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Antón Castro

DAVID TRUEBA EN ESTADO DE GRACIA

 

David Trueba siempre me ha parecido algo más que un cineasta o un escritor, algo más que un guionista o un estupendo articulista: es alguien que tiene una mirada singular, una forma de ver el mundo muy libre. Alguien que piensa y siente sin complejos, hasta el fondo, hasta quemarse allá donde hierven las contradicciones. Siempre se ha definido como un joven viejo, alguien que aprendía de Julio Alejandro, de Rafael Azcona, de su hermano Fernando, de García Sánchez. Ahora es un hombre en plenitud que se reconoce en los jóvenes.

Acaba de estrenarse su película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, una pieza rebosante de sensibilidad, de ingenio, chispeante y contenida a la vez, una exaltación de la vida, del conocimiento, de la ternura y de esos viajes o de esas aventuras de las que uno no sale indemne. ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ es una película con embeleso. Como un oasis. La historia de un profesor de inglés que quiere conocer a John Lennon, que rueda en Almería, y en ese viaje cuenta con dos compañeros inesperados: una joven embarazada y un chico que acaba de irse de casa. Ambos están acosados por la incertidumbre y el miedo. Todo está bellamente administrado a lo largo de un guión medido, tocado aquí y allá de golpes de humor, de plasticidad, de una ternura inefable. Y especialmente de cine. Cine vital. Cine como la existencia. Cine donde hablan los guiños, el paisaje, los movimientos de cámara, los ojos, los suavísimos gestos, los objetos y los papeles y las pintadas de las paredes. Hacía tiempo que no me daba tanta pena que se terminara la película: no perdemos la sonrisa o la risa ni por un instante.

Es cine no tanto feliz como cine en pos de la felicidad. La película cuenta la España de entonces, cuenta los sueños de entonces, cuenta un método para aprender inglés, y habla de soledades, de melancolía, de complicidad constante con los de abajo, y habla del nacimiento del deseo, de la amistad. El reparto está maravilloso (Javier Cámara, Francesc Colomer, Natalia de Molina, Ramon Fontseré...), ese coche Seat 850 se transforma en un personaje más y a la vez la película habla de sentimientos, de emociones, de ese instante decisivo donde crecemos de súbito en apenas 48 horas. David Trueba siempre fue un cineasta seguro, audaz, más allá del éxito, y aquí rueda y cuenta en estado de gracia.

Intervienen dos 'actores' aragoneses en un cameo: Pepe Melero, que hace de locutor, al modo de José Luis Barcelona, e Ismael Grasa, que es aquí un 'Ginecólogo perverso' y todo un icono, de secundarios, de David Trueba.

1 comentario

ana a. -

Ganas de verla.