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Antón Castro

GALDÓS EN ARAGÓN

GALDÓS EN ARAGÓN

Aragón y Zaragoza despertaron sinceras emociones en numerosos creadores, pero una de las más vívidas la sentía el escritor canario Benito Pérez Galdós (1843-1920). Escribiría: “Me llama mucho Zaragoza, ciudad que tiene el primer lugar en mis afectos. Por ella y por todo Aragón tengo verdadera idolatría”. Si seguimos la huella de sus vínculos, desde 1868 a 1908, como lo hicieron Jesús Rubio y Brian Dendle en ‘Galdós y Aragón’ (Ibercaja, 1993), y otros especialistas como Luis Horno Liria, Javier Barreiro o Juan Domínguez Lasierra, entre otros, vemos que la frase podría ser muy exacta.

Galdós amó Aragón, vino muchas veces, le dedicó varios textos, dos capítulos de sus ‘Episodios nacionales’, como ‘Zaragoza’ y parte de ‘Napoleón en Chamartín’, estrenó en el Principal teatro y adaptó para la ópera su novela ‘Zaragoza’ con música de Arturo Lapuerta. Y ya puestos, podemos decir algo más: Galdós fue desde joven un más que correcto dibujante; a la luz de la realidad, de sus paseos y de los grabados de Gálvez y Brambila, se atrevió a retratar diversos lugares de Zaragoza como el Seminario de san Carlos, la Puerta del Carmen o una estampa sugestiva del Pilar desde la ribera y el Puente de Piedra.

Quizá sea Galdós uno de los escritores nacionales de fama, que fue propuesto para el Nobel, que más veces visitó Aragón, especialmente la capital del cierzo. La primera vez lo hizo en octubre de 1868 como joven periodista del diario madrileño ‘La Nación’. Formaba parte de la comitiva de los generales Serrano y Topete, y oyó discursos en calles y plazas, en balcones y en lo alto de un farol, en el pedestal de una estatua, tal como cuentan Jesús Rubio y Brian Dendle. En esa primera visita acudiría al Teatro Principal. Ya entonces como si fuese un agrimensor o un topógrafo descubrió muchas cosas de Zaragoza: estuvo en el Pilar y en la Seo, paseó por san Pablo y reparó en la Torre Nueva, que era uno de los monumentos más llamativos. Rccordaría que aprendió mucho en aquel viaje y conoció a Mariano Garcia, “el hombre más simpático, más ameno, que ha nacido a orillas del Ebro”. Años después, Mariahno Gracia publicó entre 1905 y 1907 unas ‘Memorias’ en Heraldo de Aragón en 70 entregas. De aquella visita parece más claro que nacería la novela ‘Zaragoza’ de los ‘Episodios Nacionales’ con sus tránsitos, acciones t aventureras de Gabriel Araceli, durante los Sitios. El libro apareció en 1874.

Casi 20 años después, Benito Pérez Galdós visitó el valle de Ansó, donde ubicó su drama ‘Los condenados’, que pasó con más pena que gloria. Se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid, narra la historia de la pasión entre Salomé (que tenía un novio más formal) y el bandolero José, y las actrices principales, Elisa Méndez y Carmen Cobeña iban vestidas de ansotanas en la pieza. La pieza parece que salió de gira y llegó a Zaragoza en 1896. Galdós, más allá del éxito y de los discursos que le pedían, era feliz en Zaragoza. Solía acudir a la taberna y tienda La Reja, donde se reunía con muchos de sus amigos y por donde aparecían desde el cantante de jotas El Royo del Rabal, que era una de sus debilidades, al torero Lagartijo. Tuvo otros grandes amigos zaragozanos como Mariano Miguel de Val, que residía en Madrid y estaba muy vinculado con el Ateneo, y Mariano de Cavia. En un discurso de algunos años después, diría: “¡Viva Cavia y viva Aragón, pueblo de colosos e hidalgos!”.

En 1903, el autor de ‘Fortunata y Jacinta’ estrenó en el Teatro Eldorado de Barcelona, el 16 de julio de 1903, una drama familia en cinto actos, ‘Mariucha’. La obra toma el nombre de la hija de una familia de clase alta venida a menos. Cuando todo se desmorona, ella decide ponerse a trabajar con el consiguiente escándalo. La obra se estrenó en el Teatro Principal el 1 de de diciembre.

Pocos años después, el ya autor de ‘Doña Perfecta’, ‘Marianela’ o ‘Nazarín’, empezará a trabajar en un nuevo proyecto: la preparación de la ópera Zaragoza, en el que se implicó en cuerpo y alma. Zaragoza formaba parte de su afectividad. Jesús rubio y Brian Dendle dicen que ya empezó a venir en 1907, aunque el estreno sería el 4 de junio de 1908. Antes, la banda del Hospicio interpretará el ‘Himno de Riego’ y ‘La marsellesa’. Finalmente, sefijó el estreno para el siete de junio, y Pérez Galdós regresó acompañado por Ortega Munilla, director de ‘El Imaparcial’ y con un joven José Ortega y Gasset. Galdós se hospedó en el hotel Europa, y la gente lo aclamó y le pidió que saliese al balcón. Lo hizo y vio la muchedumbre se agolpaba bajo la lluvia.

Aquellos fueron días muy intensos: un día comió con Basilio Paraíso, otro día asistió a un banquete en la Quinta Julieta y asistió al apoteósico estreno del drama lírico en cuatro actos, donde sonaba la ‘Jota de los Sitios’. Él dio las gracias con un discurso, que se publicó en estas páginas y dijo, entre otras muchas cosas, que tenía la sensación de hallarse en “el país de la verdad”.

 

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