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Antón Castro

JESSICA LANGE, FOTÓGRAFA

UNA HISTORIA DE AMOR Y FOTOGRAFÍA

 

[La gran actriz Jessica Lange vivió siete años con el asturiano Paco Grande, hijo de Grande Covián, que integra la comunidad de fotógrafos ciegos del mundo y reside en Cuzco, y ahora expone sus fotos por el mundo. Ahora su trabajo sobre México llega a la Casa de las Américas.]

 

 La vida, como la fotografía, es la escritura del azar y de la luz. Parece que alguien la escriba a ciegas. La estancia de Jessica Lange en Avilés, en el Centro Niemayer, permitió rescatar una de esas historias tremendamente humanas y llenas de ramificaciones. Lange, la actriz que enamoró a ‘King Kong’ y que intervino en películas como ‘Tootsie’, ‘Frances’ o ‘El cartero siempre llama dos veces’, entre otras, se ha convertido en fotógrafa: lleva casi una veintena de años captando lo que ve con una poética muy personal: trabaja en blanco y negro con la máxima de “mirar sin ser vista”, de estar ahí, ante una escena o ante un grupo de gente, sin perturbar a nadie. Huye del efectismo, de los grandes temas: capta detalles, sombras, masas, instantáneas llenas de misterio y de humanidad. México ha sido hasta ahora el país que más le ha atrapado. Todo empezó el día en que su compañero Sam Shepard, al regresar de un viaje, le regaló una cámara Leica.

Jessica Lange llegó tarde a la fotografía, y en realidad podría haber llegado mucho antes: a través de su primer marido, el fotógrafo, viajero y operador de cine Paco Grande, hijo del doctor Francisco Grande Covián. Nacido en Colunga en 1943, pronto se marcharía a Minnesotta, donde creció, donde estudió y donde se hizo profesor, fotógrafo y observador del mundo. Paco Grande, según confesó en varias ocasiones, conservaba una imagen muy cariñosa de su padre: era un hombre formado en el ámbito de la Residencia de Estudiantes y de la II República, de espíritu socarrón, que siempre le aconsejaba que no perdiera el tiempo: que leyera, que hiciera fotografía, que viera cine, que saliera con chicas... Grande ha evocado una hermosa imagen de su progenitor: iba a buscarlo hacia las seis al colegio. Ya era de noche y un espeso manto de nieve se extendía por las calles bajo un cielo nítido. Algunos años más tarde, Paco Grande ingresó como profesor en la Universidad de Minnesotta y allí conoció a una joven, Jessica Lange, que estudiaba Historia del Arte. Sería su tutor escasos meses: poco después los dos, enamorados y aventureros, se irían a recorrer mundo. Antes de llegar a España, vendrían a menudo y residirían muchos meses en Barcelona, estarían Nueva York. No se sabe con exactitud si fue entonces o más tarde, tal como han escritor Julio Villanueva Chang o Mario Bellatin, muy interesados en la figura de Paco Grande, cuando Grande hacía sus fotos y se acompañaba de una joven que hacía de mimo: era la futura actriz.

Cuando expuso en Avilés una selección de 50 de sus instantáneas, Jessica Lange recordó a su marido español con mucho cariño. Y recordó sus viajes, las historias que le habían contado de la Guerra Civil. En cierto modo, recuperaba un montón de sensaciones perdidas, pero aún vívidas en su imaginación. Y recordó también una paradoja: Paco Grande ya era fotógrafo, fotógrafo de viajes, sobre todo, aunque también le haría muchos retratos a ella y a Andy Warhol, y juntos estuvieron en el mayo francés, donde coincidieron con creadores como Danny Lyon, Robert Frank y otros. Lange decía que los grandes maestros de la fotografía estaban muy presentes en sus vidas de entonces, aunque ella no mostraba demasiado interés por la fotografía: el artista era Paco Grande, que usaba una Leica M2, una Nikon F3 y una Hasselblad. Realizaron diversas expediciones, iban de aquí para allá, regresarían a Estados Unidos, pero Jessica veía la fotografía como algo accidental. Uno de los viajes más importantes de entonces lo hicieron a Setenil de las Bodegas con Danny Seymour para grabar un documental sobre el flamenco; Paco Grande hizo de operador de cámara. La película se había perdido y se recuperó casi treinta años después, y fue digitalizada y remasterizada.

Jessica Lange y Paco Grande se casaron en 1970 y se separaron definitivamente cuando ella rodó ‘King Kong’, en 1975, algunas fuentes dicen que fue durante las giras de presentación de la película. Se divorciaron en 1981, el año en que se estrenó ‘El cartero siempre llama dos veces’, la película de Bob Rafelson que convirtió a la actriz en un auténtico sex simbol. La escena sexual en la mesa de la cocina con Jack Nicholson forma parte de los instantes más tórridos del cine de los últimos tiempos. Paco Grande siguió haciendo fotos, pero con una incidencia muy peculiar: se fue quedando ciego. Perdió por completo la vista del ojo derecho y conservó muy poca visión en el izquierdo. Tras viajar por Tailandia y otros lugares de la tierra, se instaló en Cuzco donde sigue haciendo fotos e integra esa gran comunidad de fotógrafos ciegos, que capitanean, por decirlo de algún modo, Evgen Bavcar, Toun Ishii, Flo Fox. El escritor Rodrigo Rey Rosa dice que le debe a Paco Grandes –que tuvo por compañero al perro labrador Basil- la lectura de su gran amigo Paul Bowles, el autor de ‘El cielo protector’, y lo define como el dueño de una “obra fotográfica importante”. El periodista Julio Villanueva Chang lo retrata así: “Paco Grande es un fotógrafo ciego, un artista de la visión con retinitis pigmentaria, esa enfermedad hereditaria y degenerativa de la vista que padecen más de tres millones de personas en el mundo”. Ahora, por desgracia, no podrá ver las fotos de su ex esposa Jessica Lange, cuya estética no está muy lejos de la suya: “No busco ni lo espectacular ni el esteticismo; al contrario, encuentro la belleza en la sencillez, en la banalidad de una escena, en una luz, en una mirada, en la pobreza, en la desnudez, en la humanidad”.

 

[Jessica Lange acaba de inaugurar una exposición de sus fotos mexicanas en la Casa de América. Y ha conversado hace poco con Montse Domínguez en ‘A vivir que son dos días’ en la cadena Ser. Este artículo apareció hace algunas semanas en ‘Heraldo de Aragón’.]

 

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