Blogia
Antón Castro

POEMAS DE JOSÉ EMILIO PACHECO

POEMAS DE JOSÉ EMILIO PACHECO

Hace unos días, en ‘Borradores’, mientras definía esa palabra, Víctor Manuel aludía  a la poesía de José Emilio Pacheco, a quien he leído poco y con precipitación. Ayer fui al Palacio de Sástago a ver, con más calma, la exposición de Vicente Pascual Rodrigo, ‘Opusculum’, una muestra impresionante, rigurosa de gran belleza plástica y filosófica, la obra de un artista del silencio, de la intensidad, de la concentración, del pensamiento: paisajes, ecos de los indios norteamericanos, ecos sufís, laberintos, espirales, columnas, el ying y el yang, la sombra y la luz, la paradoja y su reverso. He ahí, a lo largo de dos décadas, los ejes de su mundo. Vi la muestra solo (ya la había visto en la víspera de su inauguración), durante media hora, en ese ejercicio de búsqueda y de encuentro con el amigo, con el artista, con el hombre que sentía el arte como un pálpito esencial de realización y trascendencia. Había quedado con Ana Marquina, su musa y su compañera, y volví a ver la exposición: con sus ojos y con mis ojos. Coincidimos los dos en algo: la exposición es la más hermosa que ha hecho nunca Vicente Pascual y era la exposición de sus sueños. Es la exposición de sus sueños: la soñó así, la concibió así, con este montaje, limpio, lleno de detalles, lleno de sensibilidad. Desde algún lugar, desde su rincón del más allá, la estará viendo y se sentirá feliz, exultante, dueño de la última luz. Al salir, entré en la FNAC y compré dos libros: una ‘Antología poética’ de José Emilio Pacheco, que me ha acompañado por la noche y esta mañana, ‘En resumidas cuentas’ de Visor, y ‘Terredad’ de Eugenio Montejo. Cuelgo aquí estos poemas de José Emilio Pacheco, el gran poeta mexicano, nacido en 1939 que escribe una poesía, según dijo Darío Jaramillo “que extiende las fronteras de la percepción, poesía de todos, para todos”.

 

ALTA TRAICIÓN

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

LLUVIA DE SOL

La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.

Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.

Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo

le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella

que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.

 

EL PULPO

Oscuro dios de las profundidades,
helecho, hongo, jacinto,
entre rocas que nadie ha visto, allí, en el abismo,
donde al amanecer, contra la lumbre del sol,
baja la noche al fondo del mar y el pulpo le sorbe
con las ventosas de sus tentáculos tinta sombría.
Qué belleza nocturna su esplendor si navega
en lo más penumbrosamente salobre del agua madre,
para él cristalina y dulce.
Pero en la playa que infestó la basura plástica
esa joya carnal del viscoso vértigo
parece un monstruo; y están matando
/ a garrotazos / al indefenso encallado.
Alguien lanzó un arpón y el pulpo respira muerte
por la segunda asfixia que constituye su herida.
De sus labios no mana sangre: brota la noche
y enluta el mar y desvanece la tierra,
muy lentamente, mientras el pulpo se muere.

 

FOTOS

No hay una sola foto de entonces.

Mejor así: para verte

necesito inventar tu rostro.

1 comentario

*Andy* -

Que Maravillosos Poemas!!!!Lindos!!!!