianista suizo, uno de los más amados por Galve de entre los jóvenes, ofrecerá un concierto en la sala Mozart del Auditorio. Salen, si no hay novedades, dos páginas que intentan acercar su figura a quien no lo conozca demasiado.

Comí con Aloma y con Barreiros en el restaurante Bílbilis, que tiene dos camareros que parecen hermanos y son de Nicaragua, como Rubén Darío. A mediatarde, Aloma y Barreiros aparecieron con dos bellas sorpresas: el disco “Back to black” de Amy Winehouse (me gusta mucho la segunda canción “You know i’m no good”; ya sabemos, nena, que no eres buena) y una grabadora digital para que me modernice. No es mi cumpleaños, pero ha sido una bonita sorpresa. Tendré que llamar a Javier Torres, que vive un momento maravilloso, de grandes esperanzas, great expectations, para que me ayude a entender el grabador. 

3. Hacia las ocho, cuando estaba a punto de venir para casa, me llamó Juanjo Blasco Panamá. Por fin, hoy he descubierto que su segundo apellido es Adé, como mi amigo José María Adé, morador de Ginebra y revoltoso corazón de Huesca. Acaba de leer la última entrega de Robert Crumb para “Artes & Letras”, y ha vivido un sábado de zozobra. Avanzada la mañana se enteró de que en Lérida tocaba uno de sus grupos favoritos: The Fairport Convention (de vez en cuando Juanjo me regala discos de sus grupos de los 70 y 80 favoritos), y a la vez estaba un poco temeroso del partido de La Romareda. Ahora se cumplen sus primeros 30 años de socio del club. Al final, fue al estadio. Le anticipé que iba a ser una noche emocionante y bella, y que iba a ganar el Real Zaragoza. Por cierto, creo que esta semana llegarán los primeros ejemplares de "Cuentos a patadas", 21 textos sobre el Real Zaraogza, ilustrados por otros tantos dibujantes, ilustradores, diseñadores y pintores.

4. Así fue. Ganó el Real Zaragoza en un partido épico que estuvo a punto de desequilibrar (o mejor aún, de equilibrar) el Kun Agüero. O Diego Forlán. Pepe Melero salía una y otra vez en la tele, y, en la última toma, parecía que iba a besar la bruñida calva del presidente Eduardo Bandrés, feliz tras varias semanas de infarto y sospechamos que de infarto. Hace un par de meses que no lo veo; desde el único partido que dirigió Ander Garitano.

El Zaragoza de Manolo Villanova es otro: más ordenado, más compacto y con un líder que es Francellino Matuzalem, que hace recordar por su técnica, por su rostro y por su pase eléctrico e inteligente a Nayim. El Real Zaragoza, si hacemos caso de lo que vimos ayer, ya tiene un cerebro: alguien que quiere el balón, que lo pasa con criterio, que lanza al hueco, alguien que entiende que el fútbol es un tuya-mía continua (ahora a eso se le llama asociarse) que, de golpe, busca el pase profundo y letal, el envío envenenado por sorpresa. Matuzalem se mostró como algo más que una esperanza, igual que ese central intenso y bregador, con criterio a la hora de jugar el balón que es Javier Paredes. Ha sido el otro gran héroe de la noche, y no debemos infravalorar la aportación de Sergio García y de Diegol Milito, de nuevo, ni la seguridad de César Sánchez.
 

Manolo Villanova se juega su dignidad y el respeto a la entidad con este equipo. Quiere mejorarlo, hacerlo más compacto. Hoy le falló Luccin (le falló relativamente, en momentos específicos), y se le ve profesional, riguroso, entregado, alerta a todo cuanto ocurre. El Real Zaragoza ha dejado una señal de cambio: hay motivos para la ilusión… ¡Viva Manolo Villanova!

*Jorge Rodríguez Gascón, el exterior zurdo, con la camiseta azul del Utebo. Al fondo, Héctor, que ha hecho un buen partido, sobre todo en la segunda parte. La foto es de Aloma Simpé.

1 comentario

Blanca -

Brillante y bien aprovechado fin de semana y estupendas noticias. ;)