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Antón Castro

AURELIO VALLESPÍN: TORREÓN FORTEA

AURELIO VALLESPÍN: TORREÓN FORTEA

’TENSIONES’: LA PINTURA DE AURELIO VALLESPÍN

Aurelio Vallespín, profesor del Área de Expresión Gráfica Arquitectónica de la EINA, arquitecto, escritor y pintor muy minucioso, expone su Obra ’Tensiones’ en las salas del Torreón Fortea. Es una exposición muy personal realizada en parafina.]

 

Fragmento del texto del catálogo que le he escrito.

 

Cada pintor es un ámbito íntimo y una forma de silencio. Aurelio Vallespín es un pintor a contrapelo o sigiloso. Reflexiona, ensaya formas de plasticidad, se asoma al vértigo y dialoga, casi inadvertidamente, sin énfasis, con la obra de Mark Rothko, que quizá sea su referencia (hizo su tesis doctoral sobre el arte monocromo), con Lucio Fontana, con Piet Mondrian o con Yves Klein. En sus cuadros, y quizá más aún en su pensamiento artístico, halla buena compañía, afinidad, esos terrenos fronterizos donde la pintura es rotunda y suave a la vez, laberinto y espacio, infinito y precisión de la forma. Y, también, una aventura intelectual: en realidad, la sustancia teórica se abre hacia el latido más sensible, la entrega, el abandono. Aurelio Vallespín es arquitecto: le preocupan la pureza de la línea, la exactitud de los volúmenes, la consumación de los prismas y quizá la textura. Que a la larga, y más en su caso, también son preocupaciones de pintor.

Si se dice que Aurelio Vallespín es un pintor poético puede parecer un término equívoco. Es poético y sobrio, místico y exigente. Lo trabaja todo: lo mide, lo mima, deja al azar lo justo, aunque a veces el azar sea tan generoso con el arte y con los artistas en sus accidentes. En esta obra se percibe. Es exigente, riguroso, metódico, perfeccionista. Pinta con placer y esfuerzo, con la mano y el corazón, con la cabeza llena de intuiciones. Y eso es lo que le pide también a quien observa sus cuadros: de entrada, sí, hay un ámbito, una apariencia de mar o de cielo de atardecer, pero poco a poco, con paciencia, vemos muchas más cosas: un torbellino que se ha detenido. Notamos una invitación a quedarse ahí, extáticos, como si oyésemos el pájaro que adormece el tiempo con su cántico.



Torreón Fortea. Plaza de San Felipe. hasta el 16 de noviembre.

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