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Antón Castro

FOTOGRAFÍA DE ARAGÓN: DE RAMOS ZAPETTI A RICARDO GÁRATE

José Ramos Zapetti lograba, en Zaragoza en 1837, fijar con una cámara oscura varias imágenes obtenidas en su estudio de pintor sobre una lámina de cobre tratada por un procedimiento semejante al que haría inmortal a Daguerre. Ese hecho bien podría haber concedido a la ciudad y a Ramos Zapetti la condición de pioneros absolutos de la fotografía en el mundo, una disciplina artesanal que se revelaba como una copia de la verdad, un espejo de la realidad. Desde entonces, empezaron a menudear los estudios y surgió también la figura del profesional ambulante que llevaba tienda de campaña, en cuyo interior improvisaba su laboratorio, y se ocupaba del paisaje y del paisanaje.
Un ejemplo de esta estampa sería el fotógrafo de Isabel II Charles Clifford que realizó hacia 1860 un conjunto de imágenes de Zaragoza –la Torre Nueva, el Patio de la Infanta, la actual plaza de España, los alrededores de Santa Engracia, etc- con destino a su libro “Voyages en Espagne”. Otro fue Jean Laurent, fotógrafo también de la reina, que captó los monumentos españoles y tuvo el privilegio de fotografiar las “pinturas negras” de Goya en La Quinta del Sordo antes de que fuesen trasladadas. Quizá el mejor ejemplo de fotógrafo ambulante, antes de la aparición de los reporteros, fue el francés Lucien Briet, que se trasladó al Pirineo entre 1889 y 1911 con sus cámaras de placas, sus mulas y una paciencia infinita. Resultado de su pasión por las montañas y los increíbles paisajes oscenses fueron sus dos libros: “Bellezas del Alto Aragón” y “Soberbios Pirineos”. A ese fotógrafo le ha rendido un homenaje, casi un siglo después, José Luis Acín en su libro “Tras las huellas de Briet”, que ha publicado Prames, y continúa la labor, posiblemente en la primavera saldrá el segundo volumen.
La fotografía alcanzó un desarrollo vertiginoso y se expandió por todos los lugares de Aragón: Huesca, Teruel, Híjar, Alcañiz o Jaca, aunque el núcleo fotográfico por excelencia estaba en Zaragoza. Aquí se hizo famoso Mariano Júdez, en el Coso 33, que traspasó su establecimiento a Anselmo María Coyne, procedente de Pamplona y cabeza visible de una estirpe que comenzaba en él (fue fotógrafo también de la monarquía) y que tendría continuidad en Ignacio, Antonio y Manuel Coyne. Aquí también operó el famoso Gascón, quien, ya en 1866, se atrevió a pintar una de sus fotos, inaugurando así el retocado. Y no podemos olvidar a Enrique Beltrán, que instaló su estudio en la calle Méndez Núñez y se convirtió en uno de nuestros principales fotógrafos de fines del siglo XIX. La nómina, como se ve, es larga, abrumadora: Sabaté, Constantino Gracia, Mariano Pescador, Aurelio Grasa, Eduardo Cativiela, la Gran Fotografía Austriaca, que tendría como continuadores a Gustavo Freudental (“la figura más importante de la fotografía zaragozana en las primeras décadas del siglo XX”, según José Antonio Duce), Skogler o Dücker, entre otros.
Si salimos de Zaragoza, se nos imponen figuras capitales como Félix Preciado, que además de estudio tenía una galería en Coso Alto 28 de Huesca, y acabó montando una sucursal en Jaca, zona donde haría un trabajo impecable Francisco de las Heras, recuperado bellamente por Pirineum. En la capital del Altoaragón, a principios del siglo XX fue esencial la labor de Fidel Oltra, que trabajó en prensa, recorrió la provincia de punta a punta, y tomó fotos inolvidables de Ramón Acín. Aunque tal vez el gran reportero oscense, aficionado pero absolutamente entusiasta, sea el farmacéutico Ricardo Compairé. Le interesaba sobre todo el hombre y en su representación se afanó en varios miles de instantáneas; muchas de ellas figuran bellamente reproducidas en los catálogos de la Fototeca de Huesca.
Híjar se convirtió en una plaza importante para la fotografía: allí estableció su laboratorio Felipe Castañer, que desplegó su curiosidad y su esfuerzo por todo el Bajo Aragón. Y realizó una actividad portentosa el doctor José Antonio Dosset, documentalista de la comarca, del Canal Imperial y autor de un álbum soberbio de la Semana Santa. En Alcañiz, algunos años después, se haría famoso e imprescindible Gracia, cuyos herederos siguen su trayectoria; Teruel contó con un artesano solvente como Segura, que configuró un importante archivo de la provincia. En este inventario de exploradores de la tierra con la pesada cámara al hombro, no podemos olvidar a una figura básica como Juan Mora Insa, que fotografía prácticamente todo el patrimonio aragonés con placas de cristal de 13 x 18 y 18 x 24 y lo contrató en 1926 Lorenzo Pardo para el departamento fotográfico de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Como curiosidad, en medio de su colección de miles de fotos, existe una toma del cuadro “Aparición de la Virgen del Pilar a Santiago Apóstol” que había pintado Goya para la iglesia octogonal de Urrea de Gaén, que se quemó uno de los primeros domingos de agosto de 1936.
En este contexto, es el en que se mueve un modesto Ricardo Gárate, nacido en Albalate del Arzobispo (Teruel) modesto porque conocemos muy poco de su archivo y lo que hemos visto no nos da una idea de grandiosidad. El fotógrafo albalatino se movía entre dos polos específicos: el retrato y la reproducción de obras de arte, que siempre fue una especialidad sumamente difícil. Una de las corrientes fundamentales de la fotografía de fines del siglo XIX y principios del XX fue la del pictorialismo. El artista se planteaba componer, encuadrar y lograr los efectos de la luz como si fuera un pintor, y hubo casos, muchos casos, quizá uno de los más claros fue el Julia Margaret Cameron, de fotógrafos que dudaron en situarse en una corriente pictórica evidente como el simbolismo y el prerrafaelismo. Es una verdadera lástima que el tiempo nos haya arrebatado posiblemente para siempre la obra de Ricardo Gárate, hermano de ese gran pintor que fue Juan José Gárate.

Zaragoza, 1.1.2004

1 comentario

Pilar -

Hola, quiesiera saber algo más sobre Félix Preciado, ya que podría ser antepasado mio y no consigo encontrar nada. Muchas gracias