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Antón Castro

FÉLIX DE AZÚA: UNA ENTREVISTA

[Félix de Azúa acaba de ser elegido académico. En 2012 le entrevisté para ’Heraldo de Aragón’. Recupero la entrevista.]

 

 

ENTREVISTA FÉLIX DE AZÚA HABLA DE SUS LIBROS, DE TAUROMAQUIA, DEL LUGAR DE LA CULTURA Y DE SUS ARTÍCULOS

 

“Escribir es para mí el gozo supremo”

 

«He escrito todos los días de mi vida»

 

 

«He intentado ser lo más claro posible porque así me entiendo»

 

«El arte ha sido mi hermano, mi familia, mi patrimonio»

 

 

 

Antón Castro

 

Félix de Azúa (Barcelona, 1944) es escritor, traductor y catedrático de Estética. Ha escrito poesía, narrativa, ensayo y memorias. Uno de sus libros más conocidos es ’Autobiografía sin vida’ (Mondadori, 2010) y acaba de reeditar su famoso ’Diccionario de las artes’ (Debate, 2011).

 

Ha publicado poesía, ensayo, ha sido un novelista de culto, de los más vendidos en España en los años 80, se ha convertido en una referencia como pensador y columnista sobre la actualidad, ¿cómo se había imaginado su carrera?

 

La mía no es una carrera. Ese punto es básico porque muchos escritores, y cada vez más, enfocan su actividad como una carrera, y hacen muy bien, grandísimos escritores se han enfocado de esa manera, desde Scott Fitzgerald y Hemingway hasta el mismo Dostoyevski escribía para vivir. Y en la actualidad, pues Mario Vargas Llosa o Eduardo Mendoza se conciben a sí mismos como escritores de carrera. Ahora es casi petulante decir que lo respeto, me parece extraordinario. Pero no es mi caso.

 

¿Cuál es su caso?

 

En mi caso la escritura ha sido siempre un componente casi psicótico, como en otros personajes pueda ser el alcohol, el juego o los caballos en el caso de Savater. Desde muy niño he estado escribiendo y no creo que haya habido un solo día de mi vida que no haya escrito. Creo que he escrito todos los días de mi vida en las circunstancias en las que estuviera, siempre había un momento en el que escribía, aunque fuera una nota, una página, un trozo de papel. En mi caso es puramente compulsivo. Es decir, me da igual lo que escriba y, en cierto modo, si tuviera que hablar de una manera académica, yo procuro que todo lo que escriba sea literatura, incluidos los artículos más superficiales del periódico más inverosímil. Los artículos de periódico, y me riñen muchísimo los jefes, tardo 15 o 20 días en escribirlos, porque lo hago absolutamente en serio. Si me dicen que haga una cosa de hoy para tres días, no puedo. Nunca he podido hacerlo.

 

¿Y si se muere mañana, por ejemplo, su amigo Juan Goytisolo…?

 

No creo que pudiera tampoco. Y mucho más si es un caso como el que me dices, que son gente que conozco y aprecio desde hace muchísimos años, me resultaría enormemente difícil. Hombre, si me dijeran necesitamos un artículo sobre las corridas de toros para mañana, lo haría precisamente porque es trivial.

 

¿Le gustan los toros? ¿Qué opina de la fiesta nacional?

 

Sí. Vamos a ver: no es que me gusten, yo no voy a los toros, he estado tres o cuatro veces en corridas en toda mi vida, pero los toros en sí me parecen una de las construcciones artísticas más grandes que yo conozco de la cultura europea. Entiendo perfectamente a la gente a la que no le gustan. Incluso entiendo perfectamente a los animalistas que sufren mucho porque los toros sufren. Entiendo que les pase eso, sin embargo no es mi caso. No solo no sufro por el toro, sino que tampoco sufro por las vacas que me como, no sufro por los animales. Tampoco sufro por las focas muertas en esos reportajes espantosos en los que salen mares de sangre y focas muertas.

 

Estaba diciendo que trata de que todo lo que escribe sea literatura y, por ejemplo, actualiza su blog solo cada quince días…

 

Claro. Yo desde muy pequeño, desde que terminé los estudios, he estado trabajando, bueno, al principio en editoriales, pero enseguida ya en la universidad. He estado toda la vida dando clases, esa ha sido mi manera de vivir y, además, muy vocacional. Me he divertido mucho y me ha interesado mucho intercambiar opiniones con los chavales. Eso me daba mucha libertad y he podido dedicarme realmente a lo que más me interesa, que es eso, para escribir un artículo de tres folios, tener quince días. Eso para mí era esencial.

 

¿Por qué? ¿Por qué es muy perfeccionista, por qué necesita muchas fuentes…?

 

Padezco el perfeccionismo más brutal que te puedas imaginar. Para un artículo de tres folios escribo una primera versión rápida y la puedo corregir, no te exagero, quince, veinte, treinta veces. O más. La dejo y al cabo de tres o cuatro días la vuelvo a coger y todavía le hago un par o tres de correcciones.

 

¿Tiene un lector especial?

 

Mi mujer. Mi mujer, pobrecita, se lo lee todo absolutamente. Tengo la suerte de que es también muy perfeccionista y siempre me encuentra errores.

 

¿De qué tipo?

 

Tengo una memoria horrenda, no recuerdo una sola fecha, confundo los nombres constantemente, soy capaz de decir, por ejemplo, «cuando Cervantes pintó el cuadro de las lanzas», y no me doy cuenta, lo corrijo treinta veces y no me doy cuenta. Soy despistado, mucho. Bueno, no es despiste, realmente. No tengo ninguna memoria, soy disléxico. Cometo cantidad de errores debido a que se me cruzan Cervantes con Velázquez y los confundo. En la actualidad, mi editor, en el sentido inglés, es un genio, es un tipo que se llama Andreu Jaume [editor de Lumen], que es un especialista en Barroco inglés, es un tipo que sabe muchísimo, ha editado, por ejemplo, la crítica literaria de Eliot. Es un súper clase. Y claro, con esa perspicacia me dice «¿estás seguro de que cuando dices ’El grito’ de Klimt no estarás diciendo ’El grito’ de Munch?».

 

Háblenos de su poesía, que empezó con la corriente de los Novísimos, llena de mitos. ¿Cómo ve su poesía mirando hacia atrás?

 

Este virar de un género a otro en realidad tiene un sentido bastante coherente. La poesía siempre es el comienzo, evidentemente, primero por ingenuidad, porque crees que es posible escribir poesía y, bueno, puede salir mejor o peor, pero no importa. La poesía es un juego a vida o muerte: si verdaderamente no alcanzas el nivel que te has propuesto, es inmoral continuar. Yo empecé a escribir poesía muy jovencito, y cuando yo me hice ya mayor y me metí a estudiar filosofía, de hecho toda mi carrera ha sido la filosofía, cuando me di cuenta de lo que era la poesía en serio, me dio vergüenza seguir escribiendo poesía de esa manera.

 

¿Qué quiere decir?

 

La poesía, tal y como yo la concebía, la poesía realmente importante cuesta una vida, es una vida y, en cierto modo, es incompatible con todo lo demás. Tú puedes trabajar en un banco, como Eliot, puedes ser bibliotecario, como Larkin, pero eso es un disfraz social: detrás hay un hombre arrasado. Tanto Eliot como Larkin son personas inexistentes. Lo mismo si hubiera más poetas y los miráramos. Pueden simular una actividad, pero es una simulación. Son personajes arrasados, con unas vidas arrasadas.

 

¿Dejó la poesía porque no conseguía el nivel que usted deseaba?

 

El nivel que yo deseaba no lo alcancé. Es así.

 

Hace doce años que no publica un libro de ficción…

 

En ficción es un poco lo mismo. Empecé por algo muy juvenil que son unas novelas súper ’avant-garde’ (’Las lecciones suspendidas’, ’Las lecciones de Jena’ y ’La última lección’ es una trilogía de lecciones que eso era avant-garde puro), experimentos típicos de los años 60 y 70; es un buen experimento y ahí haces pluma, pero poca cosa más. ’Mansura’ es justamente la ruptura, ’Mansura’ ya se entiende, como decían los músicos de la escuela de Viena, es música que se puede silbar. Y luego escribí una serie de libros sobre momentos históricos de ciudades determinadas. Hice una sobre el País Vasco que se llamaba ’Cambio de bandera’, esa ha pasado muy desapercibida, pero yo creo que es la primera novela que salió en España en la que se hablaba del pacto de Santoña, cuando los nacionalistas vascos quisieron rendirse a los fascistas italianos traicionando a la República, naturalmente. El caso es que me sucedió lo mismo: llegó un momento en que me pareció que ya había hecho todo lo que tenía que hacer y como siempre había llevado, digamos en paralelo, el ensayo, me dediqué al ensayo como forma literaria. Yo diría que la ’Autobiografía sin vida’ o el ’Diccionario de las artes’ están escritos con la misma pasión artística que una novela, de hecho, la ’Autobiografía sin vida’ es una novela, una novela rara.

 

Hablemos del ’Diccionario de las Artes’, reeditado por Debate: es un libro en el que intenta que se entienda todo.

 

Exacto. Mi lema es «aquello que no se entiende tampoco lo entiende el autor». De manera que he procurado, toda mi vida, aunque escribiera las cosas más abstrusas, ser lo más claro posible porque es la manera de que yo mismo lo entienda. En el ’Diccionario...’, yo me divierto mucho escribiendo, pero como el alpinista que sube al Himalaya, que puede perder la vida, y a lo mejor se queda sin respiración y se desmaya, pero en realidad se puede decir que se divierte. Yo diría que goza. Escribir para mí es el gozo supremo.

 

¿El gozo supremo? ¿No exagera?

 

Sí. En el ’Diccionario...’ lo he pasado muy bien y además lo he podido rehacer, que también es un privilegio poderlo rehacer al cabo de diez años. Lo he pasado muy bien porque el arte ha sido mi hermano, mi familia, mi patrimonio; he vivido el arte -y la literatura forma parte del arte, claro- como Messi debe de vivir el fútbol. No es una tarea, es algo que no puedes evitar y que te explica todo, te explica la vida, la muerte, es la única explicación de por qué estoy aquí, como Nietzsche decía en una postal a Strindberg, en esta caricatura; el arte es la única explicación que tengo de qué hago yo en esta caricatura. En el ’Diccionario’ puse todo lo que yo entendía.

 

Antón Castro

  

Retrato de Félix de Azúa. La tomo de aquí:

http://www.hoyesarte.com/wp-content/uploads/2013/11/felix-azua.jpg

 

 

 

 

 

 

 

 

el matiz

 

 

 

«Tengo mucha suerte»

 

 

 

A. C.

 

«No me gusta nada el fútbol. Nada. Ni siquiera Messi. Lo que pasa es que Messi es extraordinariamente literario. Yo espero y confío en que no acabe como Maradona, porque ese tipo de personajes tan puros, tan magníficos, es lo que queda de Grecia, normalmente son destruidos. No conozco un solo caso que haya sobrevivido, bueno, conozco uno, pero ha sobrevivido de una manera tan fea y tan sucia, Cruyff, que se ha convertido en un cínico explotador de sus propias criaturas -dice Félix de Azúa -. Nunca he entrado en el fútbol. Nunca me ha pinchado ningún deporte».

 

Dice que quería contar su experiencia, pero ¿está planificado o te va surgiendo así un libro como el ’Diccionario...’?

 

Está planificado en que, si te fijas, van coincidiendo las etapas de la vida con los procesos artísticos europeos, bueno, al principio no son solo europeos, aparece Grecia y el arte rupestre, que luego he visto que Werner Herzog ha hecho una película sobre esto. Lo voy a decir de una manera pedante: lo filogenético como trasfondo de lo ontogenético; o sea mi desarrollo biológico acompañado del desarrollo cultural correspondiente.

 

Y luego también ha ido haciendo autobiografía literaria.

 

Al final hay un salto a la palabra. De hecho, lo que ahora estoy preparando, es la segunda parte y se llamará algo así como ’Autobiografía del origen’. Voy a hacer lo mismo pero con Génesis 1.11; los once primeros fragmentos del Génesis.

 

¿Se está muriendo la cultura?

 

No, la cultura no puede morir; aunque no la haya no muere. También hay una cultura en Wall Street. Cultura siempre hay, cultura es simplemente el conjunto de lo que cultivamos. Lo que sí se está muriendo, de hecho mi generación debe de ser la última, es la tradición cultural europea de los últimos doscientos años. Hay una cultura europea que nace con la Revolución Francesa que es una cultura muy rara, única en la historia de la Humanidad, que es la de la alfabetización general, todo el mundo debe saber leer y escribir, lo cual produce unos efectos espectaculares, sobre todo respecto a la literatura, y como todo el mundo debe saber leer y escribir hay que saber muchas cosas, los ríos de China, los reyes godos, dónde está Tananarive, eso mi generación todavía lo sabe, pero ya es la última. Este tipo de cultura de buenos burgueses que trabajaban en la Caixa de Catalunya, pero al mismo tiempo leían a Thomas Mann, eso se ha terminado. Y no hay que tener nostalgia. Lo que venga, no sabemos lo que será, pero seguro que tiene interés.

 

¿No está preocupado? Siempre dice que vivimos en una sociedad nihilista...

 

Yo no estoy preocupado. Si te dijera que he tenido mucha suerte en esta vida y que he sido una persona dichosa podría ser muy mal entendido. Pero es así. Entiendo y veo los aspectos asquerosos y horribles de nuestra sociedad, es más, prácticamente solo hablo de ellos en los artículos de periódico, y sin embargo, tengo una confianza ciega, una confianza absoluta en eso que llamamos la especie humana, los simios evolucionados. Las huellas que quedan de los que hemos sido capaces de hacer son tan absolutamente asombrosas… podemos pasar dos guerras mundiales, podemos pasar holocaustos, pasar casi cincuenta millones de asesinatos en Rusia con Stalin y, a pesar de todo, parece que se conserve la dignidad. Es arriesgado creerlo.

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