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Antón Castro

CERDÁ PIENSA Y TRABAJA PARA EXPONER EN LA LONJA

CERDÁ PIENSA Y TRABAJA PARA EXPONER EN LA LONJA

 

 

Ya no veo a Pepe Cerdá, como antes. Éramos cómplices en muchas cosas. Uno no sabe nunca como se diluyen poco a poco las tertulias, los encuentros, cómo nos inundamos de quehaceres y perdemos el hilo de la complicidad o de las citas, que no del cariño. Pepe, a su manera displicente por decirlo de algún modo, es un hiperactivo: siempre trabaja, siempre anda enfangando, siempre se enfurruña un poco, teatralmente, siempre sueña, aunque este verbo no se ajuste bien a un hombre de apariencia tan pragmática. Siempre alimenta y fecunda proyectos: hace poco apadrinaba a María Buil para una exposición con otros artistas en París.

 

Pepe Cerdá, defensor a ultranza de Sorolla (¿quién puede cuestionar su mano maravillosa de pintor, su condición de alquimista de la luz?), está preparando una de las exposiciones de su vida: un gran proyecto de cuadros grandes para el Palacio de la Lonja, que se inaugurará el próximo mes de octubre durante las fiestas del Pilar de este año. Pepe se afana, casi sigilosamente, en cuadros grandes, clasicistas, cuadros de luz y de paisajes, en una gran nave industrial. De vez en cuando se asoma a su blog y escribe sus reflexiones y así, a la chita callando, medita y toma resuello. Esto es lo último que acaba de publicar:

 

En París,  hace años, trabajaba a menudo codo con codo con mi amigo chino Xiao Fan. Ambos exponíamos con la misma galería holandesa y las vísperas de las ferias y las exposiciones nos pegábamos las noches en blanco enmarcando y embalando lo que fuésemos a exponer. Él trabajaba con la misma cadencia de una máquina; yo no. Era normal. Xiao fan había salido de la china comunista al principio de los ochenta casándose con una agregada de embajada a la que daba clase de caligrafía. Hasta entonces había trabajado como sastre en jornadas interminables en una fábrica de su país. Estaba entrenado.

Yo mientras trabajaba en la noche, resoplaba, maldecía mi suerte, me paraba a fumar un cigarrillo e intentaba iniciar alguna conversación.

 Él, muy serio, me clavaba la mirada inquisitivo y me decía:

 -No pienses. ¡Trabaja!

 Desde hace meses trabajo en una solitaria nave industrial. Estoy preparando una exposición para un lugar enorme y pienso muy a menudo en la frase de Xiao Fan.

Cuando se trabaja, si se quiere ser eficaz no se debe cavilar. Se debe de pensar antes y luego ponerse a ejecutar lo pensado. Por esto no escribo tan a menudo como antes. Ahora no pienso, no cavilo, sólo trabajo.

*Este cuadro de Joaquín Sorolla, tan amado por Pepe Cerdá, se titula ’Niña’ y está fechado en 1904.

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