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Antón Castro

EL ÍDOLO DE UNA TARDE INOLVIDABLE

EL ÍDOLO DE UNA TARDE INOLVIDABLE

EL POETA PACO URIZ Y EL ARTISTA DEL BALOMPIÉ, LUISITO BELLÓ

 

Hace años frecuentaba mucho a Paco Uriz y a su gallega ideal Marina Torres. Ambos han dedicado media vida a trasladar al castellano las lenguas escandinavas: desde Gunnar Ekeloff hasta Ingmar Bergman, entre otros muchos. Los veía una vez al año en Tarazona, en la Casa del Traductor, y hablábamos de todo: de literatura, de atletismo, de fútbol, de cine, de amigos comunes como José Luis Borau, Joaquín Aranda, Alfredo Castellón, José Luis Batalla y tantos otros, de mujeres irremediablemente hermosas como Anouk Aimée o Sofía Loren o Ingrid Thulin, fresa salvaje de deseo. Paco Uriz y yo teníamos otro punto de unión infalible: un mago del balompié danés llamado Michael Laudrup, un centrocampista de seda y sensibilidad de artista, un falso delantero que realizaba los mejores pases por el aire y que parecía deslizarse con chaqué sobre el césped, con chaqué de seda y zapatos de charol. Laudrup tenía algo de ángel caído en el torbellino de los estadios como un diamante en el fango. Quizá el danés también se hubiese merecido esta frase, que Uriz destina a Maradona: “Laudrup: el camino más bello entre dos puntos”.

Andando el tiempo, Paco Uriz  nos sorprendió con un libro, “Un rectángulo de hierba” (Libros del Innombrable, 2002), al que le dediqué unas notas demasiado exiguas, casi perezosas, aunque leí el libro con delectación. Recuerdo que un día Paco Uriz, con cariño y queja, me dijo: “¿No crees que debieras hacer una lectura realmente seria de este  libro?”.  Hoy, cuando el Zaragoza inicia la batalla por las semifinales de Copa del Rey ante el Barcelona –no quiero decir nada del impresionante crochet de Marchena anoche a Arizmendi-, he vuelto a releer el libro. En realidad, lo he vuelto a leer porque Raúl Herrero, uno de esos tipos que admiro por su tenacidad y su pasión por la literatura, me lo ha enviado de nuevo. Releyéndolo, he encontrado este poema que habla de un ídolo al que veo muchos días por la calle: Luisito Belló, aquel finísimo mediocentro del Zaragoza, acaso el antecedente de Luis Suárez, que estuvo a punto de fichar por el Atlético de Madrid. Cuelgo aquí esta pieza, dedicada a los grandes forofos del Real Zaragoza, de esos que anoche visitaron la exposición de Pepe Cerdá y, quizá, cenaron con él y con sus musas en El Bole. Me dicen algunos allegados a Cerdá que cerró El Bole para más de medio centenar de personas. Pepe, cuando se pone, es así de generoso. [Mientras transcribo este poema suena uno de los discos que más he oído en mi vida: “Astronomía razonable” de El Último de la Fila. La edición en compact es poco matizada].

MONUMENTOS

¿Que no se olvida el primer amor?

¿Que no se olvida el primer amor?

Pues yo no recuerdo quién me llevó a mi primer partido.

Tal vez fui solo.

Sé que subía a Torrero

envuelto en el chirrido de las abarrotados jardineras.

Luego cuando nos cambiamos de casa siempre andando.

Solía atravesar a pie el parque Pignatelli

donde campaba la estatua de un destacado prohombre

en medio d e la fuente y una fecha MDCCCLVIII

-mi concepto de parque lo inculcaron

sus pinos, su hilera de palmeras, sus magnolios.

Pasábamos por delante de los Capuchinos y

El “Sagrario militare italiano”

Que proclamaba en piedra

“L’Italia a tutti i suoi cadutti in Spagna”.

Eran los mismos

“Caídos por Dios y por España” que oíamos en el colegio.

Y cuando bajábamos victoriosos

¡Qué nos importaban los caídos!

Un día me pregunté qué hacía el prócer

usurpando con su obsceno vientre el lugar del ídolo.

A quién le importaba Pignatelli si éramos de Luisito Bello…

 

Por cierto, creo que la mejor temporada de Luisito Belló, Belló II, en el Real Zaragoza fue la de 1951-1952. Marcó 9 goles (aquel año los máximos goleadores fueron Pahiño, 28, y Kubala, 27) y el equipo tipo era algo así: Higinio o Vélez; Juanito Jugo, Riera, Calo; Hrotko y Ezquerra o Venys; Pitarch, Noguera, Pío, Belló y Rosendo Hernández o José Davi. En aquella campaña, Pío y Hernández marcaron diez goles. Nada menos.

 

1 comentario

Sueco -

No me puedo creer que nadie haya dicho nada de Luis Belló. Si hasta es suegro de un escritor...