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Antón Castro

En Huesca

Me apena la marcha de Manuel Pizarro de Ibercaja. Sin ira y con una elegancia exquisita, intentó cambiar las viejas estructuras de la entidad bancaria. Conciliador y afable, casi sin molestar ni hacer jamás ostentación de poder, este admirador turolense de Ramón Carande y lector entusiasta de Antoine de Saint-Exupery deja muchos amigos en todas las orillas de la vida. Lo que más le gusta es reírse de las pequeñas cosas de la existencia: reírse, contar anécdotas, recontarlas y hacer posible lo imposible. Además, es un hombre siempre atento, preocupado de las historias menudas del existir, de los detalles imperceptibles, de los amigos. A lo mejor está sobrevolando Chile o un país africano y tiene un momento para hacerte una llamada y decir simplemente: "¿Cómo va todo? Que no me llamas, que me llamas poco". Le gusta definirse un "coleccionista de atardeceres". Confiesa entonces que camino a Teruel, donde tiene su morada predilecta, algún día tendrá también una especie de rancho en Tronchón, se queda pasmado con los celajes de la provincia, con las tierras llanas del Salobral, con la luz nítida de esos paisajes. Siempre recordaré la primera entrevista que le hice una tarde en Teruel. Vivía yo en La Iglesuela del Cid y fui a verlo a su casa, que es como un gran mirador melancólico sobre las torres mudéjares y el laberinto de tejados. Le hice muchas fotos, me enseñó su perro gigantesco (¿O era perra?), sus libros. Al final, me permitió hacerle unas fotos con su mujer Adela Buñuel, que era la primera vez que salía en un periódico. Cuando salió, a la semana siguiente, pocos repararon en su perfil de hombre próximo, nada sectario, capaz de enamorarse de nuevo de Aragón. Acababan de matar a Miguel Ángel Blanco y esa era la gran noticia del país.

Volví a hacerle otra extensa entrevista ya en Ibercaja. Y empezamos recordando aquel combate casi legendario de Perico Fernández ante Sansak Muangsurin y la frase de "La puta calor". Ahora, cuando se desordena la primavera, Manuel Pizarro anuncia que se va tras casi diez años de entusiasmo y de buenas maneras. Se va pero se queda, en Endesa, que ya es una de las grandes empresas patrocinadoras de casi todos los suplementos literarios de España. Algo querrá decir... ¡Qué gran señor que nunca necesitó vasallos!

Ayer sábado cumplimos con un viejo ritual: ver las exposiciones de Huesca-Imagen. Comenzamos con la muestra de los grandes fotógrafos extranjeros fascinados por el país: Kati Horna, Tina Modotti, su amante y maestro Edward Weston, Paul Strand o el gran Cartier-Bresson, que fotografía a dos prostitutas en una puerta, ells invitan a pasar al curioso o al galanteador de placeres efímeros. También en el Matadero está la muestra de nuevos trabajos de vanguardia: la incorporación de las máquinas, de los contrapicados, de los osados encuadres, de los desnudos a la manera surrealista, las revistas fotográficas de entonces.

Y en la Diputación de Huesca estaban el pictorialismo de Márquez, el gusto por el desnudo y sus máscaras de Juan Crisóstomo, y en la parte de abajo un antológica de la gran Lola Álvarez Bravo, una de las mejores muestras de Huesca-Imagen. Orozco, Siqueiros, Frida Kahlo, el libro de Acapulco, estampas populares, la visión de la arquitectura moderna. Un gran trabajo de una mujer que ya empieza a ocupar el lugar que le corresponde en la historia de la fotografía.

Huesca ayer era una fiesta. La gente había tomado las terrazas y las calles; la gente se había dejado caer por la Feria del Libro. Muchos vibraron con la conferencia de Gustavo Martín Garzo, "La literatura como fascinación", entre ellos la profesora y librera Pepa Sánchez.
Cuando caía la noche, una medialuna crecida asomó entre la arboleda y el cielo constelado. Un niña lloriqué de falso miedo porque la acababan de amenazar con arrojarla a la fuente. Una joven mejoraba su gimnasia con cinta. Y alguien, quizá Ismael Grasa, dijo al pasar: "Aquí, en este parque, veníamos a aprender a montar en bicicleta de niños". Ese parque siempre me evoca a Vicencio Juan de Lastanosa y a Ramón Acín. En una librería anarquista, compré un libro de textos de Felipe Alaiz, que contiene la primera biografía de Ramón Acín...

Hoy es la gran tarde de Xavi Aguado. Soy tan inútil que no he sabido conseguir entradas. Me apena no ir al estadio porque Xabi fue uno de mis jugadores favoritos. Encarnó al hombre de equipo, tan sólido y profesional que podía parecer menos brillante. Jugó aquí catorce temporadas, marcó 29 goles y estableció siempre un puente íntimo entre el equipo sobre el césped y los espectadores en la grada. Enhorabuena para él y para los forofos del Zaragoza.

2 comentarios

Pizarrín -

Joe, Antón tío, te falta hacerle una mamada a Don Manuel. No te presentó a su hija? Qué fea la jodía!

Víctor Rebullida -

Encontré tu blog, Antón, y te felicito por ella. No resultó difícil pues ahora el Gran Hermano se llama Google. Todo está en Google, todos están en Google, y quienes no están, no son. Warhol dijo que llegaría el día en el que cada ciudadano tendría sus quince minutos de televisión. Eso está superado: ahora hay que ir a por 15 megas en la web.

Un saludo y caña a la tecla.