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Antón Castro

UN DIÁLOGO CON JOSÉ IGNACIO DE DIEGO

https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2018/02/09/jose-ignacio-diego-cierre-del-cine-eliseos-fin-una-existencia-una-epoca-1223860-1361024.html

 

José Ignacio de Diego es un gran lector de poesía y alterna su pasión por el cine con la literatura.

José Ignacio de Diego es un gran lector de poesía y alterna su pasión por el cine con la literatura. Oliver Duch
[El escritor y profesor José Ignacio de Diego (Zaragoza, 1960) acaba de publicar una nueva novela, 'Solo te pido un deseo' (Mira editores), que gira en torno al cierre del cine Elíseos: un texto de distintas voces, inquietante y poético.]

¿Qué le impulsó a escribir una novela sobre el cine Elíseos?

Cuando en el verano de 2014 se anunció el cierre de la antigua y preciosa sala del cine Elíseos de forma temporal, para realizar reformas en su sistema digital de sonido e imagen, tuve el pálpito de que aquello era una excusa y suponía el fin de su existencia y, también, el fin de una época.

¿Por qué el fin de una época?

Ahora el cine ya se ve de otro modo: en móviles, en la ‘tablet’, en el ordenador; sobre todo los jóvenes. Desaparece incluso un interés específico por las películas. Ese espacio desaparecía justo cuando cumplió 70 años; se inauguró en 1944. Fue sala de arte y ensayo, sede del Cineclub Zaragoza, y más tarde acogió a la Filmoteca. Y hay algo más...

Diga, diga.

La sala era esférica. Si se suele concebir el cine como un espectáculo con la cualidad de los sueños, entrar en ella través de un pasillo semicircular suponía el regreso nada simbólico al seno materno. Soy, como otros, cinéfilo y pasar delante de él me producía una dolorosa nostalgia. La novela es una elegía y el llanto por los espacios desaparecidos.

¿Cómo ha abordado la novela?

Quería que el cine Elíseos no fuese solo el escenario de una historia compleja, de acciones, atmósferas y seres, sino un último personaje que habla por boca de su pantalla desgarrada, mediante un flujo de conciencia de imágenes –el filme de su vida– antes de morir también. Por eso, ‘No pidas solo un deseo’ resulta una fábula sobre la muerte del cine, la banalización del deseo y el placer, el olvido, la enfermedad, el subconsciente, la técnica y la creación.

Son muchas cosas, sin duda. Narra usted la historia de un personaje, Max, que intenta escribir un guión y que es proyeccionista de cine…

Sí, es un hombre complejo, doliente y peculiar, un hombre que huye del fracaso y que está afectado por un cáncer del que no quiere tratarse. Es alcohólico. Tras varios años en el paro es contratado por la empresa Topoi, nueva dueña de una sala que ya no resulta económica…

¿Cuál es su cometido?

El cine está cerrado, aunque hay gente que acude a diario a la proyección de películas poco convencionales; en realidad se trata de desarticuladas visiones que quizá procedan de sus experiencias vitales. Por otra parte, Max intenta redactar su tercer guión: ‘No pidas solo un deseo’; el primero no se filmó y el segundo fue plagiado.

Es un hombre sin suerte…

Tiene un antagonista, más o menos misterioso e incómodo, que puede ser su propio hijo, cuya voz vamos oyendo poco a poco. Igual que las voces de otros personajes. Max es un hombre que pelea contra la muerte y le cuenta su vida a una periodista que estaba haciendo la biografía de un futbolista del Real Zaragoza.

El espíritu de la novela es complejo, onírico, con perspectivas, discursos y extravíos, como la reina Ginebra o el Santo Grial…

Esta es una novela que transcurre en Zaragoza, suspensa en el lenguaje. Me importa la belleza y la calidad de página, y hay una impregnación poética. A mí me interesan autores como Thomas Bernhard, Juan Benet, la prosa y la sintaxis de Sánchez Ferlosio; he sido muy lector de William Faulkner y me ha marcado la vida, de manera especial, Marcel Proust. La estructura del libro, que se aleja de la narrativa tradicional, quizá tenga alguna conexión con el ‘Cuarteto de Alejandría’ de Lawrence Durrell, que ha sido fundamental para mí…

También es un libro eminentemente cinéfilo. ¿Qué películas y qué cineastas le interesan?

Soy un enamorado de las películas de Lars von Trier; creo que hay ecos de ‘Mulholland Drive’ de David Lynch, del Bertolucci de ‘Soñadores’. Si digo Buñuel es casi una ofensa para los cinéfilos por su obviedad pero está y, entre otros, citaría a Wong Kar-Wai, el director de ‘Deseando amar’. Me interesa mucho el punto de vista, el lenguaje y la fábula.

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