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Antón Castro

LOS DOS VIAJES DE SENDER

LOS DOS VIAJES DE SENDER
Miguel París (Letux, 1921-Zaragoza, 2004) empezó a dedicarse a la fotografía hacia 1946. Entonces, ya era un formidable atleta y un excelente tenista, e iniciaba una carrera como fotógrafo y como operador de cámara de televisión, que le iba a permitir “inaugurarlo todo. Todo”. Este hombre menudo, que iba de aquí para allá con sus cámaras al hombro y con su gran olfato para la noticia, fue aplazando la gran antológica que soñaba, pero, mientras, ordenaba su archivo de más de 500.000 negativos, ponía notas, componía pequeños álbumes de temas y reportajes...

Al morir, su hijo Miguel Ángel París Ramírez -que lo acompañó como fotógrafo y operador desde los años 70, igual que haría luego su hermano Nacho- realizó un repaso de ese archivo y halló reportajes de todo tipo: sobre las graves inundaciones en Valencia; maniobras con el joven príncipe Juan Carlos en Zaragoza en 1959; un trayecto por los Pirineos con Tico Medina; series sobre las salas de noche y sus moradores, incluidas aquellas damas de exuberantes nalgas y mirar más o menos lascivo; un reportaje acerca de una actuación a principios de los 70 en el Teatro Principal de Bernabé Martí y Montserrat Caballé… En una caja, había también un reportaje de más de una docena de positivos sobre los dos viajes que Ramón José Sender (Chalamera, 1901-San Diego, 1982) realizó a Zaragoza en las primaveras de 1974 y de 1976.

Miguel París, que anotaba con minuciosidad cualquier detalle, habla en algunas obras de un “tercer viaje”. Ramón José Sender estuvo en España en 1974 y en 1976, y fueron dos viajes no exentos de alguna polémica en ambos casos.

Alfonso Zapater y Joaquín Aranda acudieron a recibirlo a Barcelona en 1974 el 29 de mayo -descendió con Luz Campana de Watts y José Luis Castillo-Puche del avión “Navarra” que procedía de París- y lo acompañarían días después a Zaragoza en una comitiva en la que también venían representantes de la Fundación General Mediterránea, que lo había invitado a España.

Dio una rueda de prensa de una hora e impartió, en el auditorio de la Biblioteca de Cataluña, una “amenísima conferencia” sobre la Atlántida. Joaquín recogía en su crónica: “El público aplaudió largamente a Sender. Un público fervoroso a quien dirigió, momentos antes de acabar, este consejo: ‘No se tomen estas cosas demasiado en serio, pero no se las tomen, tampoco, demasiado a broma”.

En la noche anterior a la salida para Zaragoza, Sender se reunió con sus hermanos, con sus sobrinos y otros familiares y, al parecer, incluso se atrevió a cantar unas jotas. El sábado 1 de junio, Sender y sus acompañantes -entre ellos, los enviados especiales de HERALDO, Joaquín Aranda y Alfonso Zapater- salieron en caravana hacia Zaragoza, e hicieron una única parada en Fraga. Ramón J. Sender se emocionó al ver el río Cinca de su infancia y su juventud; y luego subió a la terraza de una de las habitaciones del hotel Sorolla, desde donde contempló los paisajes que tan bien conocía: Zaidín, Belver, Albalate de Cinca, Chalamera, Alcolea, Ballobar y Velilla de Cinca.

Transido de recuerdos, aquel hombre que consumía 20 pastillas al día, pidió una más porque estaba conmovido de veras. El séquito comió en el restaurante El Ciervo de Bujaraloz, y allí ya se  sumaron los miembros del jurado del premio Ramón J. Sender de periodismo y la directiva del Ateneo. También estaba su hermana Carmen Sender. Entre ellos figuraba el fotógrafo Miguel París, que iniciaría ahí su meticuloso reportaje. Sender pasó varios días en la ciudad, y uno de los actos capitales fue su conferencia del lunes dos de junio en el Casino Mercantil, que había suscitado un gran interés en intelectuales, clase política y público en general. Fue todo un acontecimiento: el Casino Mercantil estuvo abarrotado. Juan Domínguez, en su crónica en estas páginas, decía que además de hablar de “la irracionalidad del ser humano”, evocó sus recuerdos zaragozanos, incluyendo entre ellos a su novia Valentina, y también citó a algunos aragoneses en los que “este conflicto entre la inteligencia racional y la instintiva o pasional se ha hecho presente: Miguel Servet, Ramón y Cajal, Gracián, Goya”.

Antes de la charla, Sender había recorrido la ciudad, había estado en el Pilar, se reunió a almorzar con la redacción de HERALDO e incluso se produjo una anécdota jocosa: un vecino de Chalamera le llevó varias truchas que había pescado en el Alcanadre. La revista “Andalán” criticó ferozmente su intervención. Para muchos su visita a Zaragoza fue decepcionante porque esperaban un discurso político y una crítica al franquismo que no se produjo. Ni en Zaragoza ni en Barcelona.

Con todo, en 1977, con motivo de la concesión del premio San Jorge, Luis Horno Liria decía: “Hoy manifiesta públicamente la Diputación zaragozana que el novelista Ramón J. Sender es un ejemplo de aragonesismo, que ése y no otro, pienso yo, es el significado del premio San Jorge que le ha sido otorgado. Todavía hace tres años, proclamar esta misma afirmación -por demás notoria- puso en grave riesgo la permanencia en su cargo de un alcalde y nos ocasionó a algunos amigos no leves quebraderos de cabeza”.

También dio una conferencia en Huesca. En el Hogar Cultural Genaro Poza dijo: “El altoragonés es alguien y llevamos fama de ser brutos, pero esto no es ningún deshonor, a la gente le gusta la nobleza, la verdad. Les voy a dar unos consejos: vayan a la montaña oscense, lean literatura altoaragonesa y liberalicémonos dentro de una paz y armonía, y esto es, señores, todo lo que tengo que decirles a ustedes”.

El segundo viaje

Ramón José Sender volvió a Zaragoza a finales de mayo de 1976. Se hospedó en el hotel Corona, y venía con una pierna quebrada. Había tenido un encontronazo con Camilo José Cela. Alfonso Zapater recuerda que Sender le dijo “que fue una discusión política. Yo le reproché que no entendía cómo se había enriquecido tanto durante el franquismo y aquello acabó en un empujón”. Alfonso Zapater dice que “Cela me dijo que había sido porque  Sender se había propasado con Rosario Conde, su mujer”. El momento más emotivo de su regreso hay que buscarlo en su viaje a Chalamera, el domingo 30 de mayo. Vio su partida de nacimiento, besó una colcha que había hecho su madre, recibió el cariño de sus paisanos y escuchó, casi siempre al borde de las lágrimas, un recital de jota. Los escritores Ana María Navales y Gabriel García-Badell, distinguido con el premio Sender, estuvieron en aquel acto, como lo estuvo Miguel París. 

Antes del viaje, Juan Domínguez entrevistaba al autor en albornoz antes de partir hacia su pueblo, y éste le decía: “No soy republicano ni monárquico. Sólo un hombre que escribe lo que siente y lo que piensa. Pero me gusta ver que hay paz y, en refrendo de la paz, una tendencia justiciera a favor de los humildes”.

 

*Ramón José Sender acaba de bajar del avión "Navarra" en compañía de Luz Campana de Watts. Este texto, acompañado de un reportaje de Miguel París, apareció el pasado domingo en el suplemento "HOy Domingo" que coordinan Sergio del Molino y Victoria Martínez.

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