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Antón Castro

ISABEL ABENIA: UN DIÁLOGO SOBRE ERIK

ISABEL ABENIA: UN DIÁLOGO SOBRE ERIK

 

Isabel Abenia (Zaragoza, 1969), autora de ‘El alquimista holandés’, publica su segunda novela: ‘Erik, el godo. El sabio de Cesaracosta’, la historia de un joven escandinavo que llega con su familia a Zaragoza y aquí vivirá aventuras de todo tipo: de clan, religiosas, de amor, de misterio. Así lo cuenta la autora en esta entrevista. Al final, tiene la gentileza de enviarme un fragmento de su libro publicado en Nowtilus, en la colección de ficción.

 

“He querido contar una historia

 con muchos ingredientes”

 

-¿Cómo surgió en ti la pasión de la escritura? ¿Cómo fueron tus inicios, quién te ayudó y te estimuló?

Siempre me gustó, de pequeña escribía cuentos, tebeos ilustrados, poesías... tenía una imaginación desbordante Mi pasión por la lectura fue mi ayuda y mi estímulo para empezar a escribir, creo que es lógico intentar imitar aquello que admiras, aunque no empecé a planteármelo en serio hasta el 2005 porque anteriormente no me había sentido preparada para emprender la creación de una novela, ni física ni mentalmente; considero que hay que alcanzar una cierta madurez intelectual y ser capaz de gestionar el tiempo eficazmente para conseguir un resultado satisfactorio.

-¿Podemos hablar de maestros, de revelaciones, de libros concretos que te impulsasen a escribir?

El nombre de la rosa fue para mí una revelación, la primera vez que cayó en mis manos era una adolescente y recuerdo que me quedé exclusivamente con la trama de los asesinatos, pero de todas formas me encantó. Posteriormente volví a leerla en varias ocasiones y comencé a sentirme fascinada por su riqueza a nivel histórico y literario, soñaba con llegar a crear algo parecido algún día, y todavía continúo deseándolo. Me gusta esa mezcla de rigor histórico y ficción utilizada por Umberto Eco y, como soy muy perfeccionista, la labor de documentación de una novela me lleva tanto o más tiempo que el trabajo meramente creativo.

-En 2008 publicabas ‘El alquimista holandés’ (Suma de Letras), una novela sobre El Bosco, que siempre está de moda. ¿Qué te llevó hasta este personaje?

Siempre me habían fascinado sus obras, El jardín de las Delicias es el cuadro que más me ha impresionado y no me resultó demasiado complicado escribirla teniendo en cuenta que también la pintura forma parte de mi vida. Por otra parte es cierto que la gente sigue pidiéndola en las librerías, aunque según me han dicho algunos libreros ya no queda en las distribuidoras ni la edición de bolsillo que salió en 2009. Y es una lástima porque este próximo año 2016 va a ser el quinto centenario de la muerte de el Bosco y se van a realizar exposiciones en su país natal y en el nuestro en el museo del Prado, sería un buen momento para una reedición si alguna editorial está interesada.

-Y ahora aparece ‘Erik el Godo’ (Nowtilus). ¿En qué medida, en cuanto estructura al menos, has querido rendir un homenaje a Cervantes?

Sinceramente, no puedo contestarte a esa pregunta porque ni siquiera me había planteado homenajear a Cervantes. He escrito esta novela histórica combinando entretenimiento y veracidad, mezclando razonablemente ficción y rigor histórico, sin perseguir nada más. No ha sido nada fácil porque es la época visigoda una de las que más interrogantes plantea debido fundamentalmente a la escasez de fuentes, de cualquier otro periodo histórico se posee mucha más información. Así que tuve que desentrañar el enigma de unos siglos tan apasionantes como desconocidos.

-La pregunta tenía que ver, sobre todo, con el título de los capítulos. ¿Qué se le puede perder a una familia escandinava en Cesaracosta?

Creo que la ficción histórica consiste en imaginar un argumento original que entretenga e instruya al lector y, tras darle muchas vueltas, se me ocurrió que como el origen de los godos es báltico, (la mayoría de las teorías sitúan su procedencia del sur de la actual Suecia o en la isla de Gotland) y yo quería hablar de la importancia de la Zaragoza visigoda por ser una época de grandes acontecimientos y hombres célebres que lamentablemente son completamente desconocidos, bien podía traer "nuevos godos" a nuestra ciudad, un clan que pudiera sorprenderse con la vida, la amalgama de culturas y los sucesos del siglo VII, ya que los visigodos que habitaban en nuestra península estaban tan romanizados que no cabía el factor sorpresa en los personajes. Necesitaba que mis protagonistas dialogasen sobre lo que iban encontrando y que se sintieran impactados por una civilización desconocida; a través del asombro de mis personajes yo podía transmitir alguna de las sensaciones que me produjo el proceso de documentación sobre la época visigoda y concretamente sobre Zaragoza. La verdad es que conforme me iba documentando no comprendía cómo nadie había escrito aún una novela sobre nuestra ciudad en esta centuria tan brillante de la Historia, y me pareció un reto fantástico hacerlo yo.

-¿Por qué podía ser aquella Zaragoza “la ciudad prometida”?

El sacerdote-reyezuelo de la aldea donde habita el clan les entrega un documento para que huyan de ella porque va a ser arrasada por el enemigo, junto con la promesa de que nuestra ciudad existe y que serán bien acogidos en ella por el hecho de estar gobernada por gentes de su misma etnia; así que, de alguna forma, aludo a la tierra prometida bíblica, porque Cesaracosta para Erik va a significar lo mismo que Israel para los judíos, un lugar único y plagado de oportunidades de las que ni remotamente habría disfrutado en su pobre aldea nórdica. Hay que imaginar la expresión en los rostros de los miembros del clan al traspasar la imponente muralla cesaraugustana y contemplar por primera vez la que iba a ser la ciudad donde pasarían el resto de sus vidas, un lugar poblado por gentes de diferentes razas y extrañas vestiduras cruzándose por unas calles de trazado romano a las que se habían añadido edificaciones propias de la época visigoda: iglesias, una importante ceca, enormes silos, puestos del mercado, tiendas... la tierra prometida para Erik.

-De manera breve, qué sombras arrastra la familia vikinga que llega a Zaragoza. ¿Por qué vienen y quiénes son?

En realidad todavía no podemos hablar de vikingos, ya que ese nombre hace referencia a la actividad de los pueblos nórdicos como saqueadores en incursiones marítimas a partir del siglo VIII. Esta familia llega a pie tras un viaje devastador y vienen como refugiados, tema ahora de plena actualidad; simplemente han huido de su aldea natal buscando un lugar para comenzar de nuevo. Son cuatro mujeres, cinco hombres y tres niños que cruzan el continente para alcanzar nuestra ciudad. A cada uno les aguarda un destino diferente y a través de sus vidas consigo reflejar todos los datos conocidos de la época visigoda, la vida monástica, la medicina, la orfebrería, la esclavitud, la magia, las leyes y las complejas relaciones interpersonales entre miembros de diferentes etnias y religiones.

-Son politeístas y adoran a tres dioses: Odin, Hoenir y Lodor. ¿Cuáles serían sus atributos?

Son la triada de dioses creadores del primer hombre y la primera mujer. Odín es el principal, el gran Padre, y tiene un papel muy relevante en muchos aspectos, la muerte, la guerra, la magia, la sabiduría... Lodur es poco mencionado en las leyendas nórdicas pero se supone que animó los cuerpos de la primera pareja creada por ellos, mientras que Hoenir les otorgó los sentidos.

-¿Por qué les sale todo mal? Bueno, no todo, el hijo Erik será contratado de criado del obispo Braulio. ¿Podría suceder algo así o has idealizado el prelado?

Bueno, hay un personaje empeñado en que a algunos casi todo les salga mal y tiene el poder suficiente para conseguirlo, pero a otros les va muy bien y prosperan en Cesaracosta. Erik, como protagonista, va a vivir todos los acontecimientos que tuvieron lugar en el siglo VII a la vez que se codea con los personajes más relevantes del mismo, por lo tanto era casi obligatorio que conociese a san Braulio en profundidad y comenzase su educación con él. Este obispo fue un hombre excepcional en muchos aspectos, influyó en las decisiones de los reyes, contribuyó a crear la normativa del Liber Iudiciorum, (después llamado Fuero Juzgo y vigente hasta el siglo XIX), publicó obras literarias, ordenó y revisó la Etimologías de san Isidoro de Sevilla... La lectura de sus cartas es una delicia por su estilo amable, culto y enérgico, no creo haberlo idealizado, he investigado mucho sobre él y estoy convencida de que era similar a como lo describo.

-Hay varias mujeres de carácter: pienso en Régula, que vive una pasión con Gorm, o en la rebelde Galeswintha. ¿Cómo las ves, cómo las retratas?

Hay varias mujeres de carácter en mi novela, me gusta que ellas sean así, en general huyo de personajes planos que no transmitan fuerza. Régula simboliza la parte noble romana que todavía perdura en la Zaragoza visigoda, pertenece a una élite que desprecia a la raza usurpadora, por eso contrata como trabajador y amante a Gorm aunque no lo valore en absoluto como ser humano. Galeswintha, coprotagonista de la novela junto a Erik, representa el lado fantástico de mi narración, una mujer deslumbrante rodeada de magia y poseedora de todas las virtudes imaginables, tanto físicas como psíquicas. Ella es el verdadero hilo conductor de la novela y mi personaje favorito.

-De Erik, luego Erico, se dice que posee inteligencia, bondad y paciencia. ¿Qué se puede decir de su evolución?

La evolución de Erik es tremenda en todos los aspectos. Desde su llegada a Zaragoza se convierte en una esponja que asimila cualquier conocimiento para desarrollar sus tareas con una rectitud moral férrea adquirida junto a un santo a quien imita, Braulio. Es un compendio de virtudes y desde el principio comprende que le espera una vida mejor en Cesaracosta si sabe cómo aprovechar las oportunidades que el destino le va brindando. Ama la ciudad desde que la pisa por primera vez y asimila totalmente la cultura visigoda y la religión cristiana, a diferencia de otros miembros de su clan que no llegan nunca a adaptarse a las costumbres y creencias de la Spania visigoda.

-¿Qué podemos contar de su historia de amor con Régula Segunda?

Es una historia de amor muy triste, para él no existe otra mujer, pero las circunstancias no les son favorables. Hay muchas diferencias entre ellos con la agravante de que ella es la hija de Régula, y la matrona romana no va a permitir que su única hija pueda llegar a algo con un "simple godo"... pero la vida da muchas vueltas, y creo que ya no debería contar nada más.

-¿Y de la misteriosa carta, que parece la clave de todo el libro?

Y lo es, el documento muestra un sello de extraño parecido al entonces duque provincial de la Tarraconense, con el que presumiblemente los miembros del clan están emparentados por remotos lazos de sangre, pero hay mucho más tras esta carta insólita y el lector lo irá descubriéndolo a medida que avance en la lectura. El sabio Orenco, otro de los personajes principales de mi novela, es quien se sirve del documento para que puedan instalarse en Zaragoza, pero hay un plan oculto detrás organizado en otro momento por una de las personas que conforman este clan, y por un interés distinto.

-¿Cómo era aquella Cesaracosta, qué era lo más fascinante de ella?

Lo más fascinante es el nivel cultural que alcanzó en una época totalmente oscura en otras partes de Europa, salvo contadas excepciones. Había una rica biblioteca, y esto que ahora parece banal era un lujo impensable en aquellos tiempos, también existían presumiblemente dos escuelas, la episcopal y la del monasterio de los Santos Mártires. Todo esto era de tal importancia en aquella época que el propio Eugenio de Toledo vino a Zaragoza para rodearse de cultura y conocimientos. También se construyeron iglesias de las que tenemos escasísimas noticias: la catedral de san Vicente, donde impartían misa Braulio y Tajón, estaría ubicada donde se encuentra la actual Seo, ya que en unas excavaciones se hallaron restos de una construcción visigoda; también hay datos de una iglesia dedicada a San Félix; con plena seguridad contaban con la iglesia aneja al monasterio de los mártires y, según cierta documentación del siglo XII, los cristianos durante la dominación musulmana habían seguido reuniéndose en un cubículo donde se veneraba a Santa María, después de que la catedral se convirtiese en mezquita. Como colofón habitaban en Zaragoza dos de los escritores que alcanzaron fama en todo el continente y cuyos escritos se tradujeron a múltiples lenguas, Braulio y Tajón.

¿Y lo más sombrío? 

Lo más sombrío, sin duda, debió de ser el empobrecimiento que habría sufrido la ciudad romana de Cesaraugusta en cuanto a arquitectura e instalaciones, debido principalmente a las prohibiciones de la iglesia católica respecto a cualquier cosa que pudiese recordar al paganismo anterior: los baños públicos, las representaciones teatrales, los juegos circenses... incluso la red de tuberías estaría medio cegada porque ya no se invertía en su mantenimiento.

-¿Has querido hacer un libro de aventuras, de religión o la historia del periodo visigótico en Zaragoza?

Solamente me he planteado contar una historia, pero no sé cuántas etiquetas se le pueden colocar. No me gusta catalogar las novelas aunque a veces resulte necesario, pero se podría afirmar que básicamente es una novela histórica con muchos más ingredientes, hay aventuras, amor, literatura, costumbrismo y, tratándose del periodo visigodo, la religión no podía faltar. Lo que no he querido es escribir un ensayo o un estudio, quería entretener con un libro que perteneciese al género de ficción permitiéndome a mí misma añadir, digámoslo de esta forma aunque no sea muy correcta los anacronismos que quien escribe se ve obligado a insertar en su relato para mantener el ritmo de la novela, para facilitar la comprensión de los sucesos o para crear alguna que otra metáfora argumental. Citaré como ejemplo, el capítulo donde el clan godo es aleccionado en los principios de la religión cristina por Orenco en la piscina de unos baños públicos; pues bien, no creo que a mediados del siglo VII quedasen en pie ninguno de los magníficos baños que poseyó la Zaragoza romana, posiblemente todos habrían sido ya convertidos en basílicas, vertederos o edificios públicos, pero consideré muy apropiado que la primera vez que los hombres del clan oyesen conceptos de filosofía católica estuviesen sumergidos en el agua de una natatio, aludiendo de esa forma al bautismo cristiano como iniciación y renacimiento a la nueva forma de vida que les esperaba en aquella ciudad.

Tampoco hay noticia alguna de que en el periodo visigodo hubiese en Zaragoza un hospital del tipo que creó el obispo Masona en Mérida, lo que no quiere decir que fuese impensable, aunque sí poco probable y, por último, ni remotamente se le llamaba a la Virgen zaragozana Virgen del Pilar ni Virgen de la Columna y es del todo imposible que Frida llevase al cuello una imagen de la misma... o quizás sí.

 

 

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FRAGMENTO DE ’ERIK, EL GODO. EL SABIO DE SARACOSTA’. NOWTILUS.

 

Por Isabel ABENIA

 

El recinto era una amplia sala rectangular con una gran piscina porticada rodeada de bancos de piedra. El grupo de hombres observó maravillado su esplendor y así se lo dijeron a Orenco.

            -¡Oh, no creáis! –exclamó el viejo- Antiguamente había varios baños públicos en la ciudad y estaban completamente revestidos de mármoles, mosaicos y esculturas, pero posteriormente todos estos elementos se extrajeron para reutilizarlos en otros edificios. Hoy sólo queda éste, y su estado es lamentable si lo comparamos con el que lució en otros tiempos

            -¿Por qué? –se interesó Harald mientras se despojaba de sus ropajes.

            El tuerto encogió sus hombros y se zambulló en la piscina.

            -Parece que este tipo de lugares gozaron de más popularidad entre la población en épocas pasadas. Ahora la gente no acude a las termas asiduamente, exceptuando a los hemerobaptistas que continúan lavando diariamente sus cuerpos y su vestido; antaño la red de cloacas y agua corriente se encontraba en pleno funcionamiento pero actualmente los conductos de evacuación de aguas fecales están casi todos cegados porque no se ha invertido en su mantenimiento –lanzó una risotada- Los cristianos no son muy aficionados a sumergirse en agua, excepto para ser bautizados; ni tampoco son aficionados al teatro, hoy convertido casi en un vertedero; ni son...

            -¿Son? ¿Acaso tú no eres cristiano? –preguntó Gorm con interés.

            -¡Qué remedio! Aunque realmente soy lo que mi amo quiera que sea –respondió Orenco sonriendo- Y hablando de bautismo, os voy a poner al día sobre la religión en este reino.

            Los miembros del clan se aproximaron al siervo sentándose en el escalón interior de la piscina. Se asombraron de que el agua se mantuviera a una temperatura tan agradable y el siervo tuerto aprovechó para explicarles que aquello se debía al antiguo sistema de calefacción que hacía pasar, bajo la natatio, grandes tuberías que partían de varios praefurnia.

            -¿Que significa praefurnia?

            -Hornos, hipocaustos.

Los godos estaban atónitos y se sintieron absurdamente primitivos al no saber cosas que, en aquella ciudad, hasta los chiquillos conocían. A Erik, sin embargo, le parecía completamente natural que en aquella urbe maravillosa hubiese estanques de agua caliente, fuentes con chorrillos juguetones y un cielo azul brillante que alegrase el corazón. ¿No era la ciudad prometida? Pues entonces era bastante lógico que fuese un lugar mágico y muy diferente a su pequeña y rústica aldea. El pequeño comprendió enseguida la frase pronunciada por Orenco nada más traspasar la muralla “la naturaleza divina nos dio los campos y el arte humano construyó las ciudades”

-¡Hace cuanto no tomaba un buen baño! –reconoció Orenco echando atrás la cabeza para mojarse el pelo canoso que poblaba su cráneo- Como os decía, ahora iremos a ver al obispo, y aunque explicaré que sois forasteros de lejanas tierras, debéis comportaros como si estuvieseis deseando abrazar la doctrina católica. Esta creencia consiste, básicamente, en el reconocimiento de un sólo Dios Creador y Padre de todos los seres vivientes que a la vez forma una trinitas con Su Hijo y con el Espíritu Santo.

            -O sea, que hay tres dioses –reflexionó Liuva con la aquiescencia de Karl- como Odín, Hoenir y Lodur.

            -No y no, os he dicho que sólo hay uno –casi gritó el tuerto empezando a enfadarse- Son distintas manifestaciones del único Dios Padre, intentad recordarlo.

            -¿Y...y el hijo? –tartamudeó Sven recordando al suyo propio, muerto en el camino.

            -El Hijo es una de las manifestaciones de una misma sustancia, esto es muy importante que lo tengáis en cuenta para que no puedan tacharos de herejes arrianos. El Padre lo envió al mundo hace seis centurias para que muriese en la cruz por nosotros y expiase nuestros pecados.

            -¿El Padre mandó a su hijo a la tierra para que muriese crucificado? –se horrorizó Sven.

            -Sí, fue un acto de amor para abrirnos las puertas del Paraíso –dijo Orenco con expresión piadosa- Pero más tarde resucitó y subió a los cielos.

            -¿Y la talla de la mujer que vimos en las montañas? –increpó Gorm- Una de mis espo...mi esposa creyó que era una deidad femenina, pero luego le dijiste que era la madre de Dios. Si es la madre de vuestro Dios, debe de ser una diosa...

            -No, es la Virgen María.

            -¡Virgen!, pero si llevaba a su hijo en los brazos...

            -El Espíritu Santo bajó en forma de paloma y la hizo concebir a Cristo.

            Todos abrieron mucho los ojos, ¿aquel hombre había dicho “una paloma”?

            -¡Por todos los dioses! –bramó Harald- No entiendo nada...

            Orenco cruzó sus brazos con la loable intención de contener los deseos de aporrear a todos y cada uno de aquellos paganos gigantes y bobalicones.

            -¡Vale por hoy! Es demasiado para un sólo día –explotó, y se apartó de ellos chapoteando en el agua tibia de la piscina.

            Los hombres se miraron con perplejidad.

            -¿Habéis comprendido algo? –preguntó el jefe del clan.

            -Sí –respondió Sven- Hay un padre que planea crucificar a su hijo para salvar a otros y una paloma que fecunda vírgenes...pero todos son el mismo.

            Los demás asintieron satisfechos en su ignorancia.

 

 

 

 

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