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Antón Castro

EL GATO MONTÉS, MORENO Y OTRAS QUIMERAS

EL GATO MONTÉS, MORENO Y OTRAS QUIMERAS

Cuando era infeliz e indocumentado, yo ya sabía de la existencia de la Sociedad Deportiva Huesca. De adolescente, en la temporada 1972-1973, jugué en el Ural C. F. de infantiles, un equipo de A Coruña, cuyo presidente era Augusto César Lendoiro, y su arquero, y delantero centro, era Paco Buyo. Desde entonces, el futuro portero del Real Madrid y del Sevilla se convirtió en alguien excepcional para mí: era callado, soturno, de una timidez desabrida, tanto que a menudo podías pensar que era mudo. Lo seguí: pasó al Español, al Deportivo de inmediato, que entonces andaba por Segunda División, y se trasladó a Huesca a realizar su servicio militar, momento que aprovechó para jugar de guardameta en el equipo local y en ese campo tan abonado de leyendas que es el Alcoraz. Bueno, no sé con certeza si Buyo jugó en el Alcoraz. Confieso que lo seguía, que estaba pendiente de sus pasos y de sus éxitos. Años más tarde, quizá en mi primera visita a Huesca, en un garito nocturno en el que brillaba Carlos Escó, que me habló largo y tendido de arqueología y de judíos, cristianos y moros de paz, pregunté por Buyo. Alguien dijo: “Era maravilloso. Como un gato montés”. La anécdota es escrupulosamente verídica.

Desde entonces, he seguido al Huesca S. D. con distracción, con la impresión de que se trataba como un familiar lejano. Pero siempre hay alguien que te acerca el conjunto y su historia. Uno de ellos fue el escritor Javier Tomeo, que siempre me decía y me dice que él fue portero ocasional del Huesca, y no de los buenos, y más tarde cronista. En realidad, Tomeo, nada dado a la mixtificación, sostiene que le debe su condición de escritor al Huesca. Poco después de haberse trasladado a Barcelona, un día acudió al campo del San Andrés, que se enfrentaba al Huesca: disfrutó, tomó notas, aprendió el nombre de los jugadores y luego redactó un artículo que envió el periódico local, la “Nueva España”, suele decir Javier. Con aquella nota aplacaba su nostalgia de Huesca, de Quicena y del castillo de Montearagón, y descubría el valor de la palabra y de la épica.

Tomeo siempre me cuenta historias de jugadores: su debilidad era quizá el más grande jugador que ha tenido el Huesca en toda su historia, Tomás Hernández, más conocido como Moreno, un interior izquierdo extraordinario que formó la mítica delantera azulgrana: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, inmortalizada por sus títulos y por una canción de Serrat. De Moreno, zaragozano, siempre se cuentan cosas muy librescas: era un futbolista excepcional, de gran calidad técnica, que descubrió el precio de la noche y sus menús lascivos y etílicos en compañía de Kubala. Como éste era un auténtico toro y un seductor absoluto, un portento humano y físico, derivó a Moreno hacia la mala vida, y aquellos excesos acabaron minando su condición física. En una campaña fue el máximo goleador de aquel plantel de estrellas con 21 tantos. Moreno también jugó en el Real Zaragoza. Tomeo me ha contado algunas trifulcas sonoras a finales de los años 40 entre el Huesca y el Zaragoza, cuando militaban juntos.

         Hace algunos meses, preparando la exposición “Los años magníficos. 1932-2007.75 aniversario del Real Zaragoza”, encontré cosas muy curiosas: en 1925, el fotógrafo Miguel Marín Chivite firmaba un reportaje visual, a doble página en “Semana Deportiva” de una partido entre el Huesca y el Zaragoza de los “tomates”. Los hombres llevaban sombreros y gorras, traje y bufanda; las mujeres usaban gorro de fieltro, y el reportero también captó a los aficionados en el tren. Esa revista pertenecía a la colección de Ángel Aznar, que poseía una espléndida serie de una veintena de fotos de Gerardo Sancho de otro Huesca-Zaragoza de los años 40. Una auténtica maravilla. Y el que siempre me ha tenido al corriente del Huesca ha sido el ex baloncestista Víctor Ribarés. Hace unos días, recibí un mensaje al móvil desde Tenerife que decía: “El año que viene nos veremos en el Alcoraz”. José Antonio Martín Otín, Petón, quiere más. Mucho más. El otro día, Javier Blasco le hacía una foto en la que parecía estar en trance: tenía el rostro de un místico del fútbol con una idea en la cabeza. ¿Por qué no va a subir un día el Huesca a Primera División?, parecía preguntarse.

 

         *Este artículo apareció el viernes en la edición de Huesca de Heraldo de Huesca. [Uno de los clásicos equipos del Barcelona. El zaragozano Tomás Hernández, Moreno, fue internacional  y jugó en el Huesca, en el Barcelona y finalmente en el Arenas, donde coincidió con Rosendo Hernandez. En la delantera forman: Basora, Cesar, Kubala, Moreno y Manchón]

          

 

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