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Antón Castro

EL MÚSICO JOSÉ SOLER CASABÓN

EL MÚSICO JOSÉ SOLER CASABÓN

“José Soler Casabón, compositor, intérprete y poeta, poseía una gran cultura. Hizo muchísimas cosas, pero su faceta más brillante fue la de compositor. De haber podido estrenar la música que concibió para el ballet ‘Le musicien de Saint- Merry’, que era el gran proyecto de su vida, hoy estaríamos hablando de alguien del prestigio de Erik Satie”. Así define el bibliófilo Jordi Estruga i Estruga, de origen mequinenzano, la enigmática figura del músico, que nació en Mequinenza en 1884 y falleció en Francia en 1964, en la más absoluta miseria, y que fue objeto de un homenaje en su localidad el pasado domingo 30 de agosto, a las siete de la tarde, en el Teatro Goya, cuando se cumplen 125 de su nacimiento. Intervinieron en el acto, entre otros, el propio Estruga, que realizará un retrato del personaje; Héctor Moret, que leerá algunos de sus poemas, recogidos en el libro ‘Fonds Perdu’ (Toulouse, 1939. Solo se tiraron 34 ejemplares y el bibliófilo Pepe Melero lo ha calificado como “el libro más raro, el raro entre los raros, de la literatura aragonesa del siglo XX”), y tocarán dos pianistas, Josep Buforn, del Teatro Liceo, y Sandra Soler, acompañada del tenor y musicólogo Damien Top, que es uno de los precursores en el estudio del  músico aragonés. También asistieron autoridades como el viceconsejero de Cultura, Educación y Deporte, Juanjo Vázquez, y la alcaldesa Magda Godia. Lourdes Ibarz fue la coordinadora de todos la conmemoración.

José Soler Casabón era un aragonés olvidado, aunque fue gran amigo de Pablo Picasso y de Pablo Gargallo, que le dejaba pernoctar en su estudio, y del gran poeta Pierre Reverdy. Este, según narra Estruga, vio una edición de Friedrich Nietzsche llena de notas y apuntes de Soler Casabón, y se quedó admirado. Dijo que “era uno de los seres más inteligentes y más brillantes que había conocido” y resaltó que, en un momento de su vida, él solo podía hablar de “hombre a hombre, cara a cara, con Vicente Huidobro y Soler Casabón”.

Jordi Estruga dice que empezó a indagar sobre Soler Casabón hace cuatro años. En ello tienen mucho que ver Pierrette Gargallo, hija del escultor, y el poeta Reverdy. Recuerda: “Soy el presidente de los bibliófilos de Barcelona y un día hablé con Pierrette para publicar algunos textos manuscritos de su padre. En esa primera conversación ya apareció Soler Casabón. Luego leí varios libros sobre Reverdy y comprobé que habían sido grandes amigos, y que Soler era un hombre admirado en el contexto de las vanguardias”. No se saben demasiadas cosas de la formación de Soler: pronto, muy pronto se trasladó Barcelona, con su madre, maestra, y con su padre, “comerciante y propietario”. En 1903, ya andaba por París, en el estudio de Gargallo, aunque será en 1907 cuando se asiente definitivamente.

Pronto frecuentó la amistad de Picasso, Blaise Cendrars, Reverdy y Jean Cocteau. Y de Guillaume Apollinaire. Éste publicó los ‘Caligramas’ en 1914 y ahí aparecía un poema, ‘El músico de Saint Merry’. Cuando Cocteau y Satie hicieron un ballet, a él se le ocurrió que ese texto también daría pie a un ballet. Como se estaba viviendo la I Guerra Mundial, no era fácil hallar compositores, pero un día, mientras Apollinaire impartía una conferencia, una pianista rusa interpretó varias piezas de Soler Casabón. Le gustaron tanto que le propuso una música para el ballet. Dice Estruga: “El argumento del ballet fue dactilografiado por el propio Soler Casabón con el título de HOSYNO, acrónimo del verso “l’homme sans yeux, sans nez et sans oreilles”.

Hablaron de encargárselo al gran Sergei Diaghilev, con decorados de Picasso, pero entonces estalló la Revolución Bolchevique y se postergó. En 1918 falleció Apollinaire, y la obra se quedó en un cajón. “Sin embargo –recuerda Jordi Estruga, que redactó un extenso artículo de sus pesquisas en ‘Rolde’-, fue un empeño obsesivo para Soler. Intentó que se estrenase en varias ocasiones, la retomó varias veces, pero siempre se dio alguna circunstancia negativa”.

Soler Casabón continuó componiendo e incluso trabajando en una orquesta. “Él era un gran guitarrista y un excepcional violinista. Trabajó en orquestas alemanas y luego en una zíngara. Fue la época en que hizo mucho dinero, pero llegó el crack económico de 1929 y se arruinó. Por esos años vivió con una mujer Lily, a la que le dio su nombre. No se tiene constancia de que se hubieran casado”. Años después, cuando ganó en Frente Popular en 1936, se trasladó a Mequinenza y vivió allí hasta que entró el bando nacional en 1938. Intentó que se hiciesen dos cosechas al año de algunos productos, quiso racionalizar el nacimiento de las cabras y enseñó  a compartir los cultivos. Además, tocaba cuando caía el crepúsculo el violín y en el Muro, en el paseo que había a lo largo del Ebro, la gente se quedaba embobada escuchándolo y le aplaudía. Uno de los sindicatos le dio una mula para que saliera del pueblo y así lo hizo, con su hermana. Permaneció en Barcelona hasta enero de 1939.

Luego se trasladó hacia Francia y fue encerrado en el campo de concentración de Argelès. De allí salió con la ayuda de Magali Tartansson, la viuda de Pablo Gargallo, “que le daba de comer uno o dos días a la semana”. Residió en una residencia de creadores, luego fue protegido por un judío alemán, el artista y grabador Albert Mentzel. Vivió como pudo, radicalizó su música, que se aproximó un poco más a Schönberg, Debussy o Stravinski. Murió en la miseria. “Mi sueño sería que este ballet se montase en Zaragoza, en Barcelona, en Madrid”, dice Estruga.

En una grabación que se le hizo en Francia en la temporada 1949-1950, le preguntaron si era aragonés, y él contestó: “De Mequinenza, allí donde el Segre se junta con el Ebro”. (Aquí, José Soler posa en 1920 con su compañera Lily).

1 comentario

Mentzel P.E. -

Merci pour votre notice sur Soler Casabon.
Albert Mentzel (Flocon) était graveur, allemand d'origine, mais non juif.
Il était, au contraire, condamné à mort comme déserteur de l'armée nazi.