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Antón Castro

"PEDRO PÁRAMO" DEJUAN RULFO CUMPLE MEDIO SIGLO

"PEDRO PÁRAMO" DEJUAN RULFO CUMPLE MEDIO SIGLO

 

Si existe un escritor que sólo atraiga sobre él simpatías y elogios es Juan Rulfo (1917-1986). En 1953 compuso un libro de relatos, “El llano en llamas”, y dos años después apareció “Pedro Páramo”, una novela de enorme modernidad sobre la vida después de la muerte, una novela de fantasmas y campesinos que regresan a un territorio de alucinaciones. Luego Juan Nepomuceno Rulfo se quedó vacío: pensó que lo había escrito todo en apenas 300 páginas y que ya no tenía más que decir. Diría poco más: el guión de “El gallo de oro” y algún que otro texto suelto. En la intimidad, en la soledad de las noches que amasaba con sueños y alcohol, buscó otras criaturas y otras fábulas que se le resistían, mientras Clara Aparicio, su mujer, deseaba que por un instante el hombre silencioso y cálido fuese un poco indulgente consigo mismo.

En esa época, Juan Rulfo se dedicaba a viajar al interior de México con una cámara de fotos al hombro. En la década de 1945 a 1955 realizó más de 6.000 disparos, que ofrecen un aura inquietante y a la par serena de abandono y de soledad, de espejismo y ruina. Rulfo se mezclaba con los paisanos como si fuese un testigo invisible o una aparición de aire, y disparaba: captaba los templos decrépitos, la impresionante arquitectura, los caminantes que se ofrecían a un avasallador cielo de nubes; atrapaba los paisajes abiertos, los campos de maguey, las niñas que transportaban un fardo de leña o a una mujer acuclillaba ante el vasto horizonte, al final del cual se balancea el mar. Atrapaba incluso la belleza salvaje de María Félix y en cada toma, de algún modo, creía revivir tantas historias, o el espíritu de tantas historias que le había regalado su tío Macario, de oficio enterrador o charlatán de aldea.

Sus fotografías son las constatación del mundo que literariamente se llamó Comala o Luvina, y sus libros son las sensaciones verbales, la poesía de este universo gráfico de luz, sombra y decadencia. Hace algunos años vi una amplia exposición de sus fotos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid: atraían a una continua multitud. Muchos parecían ver en las ellas la topografía, los santuarios, las trochas y los cerros que están sugeridos en los libros, y recuerdan la atmósfera, la belleza terrible, la calma que parece mortal, ese tenso hilo de silencio. La gente se despedía del aroma particular que exhalaban, e iba a releerlo a la librería Antonio Machado (tal vez fue Crisol, aún), ya fuese en “Aire de las colinas” (Debate), las cartas de amor a su esposa Clara, en los libros citados, o ya fuese a repasar esa joya que es “México: Juan Rulfo fotógrafo” (Lunwerg): la huella en el mundo de los vivos del paso del poeta que despertó a los muertos. Porqué el primer muerto fue su propio padre, y estos días en una nueva edición, comentada y purificada, de “Pedro Páramo”, que cumple 50 años desde que fuera editado en 1955, se ha recordado que el germen de ese libro no es otro que el asesinato de su propio padre, por algo que no está demasiado claro. Y otro de los espléndidos cuentos de “El llano en llamas”, “Diles que no me maten”, también alude a ese hecho que perturbó el crecimiento de Juan Rulfo. La imagen de un hombre abatido fue tan turbadora como los regresos del tío Macario con sus historias de muertos y espectros.

 

*La foto es de Juan Rulfo.

 

1 comentario

Cide -

Quizá Pedro Páramo es uno de los libros que más he recomendado. Pero siempre digo lo mismo: "No te puedo decir de qué va, porque la grandeza de ese libro es que cuando lleves 50 ó 60 páginas leídas sin entender nada se te encienda la bombilla y descubras cual es el tema de la novela". La posibilidad de descubrir un misterio seduce a muchos. Incluso a alguno le digo que no lea la contraportada ni permita que le cuenten de qué trata, porque matará el misterio de descubrir la realidad de Comala a donde Juan Rulfa va en busca de su padre y a cobrarse todo lo que le hizo a su madre.

Es un caso singular que un escritor escriba dos joyas y casi nada más. También Wilde escribió -además de mucho teatro y relatos breves- una sola novela y ésta resulto magnífica. ¿Para cuando la próxima novela de Antón Castro?