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Antón Castro

GUILLERMO BUSUTIL HABLA DEL CUENTO Y DE 'VIDAS PROMETIDAS'

Guillermo Busutil (Granada, 1961) es un escritor de libros de cuentos perfectamente unitarios de tono, de tema, de atmósfera, de aliento simbólico. Hace unos días, en compañía del escritor Félix Romeo, presentaba en Los Portadores de Sueños un nuevo volumen: ’Vidas prometidas (Tropo. Zaragoza, 2011), que consta de trece relatos largos y de otros quince, «que funcionan como anuncios publicitarios y a la vez como microrrelatos».


¿A qué se debe esta pasión, casi obsesión, por el cuento?

Nace de mis propios orígenes de escritor: por una parte, como autor nacido en los 60, fue muy importante para nosotros la narrativa latinoamericana del ’boom’, y ahí había muchos cuentistas: Borges, Cortázar, Bioy, Felisberto Hernández, que es anterior y mi favorito, Juan Rulfo. Y por otra parte, están mis raíces rurales.


Explíquese.

Yo nací en Granada, y me crié en el Albaicín y en el pueblo de Víznar, conocido porque en su barranco dicen que fue fusilado García Lorca. Allí, se contaban muchas historias y cuentos: de miedo, de lobos, de ahorcados, de aparecidos tras la tormenta o la lluvia. Mi abuelo tenía un molino de aceite en las afueras del pueblo y allí, probablemente, estuvo Lorca antes de ser asesinado.


Con esos mimbres, tenía que ser escritor. ¿No?


Empecé a escribir desde muy joven. A los ocho años ya escribía relatos, pequeñas novelas del oeste: hacía un ejemplar único y lo vendía en el colegio por diez o quince pesetas. Los compañeros lo compraban a escote.


Eso lo cuenta en el primer cuento, ‘Estrella sin ley’. Ese joven, fascinado con las películas del Oeste, con Giuliano Gemma y con un joven en moto, en una Bultaco, es usted.


Esencialmente soy yo. Y en el cuento -sobre la amistad, el amor, la complicidad y los sueños-, también se rinde otro homenaje al cine y a sus héroes: el joven que se marcha después de haber dado un escarmiento a los malos se parece un poco al Alan Ladd de ’Raíces profundas’.


¿Le marcó el más que probable hecho de que García Lorca estuviese en el molino de su abuelo?


En cierto modo. A los 14 años, cuando llegó el verano, yo iba corriendo al pueblo a encalar la casa con el secreto afán de encontrar un poema inédito, algo de Lorca. Lo que fuera. Y con quince años también me apunté a los trabajos en el río para encontrar vestigios de la Guerra Civil: encontramos un máuser, casquillos de bala... Hay otro cuento autobiográfico en el libro.


¿Cuál? ¿’La siesta de Odiseo’ quizá? ¿La historia del abuelo que le leía las aventuras de Ulises y de Moby Dick a su nieto?

Ese relato es esencialmente real. Yo debía ser un poco bala: había matado dos gallinas y mi abuela me ataba a la pata de la mesa. Una vez, cuando vino un circo, me escapé y me extravié dos horas entre las jaulas de los tigres y los leones, hasta que una trapecista dio conmigo. Mi abuelo me leía después de comer y hasta que bajaba el sol libros extraordinarios: primero viajaba conmigo por el diccionario y luego él me leía a Homero, a Melville y su ’Moby Dick’, a Stevenson y ’La isla del tesoro’. Ahí digo que «el aburrimiento es el pecado más grave».


¿Cuál es el espíritu de sus libros?

Redacto libros de cuentos con una poética común. Y aquí la poética específica es la de las promesas que nos ofrece la vida. También me gusta usar una mirada directa y sensible sobre la compleja realidad contemporánea, y hablo de los hechos infinitos de la realidad, de sus matices. Creo que todo eso se percibe en un libro variado, donde habla de la figura del escritor, de la maestra a la que sorprende el destino, de los secretos de una familia, de la política.

Por cierto llaman la atención dos cosas más: el estilo...

La mía es una prosa contaminada por la poesía, delicada y meticulosa. Mis cuentos tienen sorpresas pero no golpes de efecto. Y a mí me gusta cuidar el lenguaje: la patria del escritor es el lenguaje, que es un protagonista más, y en el fondo un escritor es un ladrón de voces y de vidas humanas que busca el mejor lenguaje.


¿Por qué hay personajes que se apellidan Proust, Gide, Poe?

Me gusta mucho crear personajes, darles una psicología. Los nombres son importantes. Pero, además, este es un libro de homenajes, a los autores que ha citado, pero también a James Joyce.

Guillermo Busutil, en una foto de Kgbpeople. Abajo, la portada de Óscar Sanmartín Vargas, y dos fotos más: una de Giuliano Gemma y otra de Alan Ladd, con el niño, en ’Raíces profundas’. Una de las películas favoritas de Busutil, también mías y de mucha gente. 

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