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Antón Castro

HA MUERTO CRISTINA GIL IMAZ

HA MUERTO CRISTINA GIL IMAZ

[Esta madrugada fallecía Cristina Gil Imaz, artista, diseñadora gráfica y de joyas, grabadora y estudiosa del grabado y directora del Museo Pablo Gargallo desde hace más de veinte años. Recupero aquí una entrevista que le hice en 2003.]

-“El Museo Pablo Gargallo es el mejor de Aragón. Se hizo con mucho criterio y fue un gran acierto”

-“Las obras del escultor despiertan sensaciones a flor de piel; no hieren, acarician y transmiten paz y serenidad”

-“Me fascina el grabado porque requiere esfuerzo, concentración. A mí me compensa”

-“El artista tradicional está a punto de desaparecer”

Arte Cristina Gil Imaz (Tudela, Navarra, 1957) es la directora del Museo Pablo Gargallo desde hace catorce años, pero además es una de las grandes investigadores del grabado, la disciplina de sus creaciones artísticas. Aquí hace un repaso de su obra y de algunos proyectos museísticos

 

Lleva catorce años en la dirección del Museo Pablo Gargallo. ¿Cuál es el balance que hace de todo este tiempo?

El Museo es una maravilla y ser su directora me hace muy feliz. No se pueden imaginar los zaragozanos los piropos que reciben por ese espacio. Nos visitan alrededor de 40.000 personas al año y lo más importante de él son las obras del escultor: contiene la mayor colección de piezas de Gargallo reunida en un único espacio en el mundo.

Mucha gente dice que es el mejor museo de Aragón...

Yo creo que es el mejor. Se hizo con mucho criterio. Quien vio que había que hacer un Museo Pablo Gargallo tuvo un gran acierto. Y aquí hay que elogiar a Ramón Sáinz de Varanda y agradecérselo, a él y a Pierrette Gargallo, claro. Contamos con 150 obras originales, entre máscaras, dibujos, cartones y esculturas, que son copias, algo habitual en la escultura. Piezas únicas tenemos más de un centenar. Ya sabe que en 2003 incrementamos el legado, gracias a la donación de 26 piezas de Pierrette y Samca.

Explíquenos cómo ve usted la trayectoria de Pablo Gargallo (Maella, 1888-Reus, 1934).

Aparte de su valor indiscutible como gran creador, creo que Pablo Gargallo transmite serenidad. Su obra me sugiere paz, sosiego, serenidad, y creo que eso es lo que percibe la gente. Es una producción sin sobresaltos, que no sorprende por la agresividad. Ahora estamos en esa época en que las cosas destacan por lo grotesco, y Gargallo es todo lo contrario. No está al límite: sus obras despiertan sensaciones a flor de piel, son piezas que no hieren: acarician. Gargallo está al límite, sí, en lo creativo, en ese diálogo de lo vacío y lo lleno, que para mí no es lo más importante, sino esa serenidad que emana.

Usted parece una directora sigilosa, oculta, casi inadvertida. ¿A qué se debe eso?

Yo creo que el verdadero valor está en saber administrar esos bienes, ese edificio, el centro de documentación, las personas, el eco de la obra. No se trata de hacer ruido. Esta ha sido la etapa de la consolidación del museo. No tengo que ser protagonista de nada, y a mí me parece que la obra está en muy buenas condiciones. La importancia de Gargallo crece día a día: el próximo mes de febrero se inaugurará en el IVAM una muestra del artista, para la cual hemos cedido una veintena de obras, y estamos a punto de publicar la tercera edición, corregida y aumentada, del catálogo del Museo Pablo Gargallo, del cual es autor Rafael Ordóñez Fernández.

Por cierto, ¿no le parece que se debería recuperar el premio de escultura Pablo Gargallo?

Desde luego. Es lo primero que propongo año tras año desde que se eliminó. Estoy convencida de que, antes o después, se recuperará. Este año parece que en efecto no hay presupuesto.

¿Resulta incómodo eso de compaginar la dirección de un museo con la faceta de artista y a la vez de investigadora de arte?

En absoluto. Me enriquece muchísimo en varias direcciones. Gracias a Pablo Gargallo he conocido a muchísima gente interesante, José Luis Aranguren, por poner un ejemplo, me dejó una huella importante. En el Museo no es la directora quien programa las exposiciones temporales y eso a veces limita la comunicación del Museo con los artistas, y la comunicación es imprescindible en el mundo del arte, pero aquí me siento muy feliz y con mucha proyección, ya le digo. Y si además se programa bien... Ser directora no me crea ningún inconveniente; al contrario, me permite conocer a muchos artistas y sus obras.

En su faceta de investigadora y de artista, usted ha apostado por el grabado. ¿Por qué?

He realizado más de 300 piezas, distribuidas en numerosas series. Soy licenciada en Letras, y a la vez me he especializado en Diseño Industrial, decoración y construcción. Desde muy joven, lo digo sin presunción, he tenido habilidad en las manos y el grabado es un trabajo eminentemente manual, de barnices, de línea, de tintas. Y por otra parte, está mi curiosidad por la gente, por el mundo del artista. Siento una enorme atracción por el creador que está detrás de la obra. Y eso me ha llevado a estudiar a Maite Ubide...

Y a Manuel Lahoz, Mariano Rubio, Borja de Pedro, Natalio Bayo, Cañada, Fernández Molina...

Estudiando a los demás, aprendes mucho. Y no sólo de técnicas. A Maite Ubide la aprecio muchísimo porque es mi maestra y la mujer que también me enseñó a aprender sola. Manuel Lahoz es nuestro mejor grabador después de Goya. Es muy aragonés: llevaba la tierra en el fondo del alma. Fue un bohemio total que realizó primorosamente muchos asuntos de carácter específicamente aragonés con maestría y grabó los “Sueños” de Quevedo. Mariano Rubio representa la obra siempre renovada, siempre está buscando. Natalio Bayo como grabador es tan bueno como dibujante.

¿Y Fernández Molina, que acaba de publicar sus memorias?

Me encanta su obra gráfica. En sus grabados veo su persona y me gusta, es de lo más nuevo, de lo más joven, de lo más audaz. Me gustaría estudiar la obra gráfica de Broto, de Barceló o de Anselm Kiefer. En grabado es muy importante desarrollar la creatividad y, sobre todo, resulta básico pensar los proyectos antes de su ejecución y “pensar” en grabado.

¿Y usted? Hablemos de Cristina Gil Imaz artista...

En grabado los temas no son lo más importante. Lo importante es la técnica. Por ejemplo, yo suelo emplear el aguafuerte y el aguatinta para la figuración o abstracciones muy poéticas; el linóleo y el linograbado me permiten expresar mi mundo más personal, mi privacidad. Mi pasión por las casas, el mundo interior de las casas, o proyectos como “Las ciudades imaginarias”. Pero también uso técnicas aditivas, el azúcar (que es una técnica de tinta china y azúcar), la manera negra, que te permite sacar la luz. A mí me fascina el grabado porque requiere esfuerzo, concentración, y todo lo que significa esfuerzo conduce a un resultado meditado y, por lo regular, al menos a mí, muy positivo. Me compensa.

Además de la serie “Las ciudades imaginarias”, ha hecho “El Apocalipsis”, “El cantar de los cantares”...

“El Apocalipsis” es una colección de unas 30 piezas: 20 con técnicas aditivas, y diez con aguafuerte y aguatinta sobre animales híbridos o fantásticos. En “Astros” hice una serie de abstracciones en la que buscaba ritmos muy diferentes, a partir del círculo como elemento unitario. También homenajeé a Rabelais en las obras de “Gargantúa y Pantagruel”. En “Naturalmente” realicé vegetaciones, ramas y hojas mediante superposición de técnicas y planchas. Y en Zeus hace apenas un mes presenté una obra muy libre, casi como cuadernos de bocetos para posteriores grabados, inspirados en “El cantar de los cantares”. No sé cuales son mis constantes o mis mensajes: cada día supone el reto de hacer una nueva obra y superarte.

También hace diseño gráfico...

Sí: decoración interior de casas, escaparatismo, diseño de folletos. El diseño industrial atraviesa un gran momento en Aragón.

¿Y qué ocurre con el arte?

Atraviesa un momento de gran confusión. El arte tradicional -la pintura, la foto o el grabado- parece que va a desaparecer; no lo harán sus obras que pasan a formar parte de nuestro patrimonio.

Ha dicho que parece que van a desaparecer. ¿No lo tiene claro?

El artista tradicional va a desaparecer, está a punto de hacerlo, ante el empuje de las nuevas técnicas que permiten obtener imágenes más rápidas, ante el arte digital. La crisis que vivimos obedece a que estamos en ese momento en que intentamos amoldarnos a la nueva imagen y se produce un vacío. Intento espabilarme, ya trabajo con el ordenador.

 

 

2 comentarios

ROSARIO JIMENEZ -

Demasiado pronto para desaparecer, perdurará en nuestra memoria.

Miguel Zarzuela -

Un fuerte abrazo para Cristina; y gracias, Antón, por recordarla.