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Antón Castro

JULIO CÉSAR CHÁVEZ, VISTO POR DIEGO LUNA

JULIO CÉSAR CHÁVEZ, VISTO POR DIEGO LUNA

Sé que Julio César Chávez (Sonora, México, 1962) ha sido uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos. Se fajó bravamente durante una década, desde la conquista del título del mundo ante Mario Mariposa Martínez, en 1984, hasta su pelea con Oscar de la Hoya, el chico de Oro, en 1995. Entonces, el veterano de 33 años cedió ante el empuje de De la Hoya, que descubrió de inmediato que Chávez había sido temerario: tenía un corte en una ceja y había rehusado a retrasar la pelea. En aquel combate, terrible y sangriento, el gladiador mexicano ganó más dinero que nunca, pero descubrió que ya no era invencible. De la Hoya volvería a ganarle en 1997, ahora más ajustadamente y después de temblar en varias ocasiones, y también el ruso Koskya Tszyu. Chávez se retiró definitivamente en agosto de 2005, sangrando por la boca, con una frase parecida a ésta: “Yo soy el culpable de todo”.

 

En esos 21 años, disputó 112 combates, ganó 105, perdió cinco y cosechó dos nulos, uno de ellos antes el guisante dulce Pernell Whitaker. Peleó 37 veces por el campeonato del mundo, 10 más que Joe Louis, y venció a grandes púgiles como Franki Randall, Roger Mayweather, Héctor Macho Camacho, Edwin Rosario o Meldrick Taylor, uno de sus rivales más enconados: pelearon dos veces, en la primera dominó Taylor, pero Chávez lo derrotó cuando faltaban ocho o nueve segundos; en la segunda pelea, el mexicano venció en el octavo asalto.

 

Anoche, en Canal Plus, proyectaran la película documental del actor Diego Luna: Julio César Chávez, el último héroe mexicano. El actor de Y tu mamá también reconstruye la vida del púgil: su infancia en el seno de una familia pobre con once hijos, con el padre ferrocarrilero, sus iniciales escarceos en el boxeo, con sus hermanos Rodolfo y Rafael, y luego su carrera meteórica. La película, que da la sensación de ser algo errática, analiza la personalidad del púgil: quería ser alguien para redimir a los suyos. Le regaló una casa a sus padres, ante la vía del tren, para que ambos recordasen o evocasen sus mejores recuerdos de novios. Le regaló una casa a su primera mujer: va a verla y la encuentra destrozada, en ruinas. Le asoman las lágrimas: cuántos recuerdos, de golpe. Visitan los gimnasios, Diego Luna conversa con Don King y José Sulaimán, con periodistas, etc. Uno de los capítulos más curiosos es la connivencia de Chávez con el poder, o la atracción que sintió Carlos Salinas de Gortari hacia él. Asistió en helicóptero a una de sus peleas. Más tarde, Chávez sería acusado de corrupción y de estar vinculado al narcotráfico. Y aquí se sugiere que esa persecución, que parece el inicio del fin, estaría sugerida por Ernesto Zedillo.

 

Julio César Chávez era un pegador incansable. Creo que es su hijo Julio César Chávez Jr. (al que entrena ahora) quien dice que se faja y pega y recibe desde el gong del inicio hasta el gong final de la campana. Es muy importante, en el tramo final del documental, la relación entre padre e hijo. Diego Luna conversa con el joven aspirante  a campeón entre dos vagones. Julio César pelea todos los segundos de cada asalto. Es un boxeador rápido, con pegada y una increíble (por no decir, suicida) capacidad de encaje. Siempre va hacia delante, siempre quiere dominar y persigue a su rival hasta el último rincón. Y allí inicia la tarea de demolición. En eso recuerda a Carlos Monzón. Chávez es uno de esos boxeadores, acaso desprovistos de odio curiosamente (no era Joe Frazier, ni Tommy L. Hearns, ni Max Baer, ni Tyson, cargados de ira), que evidencian con sus golpes la dureza del pugilismo. No da tregua, ni se amilana; si recibe mamporros, los engulle, alivia el aguijón, y se afirma sobre el tapiz: el hurón inicia, de nuevo, su asedio sin intención de retroceder.

*Julio César Chávez y su hijo Julio César Chávez Jr.

1 comentario

Magda -

Antón, estoy sorprendida de lo que sabes de box y de Chávez, un rey del boxeo de todos los tiempos, tienes mucha razón.

No me gusta el box, sinceramente, pero vi esas peleas de Chávez por los campeonatos. Todo México en este momento paraba lo que estaba haciendo y disfrutaba de sus peleas. Era increible verlo en el cuadrilátero, parecía volar con los pies y era como si tuviera polvo de hadas en los puños.

Todo esto de las acusaciones en relación a que estaba involucrado con el narco fue cosa política. Lo tomaron como chivo expiatorio, y a Chavez, en mi opinión, le faltó inteligencia para darse cuenta de todo esto. Chávez lo que sabía era boxear, no debió andar en cosas que no manejaba, pero ser tan importante y famoso en su ramo, lo hizo perder el tapete en esos momentos. Después todo volvió a su camino, me parece que la misma vida lo hizo madurar y aprender. Un gran campeón.

Diego Luna es un actor excelente. Para mi mucho mejor que Gael García Bernal. Ha hecho estupendas películas y lo que hace lo hace bien. Es joven aun, esto hará que siga haciendo brillante camino. Esta película que comentas no la conocía, habrá que verla.

Un abrazo.