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Antón Castro

ANDRÉS TRAPIELLO: DIÁLOGO SOBRE 'LOS CONFINES'

ANDRÉS TRAPIELLO: DIÁLOGO SOBRE 'LOS CONFINES'

Andrés Trapiello narra el amor

absoluto entre dos hermanos

 

[Andrés Trapiello aborda el incesto y dice

que “el amor es el lugar donde no se teme”]

 

 

 

Su novela ‘Los confines’ no es tanto una apología del incesto como una defensa de la libertad de la pasión y del paraíso

 

 

Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) se obsesionó hace algunos años con una historia que sucedió en Madrid y que dio bastante que hablar: dos enamorados iban a casarse con absoluto fervor hasta que alguien les reveló un inesperado secreto que desembocó en drama. Eran hermanos. De “esa historia extrema y hermosísima, muy conocida durante la Transición” partió su novela ‘Los confines’ (Destino, 2009); de ella y de muchas lecturas de autores del siglo XIX, como Stendhal, Flaubert o Galdós.

Andrés Trapiello -que se define “como esencialmente poeta, la poesía es lo que más me importa”- ha intentando crear una poderosa ficción que tiene “la capacidad de evocar el tiempo propio, la modernidad en que se desarrolla”, tal como subrayó el poeta y crítico Juan Manuel Bonet en la presentación del libro en Los Portadores de Sueños. La escritura del texto ocupó cinco años al autor, que confiesa tener una relación especial con el anonimato: le gusta observar y que le dejen observar “sin modificar el medio”.

Andrés Trapiello es consciente de la polvareda que ha suscitado el asunto aparente de la novela: el incesto. Subraya: “El sustrato es el incesto, pero ese no es el tema principal. Esta es una novela sobre la vida, sobre el amor y sobre la libertad”. Los amantes, Claudia y Max, con relaciones consolidadas, de repente se conocen y se enamoran, y deciden llevar a cabo su pasión en un lugar del trópico, en una especie de oasis temporal y espacial, “sin culpa, sin remordimientos, con vocación de felicidad. No hay amor absoluto si no hay libertad absoluta”. Ahí Andrés Trapiello recuerda que algunos clásicos del siglo XIX acababan matando a sus protagonistas adúlteras, pensemos en Clarín, en Tolstoi, en Flaubert, en el propio Galdós.

Trapiello se centra en su personaje femenino, Claudia, que además cuenta la historia: “Claudia no quiere ser una heroína, quieren que le dejen vivir su pasión. No pide nada excepcional”. Y eso también conduce a una cierta idea del paraíso. Señala: “El paraíso es el lugar donde no hay terror. El amor es el lugar donde no se teme, y en el paraíso el amor es donde más se siente protegido”. El escritor insiste en otra característica de su novela, que aúna la narración pura con la reflexión: “Los confines’ es una novela de personajes puros, no es una novela morbosa, no indaga en zonas turbias del deseo, ni tampoco es una apología del incesto. No me interesaba abordar la sensualidad pervertida. Insisto: la lucha de un amor completo y pleno solo puede ser emprendida con total libertad, si los personajes con enteramente libres; Claudia y Max viven su nueva situación con enorme naturalidad. La novela es el lugar donde se ordena y se armoniza todo lo que tiene lugar en la vida a través del lenguaje de las metáforas. Y creo que como sucede en la novela realista, en ‘Don Quijote’ por ejemplo, ‘Los confines’ es una novela enteramente poética, entre otras cosas porque se dilucidan hechos del alma”.

El escritor y editor presenta estos días un nuevo proyecto: uno de sus preciosos álbumes, en este caso dedicado a Juan Ramón Jiménez (1881-1958), editado por la Residencia de Estudiantes, donde vuelve a probar su exquisito gusto por la edición, tras los dedicados anteriormente a Luis Cernuda y Pablo Neruda. Trapiello siempre recuerda que colabora con un magnífico diseñador de Zaragoza: Alfonso Meléndez.

*Esta nota se publicó este lunes en 'Heraldo de Aragón'. La foto no sé con exactitud a quién pertenece. La he visto en Ecodiario, en El Público y en El mundo. Si alguien sabe de qué fotógrafo es lo pondré de inmediato.

 

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