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Antón Castro

JAVIER RIOYO ESCRIBE DE LOPE

Javier Rioyo, periodista, realizador de cine y cronista sentimental de casi todo, acaba de publicar en su blog una nota sobre la película 'Lope'. No se puede decir que sea una nota entusiasta: es entusiasta sobre el mito de Lope de Vega. Copio aquí su texto, tan rico como siempre en exaltación de la vitalidad, de la alegría y de las paradojas constantes del vivir.

 

FUGARSE CON LOPE

 

 

Pilar López de Ayala y 'Lope', Alberto Ammann.

Por Javier RIOYO

Tomado de  http://www.elboomeran.com/blog-post/8/9573/javier-rioyo

 

Acabo de ver la película ‘Lope’, lo mejor -además de la mayoría de los actores y de devolverte los motivos para enamorarte otra vez de Pilar López de Ayala, sin olvidar pasiones por Leonor Waitling- es el deseo de volver a sus poemas. De saber más de su vida. No cito algunas de sus obras teatrales porque las más conocidas se siguen representando. Es posible que nos falten algunas sorpresas, algunas susceptibles de ser tocadas, y retocadas. Ahora se llama adaptación y ya era un uso común en los tiempos teatrales de Lope. No  es poco que una película nos lleve a un tiempo, a una vida, a un autor y que lo haga sin haber producido sonrojo. No demasiado entusiasmo, eso tampoco. Y no entraré en discusiones menores contra opiniones nimias, para eso no nos desplazamos ni a este bar.

También en la película se habla de fugas. Y se viven fugas. Hermosas fugas, aunque resulten frustradas. Fugas que están bien mientras duran. Y, naturalmente, en una película sobre Lope no se podría dejar de hablar de "amores adúlteros". Enamoradizo, seductor, tramposo, interesado y sincero. Amores que no cesaron ni con su decisión de hacerse sacerdote. Con fervor religioso promete abandonar su libertina vida, pero cuando está diciendo misa en un convento, se fuga a otro lugar para seguir sus amores con Marta Nevares. Como muy bien dijo Cervantes "un monstruo de la naturaleza", un hombre en perpetuo estado de pasiones, de fugas al que sólo la muerte consiguió poner freno.

Alberto Ammann, el joven Lope de Vega.

Un hombre excepcional, una vida que no cabe en varias biografías. Y desde luego que poco, muy poco, se parece a la amable imagen de ese joven apasionado y genial de una película. Un autor que escribió demasiado. Sus muchos líos, hijos, mujeres, juicios, destierros y deudas no permitieron que trabajara de forma más profunda lo que hizo con genialidad en extensión. Gozó de popularidad y de dinero pero tuvo que escribir sin parar, deprisa y por la cantidad que le dieran. No tenía agente que le pusiera en el mercado a pesar de que fue el más popular y famoso de su tiempo. Nunca tuvo un mecenas y bien que se lamentó. Un lamento en verso:

 

"Hubiera sido yo de algún provecho

si tuviera Mecenas mi fortuna;

mas fue tan importuna

que gobernó mi pluma a mi despecho..."

 

Alberto Ammann y Leonor Watling: amor a la intemperie.

Hoy hubiera sido el rey del blog, el de todos los premios, el más leído en Internet y el más famoso en las fiestas de sociedad. Pero, como a Miguel, no le hubieran dado el Cervantes. Ni siquiera el Nóbel... bueno, el Nóbel sí tiene alguna tradición de golfemia.

Me hubiera gustado ser su amigo. Y a mis amigas les recomiendo que tengan amantes como él. Poco que ver con la película.

 

"...Mas si del tiempo que perdí me ofendo,

tal prisa me daré que en un hora amando

venza los años que pasé fingiendo".

 

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