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Antón Castro

LA CIUDAD DORADA O UN VIERNES EN HUESCA

LA CIUDAD DORADA O UN VIERNES EN HUESCA

El viernes pasado me inventé una cita en Huesca: quería ver los ‘Paisajes pintados’ de Fernando Alvira Banzo, que celebra los 40 años de su primera exposición. El pintor, que recorre como la palma de su mano la autopista Huesca-Zaragoza y la carretera Huesca-Binéfar, atrapa un fogonazo de luz, lo retiene en el fondo de su cabeza y de su imaginación, y luego, en su estudio luminoso, le da forma. Una larga línea horizontal separa los campos y los desiertos del cielo. Con él y José Domingo Dueñas vi la exposición ‘El Circo’, de la colección de Fernández-Ardavín: esos cartelistas se tomaban su tiempo, conocían la ciencia del color y la artesanía de la figuración. Luego, nos encontramos con María Pilar Moreno, la mujer que mejor ha estudiado la figura de Miguel de Molinos, ese apóstol del quietismo que nació en Muniesa y triunfó en Roma. Tuvo tanto éxito que eclipsó al mismo Papa, hasta que alguien decidió que su ‘Guía espiritual’ y sus hábitos cotidianos se desposaban con la herejía. Lo juzgaron, el proceso fue tan espeluznante como inverosímil, y lo condenaron a la hoguera; al fin le conmutaron la pena porque era viejo. Más tarde, estuvimos en el estudio del fotógrafo Fernando Alvira Lizano, uno de los grandes fotógrafos de arte de Aragón, que realiza libros y proyectos para toda España. Fernando tenía entre las manos un proyecto precioso: ‘La ciudad dorada’, las fotos que ha realizado al mural de Teresa Ramón que se ha instalado en el Palacio de Congresos. Y aún nos quedó tiempo para ver las ilustraciones de Noemí Vilamuza para ‘El capote’ de Gogol en Librería Anónima. Hay viernes en que Huesca no se acaba nunca.

*Este es un paisaje viajado, tomado desde la huerta de Luis, que ofrece una vista de Berbegal. Uno de los cuadros más bonitos de la muestra de Fernando Alvira Banzo que se exhibirá en las dos salas del Matadero.

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