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Antón Castro

USAIN BOLT: LA VELOCIDAD DE LA LUZ

USAIN BOLT: LA VELOCIDAD DE LA LUZ

Usain Bolt ha agotado todos los calificativos: genial, galáctico, estratosférico, asombroso. Nadie había hecho nunca lo que ha hecho él con esa suficiencia: demoler, centésima a centésima, las mejores marcas de 100 y 200. Creo que ni Carl Lewsi ni Michael Johhnson. Si en 100 contó con el estímulo y la ambición de Tyson Gay como acicate, como peligro real, ayer por la tarde se enfrentó ante todo a sí mismo: salió como la centella, tomó la cabeza de inmediato y se aplicó a correr y a sostener el esprint como nunca: apuró, apuró al máximo, elevó las rodillas y parecía coger más aire, más bríos, en cada metro: al final, victoria apabullante y nuevo récord del mundo: 19.19. Once centésimas menos. Nadie como él: ni Carl Lewis, ni Frankie Fredericks, ni Pietro Mennea, ni Michael Johnson. Nadie.

 

Al parecer estos días, ante el unánime asombro universal, se habla de dopaje en el entorno general del atletismo. Esperemos que no lo sea: ha sido tan hermoso, tan incontestable, tan ambicioso, que sería un latigazo de decepción para este deporte. Un fiasco insoportable. Bolt, además, es arrollador, histriónico con dulzura, y posee elegancia, potencia, capacidad de ir un poco más allá, una pasmosa seguridad en sí mismo. Y en este momento es el monarca absoluto del atletismo. Lo sublima, le da una nueva dimensión, nos hace creer a todos que siempre se está en el camino, que las marcas irán reduciéndose una a una, que lo imposible puede hacerse probable y, al final, cierto.

 

Ayer también fue, tanto tiempo después, la noche de Blanka Vlasic. La croata de altura interminable, 1.92, se sabía acosada o presionada por la rusa Anna Chicherova y por la alemana Ariane Friedrich, que siempre ha parecido arrogante. O muy segura de sí misma. Y por otras tres mujeres que han competido: la bella Emma Green (de la escuela de Kajsa Bergqvist o Patrick Sjoberg, entre otros), Antonia di Martino y la cántabra Ruth Beitia. Ruth Beitia se quedó en 1.99 y se quedó quinta, su mejor clasificación. Anna Chicherova pareció en un maravilloso estado de forma: saltó con limpidez, voló con dulzura y con una perfecto talonamiento, hasta que se clavó en 2.04. Friedrich quiso y no pudo, y Vlasic logró lo que anhelaba: se le escapó el oro en Pekín, pero aquí ha confirmado su gran nivel. Eso sí, a pesar de lo que se había escrito, todas, todas han estado muy lejos de Stefka Kostadinova, cuyo récord se ha eternizado. Vlasic se ha atrevido tres veces en vano.

 

*Varios amigos, seguidores del blog, me advierten que había escrito “elevó las rodillas hacia arriba”. Limo la redundancia final, quizá debería suprimir la frase entera, y ajusto otros matices. Republico el texto completo porque el sistema, tras el fallo de sistema, no admite correcciones. Gracias. La foto de Usain Bolt pertenece a la agencia AP.

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