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Antón Castro

LOS RETRATOS DE STEVE GIBSON / Y 2

LOS RETRATOS DE STEVE GIBSON / Y 2

STEVE GIBSON: ENCRUCIJADAS MODERNAS

 

Por Alfonso NASARRE DE LETOSA

 

 

La historia de la Modernidad empieza en una ciudad, en cualquier ciudad. En ella, hace unos ciento cincuenta años, poetas y filósofos cambiaron el mundo del arte al incluir lo extraño y lo cotidiano. Paseando por esa ciudad, descubrieron un nuevo infierno: el del Otro.

Steve Gibson es el guía que nos conduce a través de este infierno de esculturas para que contemplemos a los condenados a la cotidianeidad, esos Otros que también tienen una historia que contar, hecha de nimiedades y pequeñas tragedias, que a veces no saben cómo comunicar y que no sabemos –no queremos- comprender.

A esos seres -gente de barrio de alma reciclada- con los que nos cruzamos cada día en la calle, nuestra mirada no los individualiza, porque no los vemos; un día, de repente, cobran vida: nos miran. Su mirada (perdida, concentrada en su propio abismo, inquisidora, arrogante, airada) revela una profundidad que parece ajena a su comportamiento o su aspecto. Y nos intrigan, y esperamos verlos de nuevo al día siguiente, en el bar, en la tienda, en el consultorio, en el parque. Y, sin que nuestra voluntad lo quiera, vamos tejiendo una red obsesiva en torno a ellos y a nuestra mente. Hasta que pasan a formar parte de los recuerdos y sensaciones que para nosotros forman una ciudad.

Y, como el Poeta, podemos interrogarlos, observar cada uno de los restos del naufragio que son esas vidas anodinas, pero tan literarias y tan llenas de arte en el fondo.

Porque son –como todos lo somos- personajes de una novela no escrita, naipes de un tarot que Gibson propone que mezclemos para encontrar, en cada tirada, significados nuevos surgidos de la conjunción aleatoria de tales figuras. Cada una de ellas encuentra un lugar en cada mirada, y en cada lugar encuentra su sentido y su destino. Nosotros no somos sino el ojo que dará vida a las múltiples personas; con ellas, a sus historias; y con ellas, a esta ciudad gibsoniana –cualquier ciudad-. Como una colmena, un nuevo Manhattan Transfer: el núcleo de la mejor parte de la Modernidad.

 

 

*El escultor Steve Gibson, que posee un talento especial de retratista de caracteres y actitudes, me envía los textos de su catálogo de la muestra: el de Rafael Ordóñez Fernández, más denso de contenido, de intuiciones y de estructura sintáctica, un texto que aspira a totalizar el mundo de Gibson, y este. Cuelgo aquí el más breve, el de Alfonso Nasarre de Letosa, que es una pieza sencilla que permite acercarnos a la obra del artista. El retrato es de Manuel Pérez-Lizano. Entresaco este fragmento de Rafael Ordóñez, que describe así la pieza: “y en la facundia contumaz y brava y la perseverante humanidad corpórea y las vindicaciones de Manuel (que nunca espera nada, salvo lo imprescindible para sobrevivir sin altibajos)”.

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