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Antón Castro

LA LITERATURA EN EL MAESTRAZGO

LA LITERATURA EN EL MAESTRAZGO

ESCRITORES Y VIAJEROS EN EL PARAÍSO 

No ha pasado inadvertido el Maestrazgo en la literatura. Ni al Poema de Mío Cid, cuyo creador estuvo por Ejulve y debió andar muy cerca de Tronchón y Mirambel, y también de la villa colindante Olocau del Rey, ni a Miguel de Cervantes, que reparó en dos capítulos de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, en la segunda parte, en la fama y el sabor del queso de Tronchón. En el capítulo 52, Cervantes escribió: “…diole las bellotas, y mas un queso que Teresa le dio, por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón. Recibiólo la duquesa con grandísimo gusto…”. En el 66, anota ya de manera más explícita: “Si vuestra merced quiere un traguito, aunque caliente, puro, aquí llevo una calabaza llena de lo caro, con no sé cuantas rajitas de queso de Tronchón, que servirán de llamativo y despertador de la sed, si acaso está durmiendo”. Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando el Maestrazgo se convirtió en un territorio eminentemente literario. Gracias a las Guerras Carlistas, en especial a la primera, entre 1833 y 1840, y sobre todo merced al temperamento complejo de Ramón Cabrera i Griñó, que fue bautizado como “El Tigre del Maestrazgo”, y su leyenda de mariscal sanguinario y seductor, experto en la estrategia y feroz con el enemigo, atrajo a periodistas y viajeros y escritores de España y del extranjero, y dio lugar a una copiosa literatura costumbrista, pródigas en invenciones y desmesuras. Pensamos en libros como El guerrillero de Manuel Polo y Peyrolón, ya datado en 1906, pero hubo muchos folletines contemporáneos como El Tigre del Maestrazgo, o sea de grumete a general de Wenceslao Ayguals de Izco; Cómo vengar a una madre de Antonio Bermejo o Vida militar y política de Cabrera, de Buenaventura de Córdoba, donde se puede leer: “Ofrecían aquellos desiertos un cuadro imponente y sublime. Era de ver tanto aparato guerrero; tantas baterías, tantas lanzas y fusiles; tantas tiendas de campaña; tan continuo llegar de tropas, bagajes y trenes; tan rápido evolucionar de jinetes y peones. Blanqueaban las cumbres del monte con la nieve”. 

Benito Pérez Galdós publicó en sus Episodios Nacionales la novela La campaña del Maestrazgo, que no se detiene en exceso en el escenario. A Cabrera lo mira con afán de comprensión: “Su crueldad es la irritación contra el género humano porque no se le somete de golpe”. Especialmente interesante es un texto breve de Antonio Gala, incluido en la serie Si las piedras hablaran, que se pasó por TVE y apareció también en un libro, donde el escritor de Ciudad Real asume la voz del militar, que habla así: “Quiero que se reparen las murallas, las construcciones, los caminos; que se instale una fábrica de fundición y artillería. Se trabajará día y noche, no sea que nos sorprendan desprevenidos. Premiaré a los activos y castigaré a los remisos. Cantavieja será el centro del que irradie mi fuerza. ¡Adelante! Todo tiene que construirse en quince días”. 

Cuando se habla del Maestrazgo, hay un escritor que se alza por encima de los demás: Pío Baroja, que realizó un provechoso viaje en 1930 por el Maestrazgo, Morella, el Bajo Aragón y Zaragoza, que dio lugar a dos libros: Los confidentes audaces y La venta de Mirambel, que es el gran texto de este territorio donde el silencio habla hasta finales del siglo XX. Este libro, centrado en las aventuras de Avinareta y en los amores imposibles del capitán Montpesar y Carmen Abarca de Bolea, contiene descripciones de Mirambel: “Es una aldea oscura, amurallada, con aire antiguo, casi de la Edad Media. Su muralla, amarillenta, negruzca, se conserva intacta, sin ninguna brecha, y para entrar en el pueblo es necesario pasar por alguna de sus puertas. Esta muralla tuvo en otro tiempo su camino de ronda, sus matacanes y aspilleras, que después se tapiaron”. Más adelante, realiza esta reflexión general que concluye con una metáfora deslumbrante y exacta: “Los pueblos de altura tienen siempre un aire más aristocrático, más hermoso que los pueblos de llano o de las orillas del mar. Mirambel ha seguido siendo pueblo cerrado, hierático, misterioso. Parece un animal muerto dentro de su concha”. 

Otros muchos autores han escrito de estos parajes: José Antonio Labordeta, Clemente Alonso Crespo, José Luis Sampedro, Miguel Mena, Alberto Serrano, Carlos Pujol, Antonio Losantos, Pascual Guillén, Antonio Castellote, Elifio Feliz de Vargas, Pedro Rújula, Fernando Martínez Laínez, Manuel Vicent, por ejemplo, pasó aquí una parte de su adolescencia, con una cámara al hombro y explorando los montes. En su libro Del café Gijón a Ítaca (Aguilar, 1994) escribe: “… después de haber pasado por Mirambel restaurado y el pueblo almenado de Cantavieja, donde el general Cabrera, a salvo después de alguna refriega sangrienta, se cortaba las uñas y se lavaba sus terribles genitales en lo alto del risco con una palangana. La bajada hacia La Iglesuela fue suave, llena de nostalgia y de prados verdes, que habían quedado así gracias a las lluvias de primavera. Allí había mansiones medievales, palacios del siglo XVII y una parada obligatoria en Casa Amada”.  

José Giménez Corbatón, en dos libros como El fragor del agua (Anaya Y Mario Muchnik, 2004) y Tampoco esta  vez dirían nada (Anaya y Mario Muchnik, 1997), contó la soledad, la despoblación, la memoria del éxodo, la memoria mítica de Crespol, entre Ladruñán y Castellote y Santolea. Explicó así su proyecto: “Localizo flores, anoto palabras y luego las anoto en función de las necesidades de mis relatos. Crespol es una metáfora de concreta del Maestrazgo y de la sierra de Gúdar, pero también una metáfora de Teruel. Y acaso, por extensión, de todas las tierras que se quedan solas, del entorno rural de este país que se abandona y se queda ahí, perdido, sumergido en una pereza dramática. A mí me parece trágico que se acabe de esta manera”.

*La foto de Pío Baroja es de Prieto.

6 comentarios

pepa -

tengo ejemplares de novel rosa de los años 30-40-50 y anteriores
si estan interesados puden contactar con pepa.uv@gmail.com

dsaiunhdlk -

yeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeahyeah

jugueto -

a la mierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
si yeah

jugueto -

pues a mi m parece muy bonito, sobre todo el numerito del mono.
Andensen con cuidado y vayan ustedes con Dios

Dionisio Platel -

Y se olvida de "La Rosa del Maestrazgo" de Concepción Castellá de Zavala. Editorial Betis, colección Biblioteca Rocío nº 44. Sevilla.
No le puedo comentar nada al respecto, pero se trata de una novela popular de temática romántica. Estoy en su busqueda.

Javier López Clemente -

Ando en la búsqueda de Pío Baroja pero no acabo de decidir la ruta literaria a seguir.
Me atrevo a proponerte una entrada sobre este autor.