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Antón Castro

VIAJE AL FESTIVAL DE HUESCA Y OTRAS RONDAS

VIAJE AL FESTIVAL DE HUESCA Y OTRAS RONDAS

 

Empezaba a caer la noche. Era miércoles y tenía que viajar a Huesca para participar como jurado en el 36 Festival de Cine de Huesca. El realizador de televisión, escritor y director Alfredo Castellón me contó que acababa de presentar su película “Platero y yo”, inspirada en el texto homónimo de Juan Ramón Jiménez, en Osaka y en Tokio, con subtítulos al japonés. Y me había contado, sobre todo, la emoción, la gravedad y el llanto contenido que se vivió el pasado viernes en el Olimpia. Todos, amigos, conocidos, paisanos y forasteros de distintos lugares del mundo, experimentaron la sensación de nudo en el estómago y de pálpito precipitado en el corazón en la noche más doliente de José María Escriche. Huesca, su ciudad y su paraíso, y su festival, ese columpio de cosmopolitismo, creación y cariño, le ofrecieron su mejor elegía: lo convirtieron en una criatura de cine para siempre. Algo así decía Castellón, que había departido con compañeros de quinta y de TVE española como José Antonio Páramo: ambos, Páramo y Castellón, han trasladado al cine a Ramón José Sender. Páramo es el autor de “El rey y la reina”, con Omero Antonutti y Nuria Espert, una película en un clima bélico que narra la relación de una señora y su sirviente, y Castellón rodó “Las gallinas de Cervantes”, un relato en el que Sender aludía a la transformación de la esposa del escritor en gallina.

En Huesca, en el Lilas Pastia, me esperaban –además de la jefe de presna Miren Gea, esa mujer indómita que no sabe si vive en Guadalajara de México, en el AVE, en Huesca o en las terminales de miedo mundo, el fotógrafo Guillermo Farina y otros amigos de la organización- Gloria Scola y Jorge Jellinek. Ella es coautora de una monografía sobre el Quijote en el cine –el volumen lo publicó Jaguar en 2005- y es una periodista independiente y nada perezosa que pasea por Madrid en una pequeña scooter y entrevista, en cualquier lugar del mundo, a Johnny Depp, Brad Pitt, George Clooney o Julia Roberts. Dice que uno de los hombres de su vida es Paul Newman y en una cosa ocasión estuvo en la habitación contigua conversando con Julia Roberts, sin percatarse de que su ídolo ofrecía entrevistas al lado. Le han impresionado Clooney, dice que es más apuesto e interesante ahora, cuando orilla los 50, y Pitt, un “tipo comprometido y sensible que no tiene ni un pelo de tonto”. Jorge Jellinek programa cine en Uruguay, ha sido periodista muchos años y suele bromear con su parentesco con la premio Nobel Elfriede Jelinek: sus padres son de origen austriaco y no se atrevería a negar que no haya por ahí algún vínculo. Con Jorge Jelinek hablamos de algunos escritores uruguayos, como Horacio Quiroga, Felisberto Hernández, Mario Benedetti (que, “tras la muerte de su mujer, vive recluido y apenas sale a la calle”), del crítico de cine Homeo Alsina Tevenet o de aquel cantautor extraordinario y grave que era, y es, Daniel Viglietti. Camino de ese original hotel que es el Abba, recordamos a los pintores Joaquín Torres García y Rafael Barradas (tan vinculado con Aragón: vivió aquí, colaboró con la revista “Paraninfo” y se casó en Luco de Jiloca, donde retrató a un montón de ancianos del lugar e hizo algunos dibujos para “Platero y yo”), y recordamos sobre todo al abogado, profesor, escritor y excelente pintor Pedro Figari, un personaje que parece soñado por un escritor o un cantante como Zitarrosa. El fallo fue por unanimidad y con amplias sugerencias de películas. Mañana se sabrá.

Lo que son las cosas, en la habitación 112 del hotel, avanzada ya la madrugada leí un curioso artículo sobre “Naturaleza infiel” de Cristina Grande, en el que el autor parecía haber estado unas horas con la escritora, a la que confundía con Renata (o fundía su propia ficción con la ficción del libro), que le contaba la novela. O el boceto de sus notas que acabar

Antes de salir por la mañana, con poco más de cinco horas de sueño bajo los párpados, cogí la bolsa de mano y mis recortes y algunos libros y salí al amanecer de Huesca. Creo que nunca me había levantado tan temprano en la ciudad. Había aparcado el coche frente al Casino. Al partir, entendí la pesadumbre que envuelve este año el Festival: la ausencia de Escriche, la lipotimia de Ángel Garcés que padeció la noche anterior, el clima general de abatimiento y de dolor, el estrés. Cogí el coche con una extraña sensación. Cuando me acercaba a Zaragoza vi un instante la Torre del Agua del arquitecto oscense Enrique de Teresa y me confundí. Como si quisiera ver mejor la línea del horizonte de la nueva Zaragoza anduve quince minutos y más de veinte kilómetros buscando una salida hacia Garrapinillos. La Torre del Agua, bellísima y envolvente, seguía allí. ¡Qué pena que no tenga diez metros más de alta!

*Estampa del Casino de Huesca, centro del Festival de Cine de Huesca. La foto está tomada de www.huescaimagen.com.

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