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Antón Castro

IRENE VALLEJO EN LA GUERRA CIVIL

IRENE VALLEJO EN LA GUERRA CIVIL

 

Zaragoza: aquel verano de 1936

 

Irene Vallejo Moreu publica su primera novela: ‘La luz sepultada’ (Paréntesis), la historia de los Valbuena y la joven Valentina, cuya adolescencia se ve asaltada bruscamente por el odio de la Guerra Civil

 

Irene Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979) es asidua en estas páginas por sus artículos sobre los clásicos griegos y latinos, artículos que recogió en el volumen ‘El pasado que te espera’ (Anorak, 2010. Prólogo de Julio José Ordovás). Es experta en la obra de Marcial, a quien ha dedicado un extenso estudio, y parecía que donde se sentía cómoda era hablando de Ovidio, de Julio César, de Virgilio o de Cicerón. Sin embargo, hace algún tiempo emprendió la redacción de una novela sobre el verano del 36 en Zaragoza; el libro acaba de aparecer en Sevilla, en el sello Paréntesis, bajo el título de ‘La luz sepultada’.

La novela empieza en 1936 en una época de incertidumbre. En el ambiente se olisquea la catástrofe. En las familias se habla de la tensión, de la crispación reinante, de la España fracturada, de las ideologías enfrentadas, del fracaso de la II República. Más que convecinos y hermanos, los españoles parecen enemigos signados por un odio atroz. Todo el mundo parece tener cuentas que resolver con alguien. Y así descubrimos a los Valbuena, compuestos por el padre, Eduardo, un apacible funcionario de correos adscrito a la izquierda, la madre Aurora, que parece en otro mundo o inmersa en sus propios pensamientos, más abstraída, y Valentina, que tiene alrededor de dieciséis años y que intenta conocerse mejor a sí misma y el entorno que la rodea.

Valentina es una muchacha activa e inquieta, cómplice de su padre, buena lectora, que toca el piano sin demasiado afán. Sabemos que hace un par de años le mandó una postal a Manuel Azaña.  Poco a poco, día tras día, el país empieza a precipitarse hacia el abismo: las amenazas llegan de todas partes. De los militares, de África, de sectores de la sociedad civil, de los que han perdido las elecciones, de las medias verdades, de la desconfianza hacia la II República. Estalla el 18 de julio de 1936, y Zaragoza queda bajo el influjo de los insurgentes o de los nacionales. Ese mismo día, Valentina y su mejor amiga, Emilia, han ido a ver al cine: ‘Historia de dos ciudades’; cuando salen, como si salieran al país del odio y del desconcierto, la atmósfera será de pesadilla.

Y de eso habla esta novela: de la nueva atmósfera, del miedo, sobre todo del miedo, del futuro incierto. Empiezan las delaciones, las persecuciones, las detenciones y las ejecuciones, sin apenas procesos. La familia Valbuena, a pesar de los esfuerzos del abuelo y de los contactos que tienen con los golpistas, serán también víctimas de la nueva situación. En ese instante, la tragedia es unánime. El libro de Irene Vallejo, además de hablar del horror (también glosa el bombardeo sobre el Pilar, la aparición de nuevos periódicos y el nuevo estado de cosas), también habla de una joven que crece demasiado deprisa en medio del espanto. Su adolescencia ha sido asaltada bruscamente. Y esos cuatro o cinco meses le van a marcar su existencia.

Irene Vallejo sostiene que este mundo que narra, con un estilo poético casi siempre, tiene mucho que ver con el mundo de los clásicos latinos y griegos. El análisis del pasado es un buen pretexto para entender el presente y una lección para el futuro, y si queremos saber lo que somos y quienes somos hay que mirar atrás: hacia nuestros antepasados inmediatos.

En ‘La luz sepultada’ se cruzan varias historias familiares, cosas que ha leído, cosas que le han contado y una documentación bien manejada en una narración medida que explora la sinrazón, el pánico y la perplejidad. ¿Quién vendrá, por qué y por dónde? ¿Por qué detienen a su padre? ¿Por qué salen a la calle los perros negros del rencor? ¿Por qué golpean arbitrariamente a la puerta de su casa los hombres oscuros? La luz ha sido enterrada: la luz del conocimiento, la alegría de crecer, el territorio de la libertad que se construía, día a día con contradicciones y con las certezas de la democracia.

 

La luz sepultada. Irene Vallejo. Paréntesis. Alcalá de Guadaira, Sevilla, 2011. 264 páginas.

2 comentarios

pedro -

f

Antonio Serrano Cueto -

Mi enhorabuena a Irene. Esto demuestra una vez más a los latinistas que no solo de latín viven el hombre y la mujer. Me haré con la novela y la leeré con interés. Un abrazo, Antón.